David Lynch: Un niño terrible.
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Por César Humberto Heil.
Acerca del universo Lynchiano y sus películas.
Las películas del realizador David Lynch (20 de enero de 1946 Missoula, Montana, Estados Unidos) resultan bastante complicadas de interpretar, y realizar una crítica o comentario no es tarea fácil. Pero hay algo en cada nuevo proyecto cinematográfico del director de “Mulholland drive” que hace que uno se sienta subyugado. Quizá sean sus imágenes cargadas de opresión y misterio o sus vericuetos narrativos lo que a uno lo embriaga. Lo cierto es que cuando se está frente a una película de David Lynch, es imposible no dejarse llevar por el eclecticismo narrativo de sus historias, es como entrar en un laberinto desconocido, en donde las verdades nunca resultan ser absolutas y las mentiras son parte de un juego de engaños.

Es difícil saber qué pasa por la cabeza de David Lynch, pero uno advierte, cuando ve uno de sus films, que en el universo del realizador se mezclan lo onírico con la razón, la esperanza con la desesperanza y la perversión, con el horror de lo que está más allá de lo imaginable, de lo razonable. Las fuerzas oscuras del mal pueblan el imaginario de Lynch y están presentes en cada fotograma, como un oculto escalofrío, mortal y devastador, sino piensen en el personaje de Jeffrey Beaumont que interpretó el actor Kyle MacLachalan en “Blue Velvet” quien, a partir del encuentro casual de una oreja humana, ingresa en un sombrío y retorcido sub-mundo del cual no puede salir.
Los personajes no son para nada simples y, en sus películas, cohabitan tanto los seres despojados de toda racionalidad y entidad, como las personas tangibles y reales que luchan por conseguir sus metas. En los films de Lynch, nada es lo que parece y nadie es quien dice ser. Hay una multiplicidad de caras que, a manera de espejos, reflejan los distintos estados de la conciencia y nos aventuran en un terreno de especulaciones, delirios y sueños.
Sus comienzos como artista.
Lynch resulta ser un individuo multifacético, quizá un “alter ego” de sus propios personajes y monstruosas fantasías. Ya en su juventud mostró interés por lo artístico al cursar estudios de arte junto a su amigo Jack Fisk, para luego, en un viaje con características más bien iniciáticas, recorrer parte del mundo en busca de aquellos elementos que todo artista necesita. Así fue que Lynch y Fisk viajaron a Europa para estudiar con el pintor expresionista Oskar Kokoschka en Salzburgo, Austria, para posteriormente dirigirse a París y de ahí a Atenas, Grecia, lugar del cual regresaron a los 15 días.

En sus comienzos, Lynch demostró tener cierto interés por lo extraño, lo oculto y todo aquello que bordee lo macabro. Sus primeros cortos realizados en el período que va desde 1968 a 1977, año en que debuta con su primer largometraje “Eraserhead”, mostraban de manera inquietante su ya innato talento y su discurso poco ortodoxo. De ese período en donde predomina el género experimental, son los cortos “The alphabet” (1968) “The grandmother” (1970) y “The amputee” (1974).

Influencias estéticas.
Es indudable que, desde muy joven, David Lynch se vio influenciado por una variedad de artistas, entre los que se destacan los pintores Magritte, Marcel Duchamp, Francis Bacon y Edward Hopper, los directores de cine Luis Buñuel y Billy Wilder, y los iluminadores de cine Karl Freund y Stanley Cortez.
Lynch, al igual que una esponja, va aprendiendo de cada uno de estos artistas aquellos aspectos sobresalientes y que más le interesan. Así, de Magritte, valora y aplica su introducción de una simbología (aspecto muy característico en todas sus películas).

De Marcel Duchamp, son las escenas ambivalentes y cuyo significado parece no poder ser alcanzado las que subyugan al director, mientras que, de Francis Bacon, fueron sus pinturas con dramáticas imágenes de carne y cigarrillos, retratadas en un marco de equilibrio y contraste permanente lo que lo motivó.
Por otro lado, la influencia del pintor americano Edward Hopper, se ve reflejada en las imágenes de desolación perfectamente compuestas por el pintor, en las que el vacío adquiere una importancia trascendental.

Las fotografías de Karl Freund en “Metrópolis” (1927) de Fritz Lang y de Stanley Cortez en “The night of the hunter” (1955) de Charles Laughton, resumen en Lynch ese aspecto siniestro y sombrío de pesadilla, que se hace muy evidente en los films “Eraserhead” (1977) y “The elephant man” (1980).
Respecto a la influencia de Billy Wilder fue quizá el film “Sunset boulevard” (1950) el que le aporta a Lynch numerosas ideas, que luego aplicará en sus films, sobre todo en lo que respecta a la puesta en escena y a la composición de los personajes.

Una carrera como creador de sueños.
Lo cierto es que Lynch, a lo largo de su carrera como artista cinematográfico, supo combinar estos aspectos aprendidos y cuando le tocó coquetear con la industria, lo hizo con gran soltura y habilidad, ya que supo mezclar ese mundo oscuro y aterrador de sus más viscerales pesadillas, con los parámetros que los productores le imponían. Así surgen “The elephant man” (1980) film que lo introduce en Hollywood al ser nominado al Oscar como mejor director, “Dune” (1984) sobre la novela de Frank Herbert y con producción del mítico Dino de Laurentis, un film metafísico y dark que recoge el espíritu de la novela. Pero Lynch parece no sentirse demasiado a gusto bajo presión y por eso vuelve con sus obsesiones más oscuras en el film “Blue Velvet” (1986) con Kyle MacLachlan, Isabella Rosellini y Dennis Hopper. Este es quizá, a mi juicio, el mejor film de Lynch, y el que lo consagra como un director distinto, audaz y personal.

