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Don’t Look Up.

3 minutos de lectura

Por César Arturo Humberto Heil.

Fin del mundo, negocios turbios y estupidez humana.

Imagínese que es usted un científico astronómico y que acaba de descubrir que un comenta, del tamaño de diez canchas de fútbol, se acerca en dirección a la Tierra y que hará impacto en tan solo seis meses. Sabe que, dado el enorme tamaño del cuerpo celeste, el daño que causará la colisión será devastador. El choque será tan terrible que, la explosión provocada, equivaldrá a varias bombas atómicas iguales a las que se usaron en Hiroshima y Nagasaki. Su única opción es comunicárselo al Gobierno para que tome las medidas adecuadas y destruya la mortal amenaza, pero no todo resulta como usted espera y sus súplicas son tomadas a la ligera e incluso, con algo de sorna. ¿Qué haría?

Con esta brutal premisa arranca Don’t look up, nuevo film del director Adam McKay (Vice, The Other Guy) y que cuenta con un elenco de lujo, como Leonardo DiCaprio, Meryl Streep, Jennifer Lawrence, Cate Blanchett, Jonah Hill, Mark Rylance, Timothée Chalamet y Ron Perlman.

El film, recientemente estrenado en la plataforma Netflix, es una fantástica sátira sobre el fin del mundo y cómo los gobiernos prefieren hacer sus negocios, tanto políticos como económicos con ello, sin importarles absolutamente el destino de la humanidad. 

El guion, escrito por el director McKay sobre una historia de David Sirota, aprovecha también para echar una ácida mirada sobre la estupidez del ser humano, los medios masivos de comunicación, las redes sociales y la ciencia.

Con casi dos horas y media, Don’t Look Up se disfruta plenamente gracias a ese humor satírico, irreverente y a las brillantes actuaciones de Leonardo DiCaprio, Mery Streep, Jennifer Lawrence y Cate Blanchett.

Un párrafo aparte merece la actuación de Mark Rylance, quien interpreta a Peter Isherwell, un magnate de las telecomunicaciones y de la carrera Aeroespacial, y principal impulsor de un negocio millonario entre el Gobierno de la presidente Orlean (Meryl Streep) y su empresa, para obtener minerales del comenta y usarlos en la fabricación de teléfonos celulares. Si alguien está pensando en Elon Musk, Jeff Bezos o Richard Bransom, es pura coincidencia.

Está más que claro que el film homenajea a clásicos como Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, de Stanley Kubrick (1964), y 1941, de Steven Spielberg (1979) y se ríe de otros como Impacto profundo, de Mimi Leder (1998), Armageddon, de Michael Bay (1998) o incluso del patriotismo heroico estadounidense de Día de la independencia, de Roland Emmerich (1996).

Con un final al estilo del libro Génesis y que recuerda a los mundos de Aldous Huxley, Don’t Look Up es una brillante sátira sobre el poder, la hipocresía política y privada, los negocios turbios y la no tan remota posibilidad de que, algún día, un enorme asteroide venga directo hacia la Tierra y acabe con toda nuestra especie gracias a nuestra estupidez.

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