Bajocero.
6 minutos de lecturaPor Daniel López Pacha.
Thriller español dirigido por Lluís Quílez, con Javier Gutiérrez (Martín), Luis Callejo (Ramis), Karra Elejalde (Miguel), Isak Férriz (Montesinos) y Patrick Criado (Nano). Con guion de Fernando Navarro, Lluís Quílez, música a cargo de Zacarías M. de la Riva, fotografía al mando de Isaac Vila y la dirección de arte bajo la batuta de Óscar Sempere. La película está producida por Morena Films, Amorós Producciones y Televisión Española. La cinta se filmó entre el 8 de febrero del 2019 y el 4 de abril de 2019, en Madrid y Castilla la Mancha y fue distribuida por Netflix. Tuvo su estreno el 21 de enero del 2021.
La historia gira en torno a Martín, el cual es enviado a una comisaria y su primer trabajo es trasladar a seis presos, desde Madrid a Cuenca, junto a otro oficial de nombre «Montesinos». Todo parece ser muy sencillo, en una noche de invierno muy fría. Al llegar a una carretera en la mitad de la nada, el coche que los escolta desaparece y el furgón policial blindado de presos es emboscado por alguien. Esta persona está buscando a un preso que se encuentra en el furgón. Montesinos sale del vehículo a ver qué sucede, mientras Martín, que conduce el furgón, consigue alojarse dentro del cubículo blindado con los presos. Al ver que Montesinos es herido por la persona que emboscó al vehículo, la cual va a hacer todo lo posible por realizar su cometido, a Martín no le queda otra solución que entenderse con los presos para sobrevivir.
El guión está bien estructurado y nos va ofreciendo distintos interrogantes, transformándose en una historia muy disfrutable. El ritmo y la tensión van creciendo en un espacio reducido y claustrofóbico, que es el furgón blindado. Los personajes se desarrollan con coherencia y van evolucionando mientras transcurre la acción. Con un buen manejo del montaje y del ritmo de los planos, el director va creando una atmósfera que nos va manteniendo en el misterio y en el que se destacan las buenas interpretaciones de los actores. Con una escena inicial muy violenta, va logrando despertar la intriga en ese lugar frio y oscuro, en donde todo irá revelándose de forma muy gradual, para ir descubriendo qué se trae entre las manos la persona misteriosa que emboscó el furgón y qué quiere del preso que está buscando.
Podemos notar cierta influencia de “Asalto Al Precinto 13” de John Carpenter, pero no cae en la redundancia.
En una entrevista para Camera&lightmag, el Director de Fotografía Isaac Vila, cuenta su experiencia durante el rodaje: «Primero me llamó Lluís para contarme que tenía este proyecto con Morena Films y después me llamaron los productores y me dijeron que era una película muy pequeñita en la que todo pasaba dentro de un furgón. Luego, al leer el guion, me di cuenta de que había un treinta por ciento fuera del furgón, pero que era en exterior, noche y con movimiento. El interior del furgón era la parte más fácil de hacer.
Es una historia casi lineal, sin saltos temporales, que a nivel de continuidad ya es un problema. Casi toda de noche y exterior, con niebla, con exteriores nevados, con muchísimo frío y con movimiento todo el tiempo.
En un primer momento, toda la parte final del pueblo también era noche; cuando leí el guion, hablé con Lluís y le dije que con el tiempo que teníamos no se podía hacer, y más con la forma de rodar de Lluís, que quiere muchos planos, que estén todos muy bien, todo exterior noche… no llegaríamos. Así que pasamos la parte del pueblo al amanecer y así buscamos un punto que funcionase, que se hiciese de día.»
«Hasta que no empezamos a analizar el guión no nos dimos cuenta de que todos los matices que había eran muy complejos de rodar, aunque fue muy divertido. El planteamiento de la película fue ese: unir todas las escenas del interior del furgón con el exterior. Todos los exteriores están rodados por la sierra de Madrid, por la zona de Navacerrada y las pistas de esquí de Madrid. Rodamos con algo de nieve real, pero muy poca, ya que cuando rodamos esta parte era casi marzo. Todo era nieve de postproducción o de efectos físicos, pero frío hacía: de hecho, el vaho es real.
Yo diferenciaría entre dos tipos de escenas de acción: hay toda una parte en la que el furgón está parado, que rodamos en una carretera cortada, convertido en un set bastante tradicional y controlable, donde estuvimos una semana, iluminado, controlado y con la nieve puesta a través de efectos, donde pasaban las partes dramáticamente más complejas; por otro lado, la parte que era en movimiento era un poco a la aventura. Éramos un tren gigante que para ponerlo en marcha tardábamos muchísimo. No podíamos iluminar cien metros y rodar esos cien metros, iluminábamos tres kilómetros de carretera, con lo cual, no todos estaban perfectos, pero con mi jefe de eléctricos, Peru Herrero, que dejó la piel en esta peli y que ya conozco de rodar mucho con él, lo diseñamos de forma más o menos factible.
Luego teníamos luces que simulaban luz de luna a lo largo del recorrido, pero no nos daba para iluminar tres, cuatro o cinco kilómetros que hacíamos de recorrido. Intentábamos aprovechar las partes mejores de luz para rodar en ellas y evitar las peores. Pero claro, cuando tienes un furgón disparando a un coche es muy complicado elegir el momento mejor de luz.«
«El gran reto, sobre todo para la dirección artística, fue cómo hacer el interior de un furgón de traslado de presos con ocho personajes y cómo lo rodábamos. Además, la película está rodada con la Arri Alexa LF, una cámara nada pequeña, en primer lugar porque a todos nos gusta el look de Arri. Es una decisión que ya nos encaminaba hacia un lugar. Queríamos rodar en 2,35:1 pero con anamórficas, y un espacio tan pequeño y con actores muy cerca no encajaba muy bien. Sí que existen ópticas anamórficas close focus, pero no hay muchas y no ayudan a rodar tan cerca. Entonces, la idea de Alexa LF y ópticas esféricas haciendo un crop de 2,40:1 nos daba una resolución estupenda.
Esta idea de claustrofobia era una cosa que queríamos mantener, no queríamos que fuese un decorado abierto todo el rato, pero sí necesitábamos poder abrirlo para rodar. Además, a Lluís le gusta hacer planos largos, con movimientos de cámara. La cámara siempre se está moviendo, creo que hay uno o dos planos de trípode en la película. Necesitábamos un decorado muy versátil. Óscar Sempere, que fue el director artístico, hizo un trabajo de ingeniería o de arquitectura, más que de dirección artística. Es una pieza de precisión, porque el decorado de interior era totalmente modular, se movía, se podía cerrar todo o se podía abrir casi por cualquier parte.
Me encantó la resolución cuando la vi por primera vez, es preciosa. Le propuse eso a Lluís y cuando vio que podía rodar a 2,40:1, con esa calidad y con esa abertura que te da el full frame, pudiendo rodar con la cámara encima un plano del personaje en el interior del furgón, nos alegró la vida. La película está hecha prácticamente con el 40mm. Principalmente 40mm, 50mm y 75mm. Está rodada muy cerca de los actores.
Al final se nota, y con unas ópticas anamórficas no se hubiese podido hacer, la rodamos a 1000 ISO.»
En esta película, lo previsible, no es lo que parece.