Demonic.
2 minutos de lecturaPor César Humberto Heil.
Zapatero a tus zapatos.
Hay directores a los que determinado género les cae de maravillas, y cada vez que incursionan en él, los resultados suelen ser más que prometedores. Uno de esos es el sudafricano Neill Blomkamp, cuya mayor producción cinematográfica la ha hecho abordando el género de la ciencia ficción. Solo hay que ver Distrito 9 (2009), Elysium (2013) o Chappie (2015) o los cortometrajes Rakka (2017), Kaptutre (2017), Zygote (2017) y Firebase (2017) para darse cuenta que conoce a la perfección ese género.
En el caso de Demonic (2021), su último trabajo, Blomkamp intentó incursionar en otro género completamente distinto como es el terror, y debo decir que los resultados han sido catastróficos.
El film cuenta la historia de Carly (Carly Pope) una mujer que hace años no tiene relación con su madre Angela (Nathalie Boltt) y que un día es llamada por una institución psiquiátrica donde su madre se encuentra internada en estado de coma. Los médicos le informan que existe un nuevo tratamiento científico que consiste en poder meterse dentro de la mente de su madre y necesitan de ella para que pueda ayudarlos en su recuperación. ¿Les suena esta idea?
Como en toda película de terror, las cosas nunca son lo que parecen y Carly descubrirá que el estado de su madre no se debe a ninguna enfermedad mental, ni los médicos de la clínica son lo que dicen ser, por lo que deberá enfrentarse no solo a su propia madre, sino a un ser desconocido y demoníaco que se encargará de que la pase muy mal.
El mayor problema de Demonic es que Blomkamp, a pesar de ser un excelente director, no tiene oficio para el género, ni para guionar, ni para dirigir. Por eso, lo que sigue es una hora y media de una película confusa, sin profundidad en los personajes, con efectos visuales de calidad amateur, algo raro para un film de Blomkamp, que intenta mezclar la ciencia ficción con terror clase B y la religión con la ciencia, lástima que sin éxito.
Demonic es una muestra más de que a veces cambiar no significa evolucionar sino todo lo contrario, por eso, como dice el refrán popular… “zapatero a tus zapatos”.