Run Rabbit Run: Nos dieron gato por liebre
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Run Rabbit Run es una película australiana de terror psicológico de 2023, dirigida por Daina Reid y escrita por Hannah Kent. Con fotografia de Bonnie Elliott, la música de Mark Bradshaw y Marcus Whale, y la edición de Nick Meyers. Filmada en Waikerie, Adelaida y Melbourne, Australia. Producida por XYZ Films.
Protagonizada por Sarah Snook (Sarah), Lily LaTorre (Mia), Damon Herriman (Peter), Greta Scacchi (Joan), Hugo Soysa (Toby), Trevor Jamieson (Sandy), Georgina Naidu (Andrea), Daniel Henshall (detective inspector Bosch) y Maya Eshet (Dra. Shalev).
Sinopsis
Sarah es una experta en medicina reproductiva que aún no ha superado la pérdida de su hermana Alice, quien desapareció cuando ella tenía solo siete años. La pequeña Mia, hija de Sarah, también tiene la misma edad y comienza a manifestar un comportamiento inusual, asegurando ser en realidad Alice. Al principio, Sarah se muestra escéptica ante esta afirmación, pero a medida que el comportamiento de Mia se vuelve cada vez más errático, empieza a cuestionarse si hay algo más detrás de las palabras de su hija.
Nos encontramos frente a una película de terror aceptable, aunque no es una que será recordada en la historia. Durante la primera mitad de la película, Reid logra generar tensión al mostrar gradualmente cómo Sarah pierde el control frente a los comportamientos cada vez más frustrantes de la niña, Mia. Es innegable que Mia resulta irritante, pero Sarah nunca encuentra la forma de manejarla o calmarla adecuadamente. En cambio, se enfada y se disculpa repetidamente.
En la segunda mitad, se presentan justificaciones y explicaciones para lo que está ocurriendo. Sin embargo, hacia el tercer acto, pierde un poco su rumbo y su resolución no alcanza las expectativas generadas. A pesar de esto, se destacan los elementos inquietantes y las interesantes dinámicas familiares exploradas en gran parte del film. Aunque algunas de ellas son inesperadas, la forma en que se llega a la resolución resulta bastante convencional y repetitiva.
El mundo que Reid crea resulta inquietante. Visualmente, el paisaje australiano siempre impresiona, pero sus reglas no son del todo claras, ya que juega con lo fantástico, lo onírico y lo realista de una manera que, en términos narrativos, puede ser engañosa y resta fuerza dramática. Snook hace esfuerzos notables para dotar de complejidad a su personaje, pero el guión no le brinda el apoyo necesario. Sarah parece depender exclusivamente de la agresión y las disculpas como su modus operandi. Por otro lado, LaTorre, la niña, es una revelación. Aunque su papel se limita a respuestas cortantes y miradas poseídas, logra alcanzar su objetivo.

La caída de Sarah a la locura se manifiesta de manera impactante en el escenario de la película situada en Australia. Allí, los horizontes azotados por el viento, los imponentes acantilados y las nubes tormentosas sobre exuberantes colinas verdes crean un paisaje inquietante. Los aleteos de los pájaros volando en bandadas por su antiguo hogar y los árboles que parecen brotar de un río púrpura añaden un elemento misterioso. La película utiliza una paleta de colores envejecida por la intemperie, con predominio de amarillos pálidos y grises polvorientos durante el día, lo que contribuye a la atmósfera sombría y perturbadora.
Hacia la noche, la oscuridad se adueña del entorno, transformando incluso las casas bien iluminadas y las habitaciones acogedoras en lugares que generan inseguridad. La directora de fotografía Bonnie Elliot utiliza de manera cuidadosa estos estados de ánimo para crear una sensación visual que refleja la espiral de Sarah. La estética de la película se vuelve cada vez más caótica a medida que Sarah se aleja de la realidad. Cuando ella entra y sale de un estado de ensueño, las imágenes pueden aparecer borrosas o desorientadoras en primer plano, para luego enfocarse abruptamente cuando regresa a la realidad.
La película muestra cierta indecisión en cuanto a la mejor manera de representar las invocaciones del pasado de Mia, así como en la perspectiva narrativa que debería seguir. Transita abruptamente entre una película espeluznante para niños, una historia de fantasmas y el relato de una mujer enloquecida, sin permitir que ninguno de estos aspectos de terror perdure lo suficiente como para generar una conexión emocional coherente.

Como resultado, se pierde el sentido emocional de la trama y se dificulta la inmersión del espectador. Sería beneficioso para la película establecer una dirección más clara y mantener una atmósfera constante, lo que permitiría una mejor comprensión y apreciación de los elementos de terror en la historia de Mia.
En tanto que se desarrollen estas tramas, se personalizan en historias paralelas que colapsan abruptamente, ya que sus elementos literales y simbólicos rara vez se entrelazan de manera efectiva. La película es una mezcla de ideas que constantemente socava su propio impacto debido a su falta de decisión y cohesión. Sin embargo, hay margen de mejora en cuanto a su estructura narrativa y el aprovechamiento de sus simbolismos para lograr un impacto más sólido y coherente.
Conclusión
La película se presenta como un cautivante y provocativo drama de terror, enraizado en los temas del dolor, la salud mental y las decisiones pasadas. Sin embargo, lamentablemente, la trama carece de una dirección clara, lo que dificulta la conexión con la historia. A pesar de la inminente tempestad y el impresionante escenario de la casa, todos estos elementos se desvanecen ante la debilidad narrativa.