Crítica: Maigret.
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Por Daniel López Pacha.
Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.
Maigret es una película de drama criminal franco-belga dirigida por Patrice Leconte. Es una adaptación de la novela Maigret y la joven muerta, de Georges Simenon, publicada en 1954 y protagonizada por el detective de policía Jules Maigret. La novela se adaptó previamente como película para televisión en 1973, con Jean Richard en el papel de Maigret. Con guion de Patrice Leconte y Jerome Trueno, fotografia de Yves Ángel y editada por Joëlle Hache.
Producida por Felipe Carcasona y Jean-Louis Liv. Música de Bruno Coulais. Filmada en Le Vésinet, Yvelines, France; Quai de Bourbon, Paris 4, Paris, France; Studios de Bry – 2 avenue de l’Europe, Bry-sur-Marne, Val-de-Marne, France. El rodaje comenzó el 8 de febrero y se extendió hasta el 19 de marzo de 2021.
Protagonizada por Gérard Depardieu (Jules Maigret), Jade Labeste (Betty), Melanie Bernier (Jeanine Armeniau), Aurore Clément (Sra. Clermont –Valois) y Clara Antoons (Louise Louviere).
Sinopsis: En París, en la década de 1950, el cuerpo de una hermosa joven vestida con un elegante traje de noche y sin documentos aparece en mitad de una plaza. El célebre inspector Jules Maigret junto a sus hombres se encarga de investigar el caso, pero le resulta imposible identificar a la víctima, porque nadie parece haberla conocido ni recordarla. Durante el transcurso de sus investigaciones, el camino de Maigret se cruza con el de Betty, una joven delincuente que tiene un parecido sorprendente con la víctima. Todo eso despierta en Maigret el recuerdo de otra desaparición mucho más antigua e íntima.

Aquí, el director nos regala un apoyo perfecto al intérprete, a quien dota de una inusitada humanidad, un héroe de mirada cansada y escaso en palabras que se intuye frágil y que va enfrentando a sus propios demonios. Él es el centro de gravedad de una trama aligerada respecto al libro. Posee una luz expresionista y un permanente halo de tristeza. Maigret es toda una declaración de intenciones por parte de Leconte, un Maigret de Simenon que no solo se asemeja a Poirot y Holmes en términos de popularidad, sino que es tan intuitivo, perseverante y buen detective como ellos. El director Patrice Leconte consigue crear un entorno ideal para que Gérard Depardieu encarne al detective a la perfección. El actor, además, convierte al investigador en un hombre de carne y hueso al que acompañamos en sus pesquisas policiales.

Depardieu se destaca en su interpretación del personaje protagonista, y el crimen que está por resolver y la resolución del mismo nos deja con un gran interrogante. La conexión que el investigador establece entre el caso y su vida personal es lo que acaba cobrando más importancia. La muerte de esta joven a la que nunca llegamos a conocer queda a la sombra del primer asesinato al que se enfrentó Maigret, y del efecto que ambos crímenes tienen en la vida del agente a nivel personal.
La indagación policial es el punto fuerte de Maigret. Gran parte del metraje se centra en la investigación que nos lleva de testigo en testigo y de sospechoso en sospechoso. Durante la segunda mitad de la película, el espectador se encuentra con algo a lo que aferrarse para no perder el interés en la historia, y es la relación entre Maigret y Betty, una joven que, muy a su pesar, se verá envuelta en el caso. Junto al enfoque argumental de la película, se une el ritmo activo en el que se desarrolla la historia y la tenue iluminación. Maigret termina mejor de lo que empieza, y eso nada tiene que ver con la investigación criminal en la que se apoya la trama ni con la resolución del crimen, sino con las grandes actuaciones de Gérard Depardieu y Jade Labeste, que van convirtiendo el vínculo entre sus personajes en el elemento más humano e interesante de la cinta.
El caso policial está bien narrado y es verosímil, al mismo tiempo que conmovedor e inquietante, porque es algo que le podría suceder a nuestros amigos, vecinos o hijos. Patrice Leconte ya ha demostrado de sobra su gran capacidad de poner en realce el lado humano, de sus personajes, de sus luces y de sus sombras, y esta capacidad se ha profundizado con el tiempo. Contada en voz baja, la historia de corrupción y bajas pasiones es como una carga de profundidad que impacta mucho más que otras más someras, que se difunden a gritos entre escenas de acción.

Haber elegido a Gerard Depardieu para dar vida a nuestro protagonista es todo un acierto. El cuerpo poderoso del actor se infunde de dignidad y su evidente sobrepeso va perfectamente con la edad y el cansancio del inspector: su aire imponente, su ancha espalda, su andar pesado y el abrigo grueso. Tiene el físico perfecto para el papel. Depardieu sabe representar esa tristeza honda e imborrable del hombre que es muy consciente de sus errores, y que tiene muy claro que sus mejores días ya han pasado.
Acertada resulta la puesta en escena, algo forzada por momentos y justa a nivel de producción. Las atmósferas funcionan razonablemente bien gracias a una fotografía centrada en las bajas luces, tanto en las caracterizaciones como en las secuencias multitudinarias, colándose detalles que nos traen a la década de los ’50.

Maigret da lo que promete, es una película que no huye de los estereotipos del género detectivesco. El cine de género se compone de convenciones tanto en lo estético como en lo estructural. Podríamos dibujar un esquema detallado sobre la trama de una película slasher de principio a fin.
La película cumple con las expectativas de cualquier fan del género, siendo, además, una cinta más que correcta para los seguidores del curioso comisario. Su narrativa es eficaz, a través de un montaje muy sobrio consigue que todos los detalles del caso se puedan ir intuyendo mientras el protagonista los resuelve. Tanto la realización como la toma de decisiones por parte del director son simples, hecho que convierte la película en un producto cercano a un telefilm. El peso de la película recae sobre los hombros de Depardieu durante todo el metraje, hasta el punto en que su ausencia en pantalla hace decaer tanto el ritmo como el interés general del film. A medida que va descubriendo nuevas pistas, se involucra cada vez más en la resolución del caso, pero también en comprender y en conocer la psicología de la víctima y sus motivaciones. A veces parece que se mueve por una delgada línea entre lo correcto y lo incorrecto, y es difícil saber si actúa con nobleza o depravación.

En síntesis. La película engancha por su ambientación, sus diálogos y la intriga de la trama, en la que se va descubriendo poco a poco la personalidad de la víctima. Es una buena película en la que podemos ver al mejor Depardieu como actor.