Oscars Awards 2022: Praxis de la decadencia.
3 minutos de lecturaPor Juan Cruz Matar.
Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.
En esta ocasión, hablaremos de la Academia de los Oscar. Intentaremos (dentro de lo posible) descartar el amarillismo farandulero para ocuparnos de lo que realmente nos compete: La progresiva decadencia de una entrega de premios que alguna vez brilló por sí sola.
Hace ya tiempo que los Oscar han perdido todo sentido de orientación. En lugar de tomar decisiones inteligentes para volver a desarrollar lo que significan los premios, para quién son (realmente) y por qué (todavía) importan, se han ido transformando en tendencia farandulera: persiguiendo la popularidad y tratando desesperadamente de descubrir cómo mantenerse a la moda (y valiosa para las generaciones más jóvenes).
Al hacerlo, han comenzado a sacrificar todo lo que representan.
Recordemos que el acto formal en el que se presentan los premios, es una de las ceremonias más prominentes y prestigiosas del mundo, y se transmite en vivo anualmente para más de cien países. Es también la ceremonia de entrega de premios más antigua en los medios de comunicación, y sus equivalentes: el Grammy iniciado en 1959 (en la música); el Emmy, iniciado en 1949 (en la televisión), y el Tony, iniciado en 1947 (en el teatro), han seguido el modelo de la Academia.
La primera ceremonia se remonta al 16 de mayo de 1929, en un almuerzo privado en el hotel Hollywood Roosevelt, y un público de no más de 270 personas. El costo de los boletos para los invitados a la ceremonia fue de cinco dólares.
Era, en esencia, un reconocimiento artístico, artesanal y técnico que de a poco fue transformándose en una farándula frívola, careta y hegemónica.
El mejor ejemplo de esta premisa fue lo sucedido la noche del 27 de marzo de 2022 (ayer).
Nadie habla de los contenidos presentados durante la jornada, la mejor fotografía, las peripecias de un guion que destaco o cómo el silencio acentuó al sonido.
Los medios y las redes solo generan tendencia del “pute” y un “pute” nocivo que habla de lo peor de la antropología artística. Solo se habla y en creces, de cómo “Soy leyenda” le giró la cara a “Marty” de un sopapo. Situación bizarra, hipócrita y condescendiente por donde se mire, tanto desde la acción como la omisión.
Ayer quedó todo claro. Se terminó de deslegitimar un evento que ya hace tiempo venía en decadencia, pero que de alguna manera no queríamos soltar.
El abuso de poder, el cinismo y los valores reflejados anoche, ponen en jaque a una audiencia galardonada que quedó en evidencia ante el mundo. Las caretas y los disfraces no se sostienen por siempre.
Dadas las circunstancias y el pedorrismo mediático con que se manejó todo el acontecimiento de ayer, cada vez me siento más orgulloso de ser parte de esta revista. Una revista que no gana millones de dólares, pero tiene sus lectores leales, y que no viaja a Los Angeles, pero tiene sus principios bien claros.
De modo que… dejemos que lo mediático siga su rumbo (no hay nada que hacer contra eso), y busquemos otros canales para debatir el arte, el esfuerzo y el talento que, si uno busca, los encuentra.
“Sólo los soñadores mueven montañas”. Fitzcarraldo (1982).