La Sirenita: Basta de live action
2 minutos de lecturaBienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Seamos honestos, esta película casi que no necesitó de campaña publicitaria, porque se la hicieron gratis en las redes sociales. El racismo latente que se vio en las mismas cuando se supo que Halle Bailey iba a dar vida a Ariel, fue pocas veces visto en los últimos años. Pero ahora llegó el momento de la verdad, y veremos si La Sirenita en su versión live action, tiene algo que ofrecer o es otro intento de Disney de lucrar con sus clásicos (sí, lo es).
Por Jorge Marchisio
A La Sirenita la voy a analizar como algo independiente, así que no la voy a comparar con la animada ni con el relato original. Partiendo de esa base, la historia sigue a Ariel, hija menor del Rey Tritón y que está obsesionada con el mundo de los humanos. Pese a la prohibición de su padre, Ariel sube a la superficie, cosa que alerta a Úrsula, tía de Ariel y hermana de Tritón, y que quiere hacerse con el poder.
De entrada, hay que aclarar algo, y es que Halle Bailey es por lejos lo mejor de La Sirenita. No tanto por su actuación (que es correcta, en este apartado nadie destaca); sino que, a la hora de cantar, vaya pedazo de vozarrón tiene la chica. Escuchándola es entendible el porqué la eligieron, y que aparte, podía cargarse a sus espaldas gran parte de la trama.
Porque lo que es el resto de la película… Disney vuelve a cometer el error de alargar una historia sin necesidad, haciéndola durar unas innecesarias dos horas y diez minutos, en la que al menos, a mí, la parte bajo el mar se me hizo aburridísima. Es recién cuando Ariel sale a la superficie y empieza la trama del romance, donde la cosa mejora un poco (solo un poco), debido a la química que tienen Bailey y Jonah Hauer-King. Eso y alguna que otra canción que si funciona.
En opinión muy personal, creo que Disney debería dejar de insistir con los live action de sus clásicos animados. Primero porque ninguno de ellos estuvo a la altura de la obra original, alargando la historia sin necesidad, y en algunos casos, cargándose la esencia de sus personajes en el proceso. Pero, sobre todo, porque la animación tiene que dejar de ser vista como algo menor; que, por el simple hecho de ser dibujitos, sea solo para un público muy infantil, y por ende, ser producciones vacías de esencia.
Para pensar.
Calificación: Regular