Luego vendrá “Wild at Heart” (1990), esta vez con Nicolas Cage y Laura Dern. La película combina varios géneros, algo habitual en Lynch y fue un éxito para su época. Esta película le abrirá las puertas a la industria de la televisión donde desembarcará con una de las miniseries más revolucionarias y provocativas para esos tiempos “Twin Peaks” (1990 a 1991). La serie resultó ser un ejercicio de ingenio estilístico que atrapó de inmediato a miles de televidentes a lo largo del mundo en donde se exhibió. Lynch, al igual que un ingeniero, supo mantener el interés de la audiencia hasta llegar a un punto de tensión e intriga tal, que la serie se convirtió en una adicción para los espectadores, ávidos de saber quién había sido el asesino de Laura Palmer. Parte de este impensado éxito se debió a la excelente banda musical compuesta por Angelo Badalamenti, músico que acompañará a Lynch en la mayoría de sus films. La serie contó con varios directores y guionistas, y el resultado al final terminó siendo algo desparejo. Debido a la excelente aceptación que tuvo la serie y algunos cabos sueltos en cuanto a varios misterios que planteaba la trama, Lynch decidió realizar una suerte de secuela “Twin Peaks: Fire Walk with Me” (1992), pero lamentablemente la película no tuvo el éxito que se esperaba. Posteriormente buscaría completar el universo de la serie con “Twin Peaks: The Missing Pieces” del año 2014, y en 2017 con “Twin Peaks”, un reboot de la serie original de 18 capítulos, en donde lo onírico, lo macabro y lo ominoso vuelven a estar presentes.

Lynch no bajó los brazos y siguió participando en algunas series de TV y en 1993 realiza 3 capítulos de “Hotel room” junto al director James Signorelli. La serie fue una verdadera experiencia surrealista. En 1995 dirige el segmento “Premonition following an evil deed” en el documental “Lumiere y compañía” de los directores Theo Angelopulos y Vicente Aranda.
En 1997 sorprende con su film “Lost Highway”. Este trabajo fue altamente significativo en la carrera de Lynch, ya que marcó su regreso después de su paso por la TV y el documental al cine de sus raíces. Bill Pullman y Patricia Arquette fueron parte del elenco de esta película, en donde el director retoma una de sus mayores obsesiones: la pérdida de identidad.

En 1999 se produce un quiebre y Lynch acepta filmar por encargo “The straight story”, producción que lo aleja de sus peores obsesiones pero que lo muestra como un excelente narrador. Al ver la película, uno puede percibir que su estilo despojado aún está presente a lo largo de este bello y sencillo film.
Su obsesión sigue siendo tan fuerte que en 2001 apabulla a los espectadores con una de las películas más complejas y difíciles de interpretar de toda su carrera, “Mulholland drive”, donde retoma sus viejos fantasmas. El film, con Naomi Watts como protagonista, es un constante acertijo en donde los personajes se debaten entre la muerte, el amor y el éxito y luchan por recuperar la identidad perdida (el personaje de Rita, interpretado por la actriz Laura Harring sufre de amnesia después de un accidente que tuvo en la carretera de “Mulholland drive”). El film, al igual que un rompecabezas, se mueve sobre una banal trama que solo le sirve de excusa para que Lynch exorcice todos sus demonios. Esta película le valió al director otra nominación al Oscar.

En 2002, Lynch vuelve a juntar a las actrices Laura Harring y Naomi Watts en el mediometraje “Rabitts”, al que le siguen en el mismo año dos cortometrajes, “Dumbland” con técnica de animación y “Darkened room”. La vuelta al largometraje se produce en 2006 con “Inland empire”. El film está protagonizado por dos de sus actores fetiches, Laura Dern (“Wild at Heart”) y Justin Theroux (“Mulholland drive”) y realizado íntegramente en video digital, situación que representa un cambio radical en el director, que hasta ese momento había realizado todas sus películas en material fílmico.

“Inland empire” es una sumatoria de todo el universo Lynchiano y es un conjunto de historias anárquicas, solo unidas por la ambigüedad de los sueños o las pesadillas. Todo está aquí reunido, una prostituta solitaria en un hotel, un cuento folclórico polaco, una actriz tratando de interpretar a un personaje, una extraña mujer que ve el futuro, un fantasma colérico y como un trasfondo latente, el mal agazapado detrás de un mercado en espera de su próxima víctima.
En estos últimos años, Lynch se ha dedicado más al cortometraje y las series de televisión, entre las que se encuentran las series “Unrecorded Night” (2020) y ¿What Is David Working on Today? (2020), los documentales “The Spider and the Bee” (2020) y “The Story of a Small Bug” (2020) y los cortometrajes ¿How Was Your Day Honey? (2020), “The Adventures of Alan R” (2020), “Fire” (2020), “Ant Head” (2018) y ¿What Did Jack Do? (2017).