El niño de Craig William Macneill.
2 minutos de lecturaNo es bueno que un niño este solo.
Por César Arturo Humberto Heil.
Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.
Que sorpresa haber visto El niño (no confundir con El niño de William Brent Bell) de Craig William Macneill, realmente ha sido una de las gratas revelaciones que he visto en este último tiempo, ya que refleja ese cine independiente por fuera de los grandes estudios y que poco se ve en la filmografía de los Estados Unidos. Hacen falta más películas como El niño para darle una bocanada de aire fresco a una industria que se reitera en formulas remanidas y que hace tiempo aburre con la copia de algún que otro éxito.
El niño es un filme que perturba desde las primeras imágenes, y que va ganando con el correr de los minutos en suspenso, pero lo hace a partir de la cotidianidad, del árido escenario, de la soledad y de la miseria humana. Si Sigmund Freud hubiera visto este filme seguramente lo hubiera incluido en su texto Lo ominoso (1919) a modo de ejemplo para explicar su tratado sobre como aquello que es conocido (Unheimlich) se vuelve amenazante y peligroso.
En 1989 y en medio de la nada John Henley (David Morse) regentea un motel de mala muerte junto a su hijo Ted (Jared Breeze) de tan solo 9 años. Su madre los ha abandonado y se ha ido a vivir a Florida y su corta vida discurre en vivir como puede en medio de esa soledad junto su padre alcohólico e incapaz de atender sus necesidades básicas. Un accidente en la ruta con un ciervo traerá al motel a William Colby (Rainn Wilson) un extraño personaje sospechado de haber matado a su mujer y con el que Ted se ira relacionado hasta terminar de dar forma en su cabeza a una trasformación realmente espeluznante. No voy a adelantar más.
El director Macneill sabe cómo filmar esos espacios abiertos del desierto y sabe cómo ir construyendo con cada plano, con cada escena, el mundo interior de Ted y el peso de la soledad que representa estar atrapado en ese motel, en un tiempo que no avanza y en una Florida que se le hace cada vez más inalcanzable.
Magistral filme, que merece mejores críticas y más reconocimiento por parte del público. Quizá sea su afiche, que da imagen de una película de terror clase B, cuando en realidad es un drama intimista muy perturbador que nos interpela sobre los daños que la separación de los padres y la soledad puede hacer en la mente de un riño de tan solo 9 años.