Nuevos clásicos | Hoy: El Origen
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. En esta oportunidad voy a inaugurar una nueva sección. Lo que pretende, a juicio de quien escribe, es recuperar esos filmes que con el paso de los años entiende se han convertido en nuevos clásicos del cine. En esta primera entrega voy a recordar un filme que creo es una obra indiscutible de la ciencia ficción y que marcó un antes y un después en lo que al género se refiere, y bien merece estar en la categoría de los clásicos modernos. Me estoy refiriendo a El Origen (2010), del talentoso director Christopher Nolan.
Por César Arturo Humberto Heil
La invención de Nolan
Magnífica, apabullante, ingeniosa y novedosa. Así es El Origen, filme de Christopher Nolan, quien en esta película vuelve a sus comienzos, cuando sorprendía al público y a la crítica con la excelente Memento (2000).
Si aquel filme que lo llevó a la fama resultaba complejo en su estructura y difícil de dilucidar, con El Origen, Nolan logra superarse ampliamente en cuanto complejidad se refiere, porque el filme que interpreta Leonardo DiCaprio es como una cebolla, mientras más capas se sacan más profundo se viaja y más intrincada y sorprendente se vuelve la trama.
En El Origen, la mente humana vuelve a estar presente, esta vez representada a través de los sueños, esos mundos paralelos y desconocidos que aparecen en nuestro subconsciente y que pueblan nuestra imaginación cuando dormimos.
Cobb (Di Caprio) es un personaje que se dedica a meterse dentro los sueños de las personas con el propósito de robarle información confidencial, la cual luego usa en su provecho. Cobb y su equipo enfrentan un nuevo desafío a pedido de Saito (Ken Watanabe): ingresar en la mente Robert Fisher (Cillian Murphy), hijo de un empresario muy importante a punto de morir, con la intensión de sembrar una semilla en su subconsciente para que no siga los pasos de su padre y la empresa termine con la muerte de su fundador. Pavada de idea.

A medida que el equipo liderado por Cobb se va metiendo más profundamente en el inconsciente de Fisher, nuevos sueños van apareciendo y en cada uno de ellos los protagonistas deben vivir distintas situaciones al mismo tiempo, pero en espacios diferentes, por eso lo de las capas de la cebolla. Nolan va construyendo el relato de modo que cada nivel en la profundidad del sueño resulta aún más complejo.
Lo interesante es que nunca sabemos a ciencia cierta qué es lo real y qué es parte del sueño, y esto es porque Nolan no hace distingos desde lo estético. Todo está filmado con la misma luz, el mismo color y la misma banda sonora. De esta manera, el espectador cae en la trampa de no saber nunca cuándo es realidad y cuándo se está dentro del mundo onírico. Como Bioy Casares en La invención de Morel, Nolan crea su propio soñador y al terminar de ver la película uno se pregunta ¿en el sueño de quién estuve metido?
Conclusión
Con efectos visuales que sorprenden y un elenco más que sobresaliente, El Origen está destinada a ser una película de culto, así como las hermanas Wachowsky nos metieron dentro de la Matrix, Nolan lo hizo con los sueños.
Sin dudas, El Origen es una de esas películas que quedará grabada en quienes la hayan visto y será recordada por su osadía argumental, por su complejidad y sus efectos digitales, los cuales son una verdadera maravilla. Sin dudas, un nuevo clásico del cine.
Un detalle para quienes aún no la vieron: estén atentos al plano del final, porque es una verdadera genialidad del director y de seguro les va a volar la cabeza.