MEG 2: Haciendo agua por todos lados
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Cuando en 2018 se estrenaba The Meg, de Jon Turteltaub, tenía buenas expectativas, ya que hacía unos años atrás había leído la novela de Steve Alten, y si bien el texto no está escrito con maestría, al menos en ese momento me resultó sumamente entretenido.
Por César Arturo Humberto Heil
Años previos a su estreno se rumoreaba que quien estaba trabajando en la dirección, era el nacido en los países bajo Jan de Bont, lo que también me generaba cierto entusiasmo. Pero todo cambió con el estreno. Ya no estaba Jan de Bont en la dirección y ahora aparecía Jon Turteltaub en su reemplazo, y la trama original daba paso a un blockbuster insoportable con un Jason Statham como el ambientalista Jonas Taylor mostrando sus músculos y nada más. No podía creer que, de una novela aceptable, hubieran gestado un producto tan vacío, inverosímil, cargado de CGI y con personajes completamente acartonados.
Pasaron cinco años para que los productores decidieran llevar a la pantalla grande otra novela de Steve Alten como MEG 2: The trench (algo así como la fosa, aquí traducido como el abismo). La historia continúa y amplía de algún modo, el universo del gigantesco Megalodón.
Para esta oportunidad, quien se puso detrás de las cámaras y asumió el mando fue el director británico Ben Wheatley, uno de los directores más personales e interesantes que ha dado el cine contemporáneo. Los resultados muestran que cuando se ha apartado de sus producciones más independientes para dirigir películas por encargo, como la nueva versión del clásico filme Rebeca (2020) del genial Alfred Hitchcock, no le fue para nada bien.
A priori, uno pensaba que quizá un filme mucho mejor podía emerger de las oscuras aguas del océano en donde había caído The Meg, pero las expectativas puestas, esta vez con más reservas, se derrumbaron inmediatamente otra vez hacia el abismo más oscuro con el estreno, ahora en las plataformas HBO y HBO Max, de MEG 2: El abismo (2023).

La trama es muy simple. Luego de la muerte de Zhang (Winston Chao) y Suyin (Li Bingbing), quien toma el mando de la compañía de investigación oceanográfica es su hijo Jiuming Zhang (Jing Wu). Junto con el ambientalista Jonas Taylor (Jason Statham) y su equipo, deciden bajar al abismo (the trench) para seguir con las investigaciones sobre animales prehistóricos. Allí son atacados desde una base petrolera por un grupo de terroristas. Las explosiones provocadas por el ataque no solo liberan a más megalodones, sino que también salen a la superficie otras criaturas gigantescas como calamares y pulpos.
Repitiendo y ampliando los mismos problemas
El mayor problema que tiene MEG 2: El abismo, es no solo haber replicado los errores de la anterior película, sino que los ha multiplicado significativamente, haciendo que terminar de ver la película se convierta en un verdadero esfuerzo.
El guion escrito por Jon Hoeber, Erich Hoeber y Dean Georgaris, es una sucesión de situaciones tan inverosímiles que hasta un niño de 8 años saldría espantado.
La escena en donde salen del submarino a una profundidad de más de 8.000 metros y caminan por el lecho marino como si estuvieran paseando por la calle Florida, ya era un verdadero despropósito. Esta situación inverosímil demuestra la ignorancia sobre lo que dice la ciencia respecto a la terrible presión que se ejerce sobre los cuerpos y los objetos a esa profundidad, algo que en la actualidad es completamente imposible. Puedo asegurar que hoy no hay ningún traje, por más tecnología que se tenga, que pueda aguantar semejante presión.

Parece que a los guionistas y al director la ciencia les importa muy poco y regresan con algo todavía peor, que es que Jonas Taylor salga a esa profundidad a nadar sin traje y sin tubos de oxígeno y encima llegue vivo a destino. Increíble. En la realidad, hacer eso hubiera resultado en su muerte en apenas unos segundos. Piensen que el submarino Titán de la compañía Ocean Gate implosionó a una profundidad de 3.000 metros. Acá estamos hablando de más del doble.
Por otro lado, la trama es muy aburrida y solo levanta un poco hacia el final gracias a la parafernalia de efectos digitales. Los personajes siguen siendo tan o más acartonados que en la primera entrega y como ninguno se cree el personaje que le toca interpretar, las actuaciones son un verdadero espanto.
Por su parte, Ben Wheatley, pone toda su energía en los efectos digitales, lo que hace que el filme nada tenga que ver con las películas que nos tiene acostumbrado el director de Kill List (2011) y Sightseers (2012), demostrando que salirse de su cine tan particular, no le hace nada bien.
Conclusión
MEG 2: El abismo es peor que The Meg y queda demostrado en los puntajes que cada filme tiene en IMDB. Su absurda y aburrida trama, su exprofesa falta de rigor científico y sus diálogos y actuaciones esquemáticas son las principales fallas por las que transita el filme.
Está claro que sumar novedosos efectos digitales y más monstruos marinos no resuelven los problemas mencionados. Desconozco si estos desaciertos son parte de la novela o si son modificaciones realizadas a la hora de la adaptación, ya que no leí Meg 2: The trench. Lo que puedo decir, es que con un poco más de trabajo en el guion se podría haber evitado el fiasco de una costosa producción que hace agua por todos lados.
Disponible en HBO y HBO Max
Calificación: Mala