El violinista del diablo: Música del infierno
3 minutos de lecturaBienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Siguiendo con las búsquedas de películas poco conocidas o algo olvidadas, hoy les voy a reseñar el filme El violinista del diablo (2013).
Por César Arturo Humberto Heil
La historia de un músico controvertido
El director británico Bernard Rose vuelve otra vez a meterse en el mundo de la música. Ya lo había hecho en 1994 con La amada inmortal, sobre la vida de Ludwig van Beethoven y su relación con Joséphine von Brunsvick. Esta vez eligió a otro controvertido personaje de la música clásica como fue Niccolò Paganini, más conocido como “el violinista del diablo”.
Paganini fue uno de los más eximios violinistas de la época, e incluso de la historia. Su habilidad para tocar el violín y sus composiciones se consideraron revolucionarias y hasta en muchos casos incomprendidas. Su fama y sus espectáculos con fuego, llevaron a que se tejiera en torno a él la leyenda de que había hecho un pacto con el diablo y, al momento de su muerte el 27 de mayo de 1840 en Niza, el arzobispo de esa ciudad no le permitió ser enterrado en tierra santa y permaneció en un sótano durante un largo período.
Tomando esta parte de la vida de Niccolò Paganini (David Garrett), Bernard Rose construye un relato autobiográfico con toques sobrenaturales, en especial alrededor de la figura de Urbani (Jared Harris), un extraño personaje que irrumpe en la vida del músico en el peor momento de su carrera. Descalificaron su música, y sus actuaciones en lugares de bajo nivel eran motivo de burlas y descrédito.
¿Locura, talento o pacto satánico?
Urbani propone a Paganini hacer de él un músico famoso a cambio de nada en particular, cosa que hace que acepte su propuesta. A partir de allí, la vida del díscolo Niccolò cambia radicalmente. Su fama y reconocimiento llegan a niveles casi comparados con un “rock star” moderno. Italia y Francia ya habían sido conquistadas y solo quedaba Inglaterra, lugar al que viajan gracias al empeño de un productor teatral llamado John Watson (Christian McKay).
El filme refleja la personalidad cambiante, impredecible y libertina del músico. Lo hace de una manera simple y directa, sin eufemismos ni posicionamiento, tanto a favor como en contra, pero siempre dejando abierta la puerta entre el mundo terrenal y el mundo sobrenatural. Esto se ve claramente en el personaje de Urbani, que es sumamente extraño y constantemente está generando la duda en el espectador sobre si es o no el diablo. En un momento del filme, Paganini y Urbani discuten sobre cuestiones artísticas, y este último le dice: “Yo no soy el diablo, el diablo es usted maestro, yo soy su sirviente”, sembrando más dudas aún.
Llama la atención la elección de David Garrett en el papel de Niccolò Paganini, ya que no es actor, sino un reconocido violinista de la actualidad. Eso se nota en la actuación, que es dura y acartonada, además de no ser para nada parecido al verdadero Paganini, que era bastante feo y de nariz grande. Esto desentona bastante con el resto del elenco que sí son reconocidos actores.
Conclusión
Con una excelente banda musical que revive los sonetos creados por Niccolò Paganini, incluida la interpretación de algunas de sus arias, El violinista del diablo es un filme que nos acerca a la convulsionada vida de este genio de la música, y a la vez nos abre una mirada sobre el mito en torno a su destreza y talento, algo que hoy parece muy común, pero que en aquellas épocas era cosa de mandinga.