Desaparecer por completo: El horror en primera persona
4 minutos de lecturaBienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Me he llevado una grata sorpresa después de ver la película mexicana Desaparecer por completo (2022), dirigida por Luis Javier Henaine. La película destaca no solo por su atrapante trama, sino también por su acertada realización, que es uno de los puntos más fuertes y eleva notablemente su calificación final.
Por César Arturo Humberto Heil
Santiago (Harold Torres) es un fotógrafo independiente que se gana la vida sacando fotos de cadáveres para un medio amarillista local. Sus contactos con la policía le permiten estar siempre en el lugar antes de que lleguen los equipos forenses, lo que le permite obtener primicias exclusivas.
Un día, cuando había quedado en cenar con su novia Marcela (Tete Espinoza), recibe una llamada informándole que han encontrado muerto a un importante senador de la nación. Ante este aviso, Santiago decide dejar la cena de lado e ir al lugar donde está el cadáver. Sin embargo, antes de abandonar a Marcela, ella le revela que está embarazada. Santiago no tiene intenciones de ser padre, por lo que la noticia no le cae nada bien. A pesar de esta inesperada revelación, Santiago sigue adelante con su búsqueda de la primicia. Lo que no sabe es que esta decisión lo llevará por un oscuro camino de brujería del cual no tendrá retorno.
Perdiendo el control
Después de tomar fotos del senador y descubrir que no está muerto como se creía, Santiago es asaltado a la salida. A partir de ese momento, las cosas comienzan a cambiar en su vida. Poco a poco, empieza a perder los cinco sentidos, comenzando por el olfato y el gusto, para luego continuar con los restantes.
Cuando encuentra un sapo disecado con la panza cocida debajo de la mesada de su cocina, se da cuenta de que algo no está bien y busca ayuda en Leonor (Norma Reyna), una curandera. Ella lo lleva con un Chamán para que le realice un ritual de sangre, en el cual debe sacrificar a su perro.
Sería inapropiado de mi parte contar más detalles, ya que si hay algo que mantiene atrapado al espectador es saber por qué está perdiendo los sentidos, qué relación tiene con el senador (quien está en la misma condición que él) y quién es el que le ha hecho tan terrible maleficio.
Lo interesante es que la película se puede interpretar desde dos aspectos diferentes. Por un lado, podemos inferir que todo es parte de una somatización ante el inesperado anuncio de que Marcela va a tener un hijo suyo. Esto queda planteado en dos momentos. Primero vemos que la pérdida de los sentidos se inicia después de que él se entera de que va a ser padre, y segundo, cuando después de hacerle los estudios y no encontrarle nada patológico, la doctora le menciona que existen casos en donde se pierden algunos sentidos por causas psicológicas.
Por otro lado, tenemos la cuestión del embrujo realizado a través del sapo, siendo esta la línea argumental más fuerte y por donde transita el desarrollo de la historia. Ambos caminos, el psicológico y el espiritual, convergen en un mismo punto: la pérdida de toda humanidad, la cual vemos representada en los sentidos que se desvanecen. Quizá sea un castigo por perturbar la intimidad de los cuerpos muertos, no lo sé.
El director Henaine construye un relato asfixiante en donde el espectador lo vive casi en primera persona. El recurso de mostrar un cuerpo putrefacto y ver cómo los policías vomitan por el olor nauseabundo, mientras él no siente nada, es devastador. Lo mismo sucede al disminuir los sonidos cuando empieza a perder la audición o al desenfocar las imágenes cuando le toca el turno a la vista, y achicar la pantalla al formato 4:3 para generar más opresión.
El encuentro final con el brujo que le ha hecho el maleficio es de lo más aterrador que he visto. La ambientación, llena de velas, deidades paganas y demoníacas, junto a la figura difusa del nigromante, cierra un momento verdaderamente espeluznante. Especialmente cuando escuchamos con una voz oscura y lacerante que es lo que le pide a cambio para quitarle la maldición.
Conclusión
Desaparecer por completo es un filme de terror inteligente, que mezcla el drama convencional con chamanismo, brujería y supersticiones. Pero que a la vez deja un leve escozor en el espectador ante la posibilidad de que tales rituales invocados con las fuerzas del mal puedan ser una realidad. Abre una interesante discusión sobre el rol del fotógrafo amarillista y plantea, además, una aguda mirada sobre la paternidad no deseada. Más no se le puede pedir.
Calificación: Muy buena
Disponible: Streaming