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Carter.

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Por César Arturo Humberto Heil.

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.

Seguramente alguna vez en la vida habrán subido a una montaña rusa. La sensación que se experimenta al participar de ese breve pero intenso viaje, es realmente única. Todo es tan rápido y vertiginoso que uno no tiene demasiado tiempo para pensar y solo le queda dejarse llevar por las subidas, las caídas a pique y los giros y contra giros que el juego nos propone y disfrutar de las masivas dosis de adrenalina que nuestro cerebro genera para contrarrestar el “peligro” en el que creemos estar inmersos.

Carter (2022) del director surcoreano Jung Byung-gil (La villana y Confession of Murder) es como estar montado en una de las mejores montañas rusas del mundo y cuya duración no es de apenas unos minutos, sino de más de 2 horas. Este proceso de inmersión se da gracias al artificio cinematográfico de la yuxtaposición de planos secuencia y encuadres subjetivos, movimientos con grúas, drones y gran cantidad de efectos digitales que convierten la experiencia en un envolvente y mareante ejercicio de estilo narrativo, donde poco importa la historia que se cuenta.

Carter (Joo Won) es un hombre que se despierta sin recordar nada y que es guiado por una misteriosa voz a través de un dispositivo que le ha sido implantado en su nuca y conectado directamente con su oído.  La agradable voz femenina le da instrucciones para emprender una peligrosa misión en donde debe rescatar a una niña, hija de un importante científico, y que se encuentra secuestrada por agentes de Corea del Norte, mientras se ha desatado una pandemia mortal que está devastando al mundo mediante la zombificación de las personas que enloquecen y atacan a quienes no están afectados por el virus.

La misión que Carter debe emprender es la de salvaguardar la vida de la niña porque en ella se encuentra la cura para el virus, todo eso dentro de un contexto de espionaje entre las dos Coreas, en donde se muestran las tensiones políticas y militares que existen entre ambos países.

Carter no da respiro. Desde el primer minuto el director Jung Byung-gil somete al espectador a un espectáculo que será el disfrute de aquellos fanáticos del cine de acción y que les gusta el tipo de filmes inmersivos al estilo Hardcore Henry (2015) y Nobody (2021) ambos del director ruso Ilya Naishuller, con los que se pueden encontrar abundantes similitudes, en especial en su vertiginosa puesta en escena.

El director apela a una cámara que no descansa nunca, incluso en las escenas de transición en donde continúa haciendo “cabriolas” alrededor de los personajes, sin otro sentido que no sea el de la espectacularidad pura y dura. El resultado es un filme tan espectacular desde la forma como vacío y gratuito desde el contenido, ya que como dije anteriormente lo que se cuenta poco importa, haciendo que por momentos uno se sienta agotado de tanto artificio junto y se pierda parte de la historia.

A todo esto, hay que agregarle la violencia extrema de la mayoría de las escenas, siendo la primera, en donde despierta desorientado, una de las más sangrientas y que por su coreografía de ataques simultáneos, cantidad de personajes y armas letales de todo tipo, recuerda al filme Old Boy (2003) de su compatriota Park Chan-wook.

Completan el elenco Lee Sung-jae (Abyss, Incarnation of Jealousy), Jeong So-ri, Kim Bo-min, Camilla Belle (Cuando llama un extraño, Push) y Andreas Fronk.

Si les gustan los filmes de acción trepidante, pueden disfrutar de este inmersivo filme en la plataforma Netflix.

Calificación: Buena.

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