Painkiller: Medicina letal
4 minutos de lecturaBienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Painkiller es una miniserie dramática estadounidense hecha para Netflix, creada y escrita por Micah Fitzerman-Blue y Noah Harpster. La serie de seis episodios se basa en el artículo de Patrick Radden Keefe en el New Yorker «The Family That Built an Empire of Pain» y Pain Killer: An Empire of Deceit and the Origin of America’s Opioid Epidemic de Barry Meier. Se centra en el nacimiento de la crisis de opioides con énfasis en Purdue Pharma, el fabricante de OxyContin. Está dirigida por Peter Berg, con fotografía de Brendan Steacy, música de Matt Morton, y edición a cargo de Garret Donnelly y Geofrey Hildrew. Filmada en Toronto, Ontario, Canadá y en Nueva York, Estados Unidos desde el de 9 agosto del 2021 al 5 de noviembre del 2021.
Protagonizada por Uzo Aduba (Edie Flowers), Matthew Broderick (Richard Sackler), Sam Anderson (Raymond Sackler), Clark Gregg (Arthur Sackler), Taylor Kitsch (Glen Kryger), Carolina Bartczak (Lily Kryger), Tyler Ritter (John Brownlee), John Ales (Dr. Gregory Fitzgibbons), Ron Lea (Bill Havens), Ana Cruz Kayne (Brianna Ortiz), West Duchovny (Shannon Schaeffer), Jack Mulhern (Tyler Kryger), Dina Shihabi (Britt), John Rothman (Mortimer Sackler), John Murphy (Michael Friedman) y Noah Harpster (Dr. Curtis Wright).
Sinopsis
Esta es una narración ficticia que nos adentra en los acontecimientos para explorar los orígenes y las ramificaciones de la crisis de opioides en Estados Unidos. La obra resalta las historias de aquellos involucrados, desde los responsables hasta las víctimas y los incansables buscadores de la verdad, cuyas vidas se ven irrevocablemente transformadas por la introducción de OxyContin.
«Painkiller» brinda una perspectiva parcialmente ficticia sobre la crisis de los opioides y la explotación de OxyContin por parte de Purdue Pharma, a costa de aquellos atrapados en las garras de esta droga. No obstante, los excesos en el tono y el uso desmedido de recursos dramáticos debilitan el impacto de esta miniserie de Netflix. Estos excesos restan valor incluso a las secuencias iniciales, que intentan transmitir lecciones significativas.
Las conmovedoras escenas iniciales de la serie establecen un tono impactante. Cada uno de los seis episodios presenta a individuos reales que han sufrido la pérdida de seres queridos debido a la adicción a OxyContin. Estas escenas funcionan como un llamado a la responsabilidad, subrayando que aunque la serie es ficticia, el dolor y la angustia que experimentan son auténticos. Esta elección narrativa es un vívido recordatorio del verdadero costo que estos trágicos acontecimientos tienen en la vida real. Además, cumple una doble función al brindar una base emocional sólida para el desarrollo de «Painkiller», al mismo tiempo que previene que la trama tome derroteros exagerados y desencaminados.
La serie se enfoca en la figura verídica de Richard Sackler, de Purdue, quien priorizó las ganancias millonarias provenientes de la sobre-prescripción de dosis cada vez más altas de OxyContin por encima de todo lo demás. Entre tanto, otros personajes esenciales toman forma, como Edie Flowers, una investigadora impulsada por su experiencia personal y el impacto económico de la adicción. Asimismo, se presenta a Glen Kryger, un individuo común cuya lesión en la espalda lo sumerge en una oscura espiral de gestión del dolor recetado que inexorablemente devasta su vida.
Otro eje fundamental se desarrolla alrededor de Shannon Schaeffer, una joven representante de ventas reclutada por Britt, una experta en el arte de persuadir con sutileza a los médicos, en su mayoría hombres, para que receten OxyContin. Este hilo refleja la ambición desenfrenada en el entorno laboral, desencadenando una reacción contundente por parte del personaje interpretado por Uduba, quien de manera oportuna y mordaz tilda sarcásticamente al grupo de agentes modelo de Purdue como las Barbies de Malibú.
Simultáneamente, la escritura continúa impregnando la narrativa con incrementos sustanciales de absurdo y una moralidad contundente. Este enfoque abarca incluso su punto más discutible: retratar a Sackler involucrado en extensas conversaciones con su difunto tío, Arthur Sackler, quien fundamentalmente le aconseja en el arte de la insensibilidad al priorizar las ganancias por encima del bienestar humano, en lo que podría considerarse como el apogeo de lo cuestionable.
Una de las destacadas características de “Painkiller” encuentra su apogeo en su inicio. Cada uno de los seis episodios, con una duración de una hora, se inicia con la voz de un no actor que enuncia un descargo de responsabilidad, delineando la base de la serie, fundada en hechos verídicos pero enriquecida con elementos dramáticos. No obstante, entre las resonantes palabras surge la firme afirmación: «Mi historia no es una invención», y así, comparten recuerdos y retratos de seres queridos cegados por los opioides.
Esta conmovedora conexión con la realidad y la devastación que trae consigo actúa como un contundente recordatorio de que las consecuencias narradas son tangibles y desgarradoras. Su impacto, aunque sutil, golpea con una intensidad visceral, manifestando su poderosa eficacia.
Conclusión
Quizás preocupado por evitar aburrir o desanimar a la audiencia con estas realidades, “Painkiller” las oculta bajo un aluvión de secuencias fantásticas, montajes dinámicos, un estilo de edición vibrante y momentos reconocibles de impacto. Además, de manera ambiciosa, presenta una gama diversa de perspectivas para brindar una visión más holística de la tragedia en torno a OxyContin. Pero lo hace en forma absurda a mí parecer.