Terror Asiático | Hoy: New Religion
4 minutos de lecturaBienvenidos a una nueva nota de Revista Sincericidio. New Religion es una película japonesa de terror y drama del 2022. Dirigida, escrita, producida y editada por el debutante Keishi Kondo, con fotografia de Sho Mishina; música de Akihiko Matsumoto, Miimm, Abul Mogard y Zeze Wakamatsu.
Protagonizada por Daiki Nunami (Aizawa), Satoshi Oka (Oka), Kaho Seto (Miyabi), Saionji Ryuseigun (Novio), Kuroe Mizuta (Akari).
Sinopsis
Miyabi es una mujer atormentada por la culpa de haber perdido a su hija. Actualmente comparte su vida con su nuevo novio y se encuentra inmersa en la industria de la prostitución. En una ocasión, uno de sus clientes le pide que se deje fotografiar la espalda, pero luego le solicita fotos de otras partes de su cuerpo. Cada vez que regresa a casa después de estos encuentros, una extraña sensación la invade, como si su hija estuviera presente acariciando cada una de las partes de su cuerpo que han sido capturadas en las imágenes.
Para comprender y analizar la crítica social que está presente en la película, es necesario adentrarnos en la lógica de Miyabi. Resulta evidente que aún no ha logrado superar por completo el evento traumático que experimentó en el pasado, específicamente, el momento en que fracasó como madre. Esto se ve resaltado tanto por el estado inmutable de su jardín en el balcón como por la forma casi religiosa en que lo cuida. En cierto sentido, al mantener el jardín en ese mismo estado, ella intenta evitar aceptar completamente la ausencia física de su hija.
No es que intente eludir la realidad de la muerte de su hija, ya que tal evasión es, de hecho, imposible, como evidencian las herramientas de jardinería que constantemente le recuerdan visualmente esa pérdida. Sin embargo, al aferrarse a su jardín, de manera casi obsesiva, Miyabi mantiene viva a su hija de una forma ilusoria, como un fantasma. Dentro de la ausencia que enfatiza ese jardín floreciente, se encuentra una posibilidad fantasiosa de que su presencia filial perdida regrese algún día.
Aquí, el director logra cautivar al espectador desde el principio con su narrativa mediante la presentación de acertijos interrelacionados que contribuyen a un mayor interés. El primero de ellos se centra en desvelar la verdad detrás de la fantasía alucinatoria protectora de Akari, un mundo irreal que representa una relación armoniosa y ficticia entre un niño y su padre. El segundo acertijo aborda la conexión entre el repentino estallido de esta fantasía materializada y el inicio de una ola de asesinatos. Estos enigmas mantienen a la audiencia en vilo, generando expectación y curiosidad a medida que la trama se desarrolla.
El tercer enigma es la obsesión de Oka por fotografiar extremidades y otras partes del cuerpo, sin revelar demasiado sobre el curso de la narración, debe quedar claro que todas las imágenes y significantes apuntan a que Oka, el fotógrafo, se alimenta del estado no resuelto de la pérdida subjetiva, el estado aún por resolver del todo el luto y resuelve la falta que persiste dentro del sujeto con trauma, pero con efectos bastante destructivos.
La película se destaca por su notable y cautivadora composición estética. El director demuestra su talento al crear composiciones tanto estáticas como dinámicas que capturan la atención del espectador de manera excepcional. Además, su habilidad para utilizar el corte de forma elegante es digno de admiración. A través de cortes precisos, se logra establecer un ritmo envolvente visual y al mismo tiempo se cuida la composición de los planos. Esto permite que las revelaciones y los giros en la narrativa impacten de manera poderosa al espectador, sumergiéndolo en la historia de una forma única y fascinante.
El director utiliza imágenes visuales rojizas en constante cambio, combinadas con un diseño de iluminación perturbador y una música inquietante, para lograr un efecto espeluznante. Su objetivo no se limita a impresionar al espectador, sino también a asegurarse de que una sensación de inquietud perdura en la mente a medida que se desarrolla la historia. Esta dosis de inquietud creada mediante la secuencia visual rojiza, permite al director aumentar el impacto y la eficacia de las imágenes perturbadoras.
Con un final emocionante y evocador, esta obra revela de manera impactante la crítica social sobre el profundo vacío que afecta al individuo japonés contemporáneo. El perturbador descenso que se desarrolla en la narrativa del director refleja la falta de conexiones sociales, especialmente la carencia de estructuras simbólicas como las religiones, capaces de contrarrestar el parasitario vacío existencial y sanar las heridas traumáticas de la protagonista.
Conclusión
New Religion es una cautivadora obra que fusiona hábilmente el misterio y el terror con un auténtico y sincero drama romántico. Sumergido en un aura de enigma, sus evocadoras imágenes y simbolismos ejercen un poderoso atractivo, aunque también despiertan una inquietante sensación. No obstante, más allá de su estética visual fluida, se encuentra una mezcla de elementos que transforman la historia en una incisiva crítica social.