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La mesita del comedor: El éxito de una buena estrategia de marketing

4 minutos de lectura
La mesita del comedor

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Si había una película que su historia se había mantenido en secreto bajo cuatro llaves era La mesita del comedor (2022) del director español Caye Casas, codirector junto a Albert Pintó de la aclamada Matar a Dios (2017).

Por  César Arturo Humberto Heil

Esta decisión de no adelantar nada de la trama, está completamente justificada. Ya que conocer de antemano la relación de la mesita que da nombre al título con la historia de los personajes, hubiera tirado por la borda las aspiraciones de la película. Porque si hay algo que funciona, y que considero su mayor mérito, es dejar que la intriga te carcoma el cerebro y la acción te sorprenda como una inesperada trompada de boxeador.

Seguramente, aquellos que no vieron la película estarán esperando saber que misterio se esconde alrededor de La mesita del comedor de la que tanto se ha hablado. En este sentido, debo ser honesto y decir que antes de verla mi mente voló por otros lugares que la película nunca toca ni siquiera de cerca. Por lo que, no voy a revelar lo medular de esta historia y voy a seguir la estrategia planteada por los creadores.

Menos sepas mejor

El hermetismo es la clave para que La mesita del comedor funcione. Ahí está la clave del éxito. Esto demuestra cómo una buena estrategia de marketing puede hacer que una producción independiente de bajo presupuesto y con una historia limitada, se convierta en una película de la que todos hablan.

Jesús (David Pareja) y María (Estefanía de los Santos) acaban de ser padres de un hermoso hijo al que han llamado Cayetanín. En esta nueva etapa de padres primerizos terminar de amoblar el piso en el que viven es una de sus prioridades. Por eso van a una mueblería a comprar una mesita para poner en el comedor.

La mesita del comedor

La mesita en cuestión es espantosa, pero la habilidad del vendedor (Eduardo Antuña) por sacarse de encima una mesita cuyo cristal es irrompible y que, según sus palabras, les va a cambiar la vida. Esto hace que Jesús termine tomando la decisión de comprarla pese a que su mujer no esté de acuerdo. Decisión más que desacertada que llevará a la pareja a un destino trágico e inevitable.

Ante todo tensión

Lo mejor de La mesita del comedor es como el director Casas va construyendo tensión alrededor de algo que a esta altura el espectador sabe pero que el resto de los personajes no. Es decir que el mismo mecanismo de ocultamiento se utilizó en la previa al estreno. Y es lo que sustenta a toda la película. Esto se llama coherencia.

Claro que no todo es perfecto y a medida que avanza la historia uno empieza a vislumbrar que algunas cosas están forzadas. El estiramiento en subtramas como el de la vecina de 13 años que está enamorada de Jesús, o la del vendedor que, oh, casualidad, también está enamorado del mismo personaje, pueden verse como innecesarias y estar meramente de relleno.

La mesita del comedor

Ahora si uno intenta hilar más fino, quizá encuentre alguna justificación en un concepto más ligado con lo religioso. Los personajes principales se llaman Jesús y María, dato no arbitrario, por lo que podemos inferir que ese enamoramiento es una representación del amor hacia Cristo. No sé, quizá esté divagando mucho.

Los últimos minutos son de antología y su final brillante. Después de una cena en la que están el hermano de Jesús Carlos (Josep María Riera) y su nueva novia Cristina (Claudia Riera) y en donde toda la tensión generada se ha ido acumulando como escape silencioso de gas. Es ahí donde la resolución, a pesar de ser algo previsible, explota como un sonoro petardo. Además, se precipita en caída libre como una montaña rusa, liberando al espectador de la presión generada al igual que un globo que se desinfla.

Conclusión

Haciendo un análisis más minucioso se puede pensar que La mesita del comedor es una película tonta e inverosímil. Además se podría haber contado en un cortometraje. Ahora, lo que no se puede cuestionar es que lo poquito bueno que tiene, que no es otra cosa que la incertidumbre inicial de no saber qué va a suceder, funciona a la perfección y ese es su gran mérito.

La mesita del comedor

Como mencioné con anterioridad, a la película hay que verla sin saber demasiado. Y eso garantiza que las expectativas estén bien altas y que uno la vea predispuesto a la sorpresa.

Si siguen estos consejos lo más probable es que La mesita del comedor les vuele la cabeza, si no lo hacen, seguramente saldrán algo defraudados. Igual creo que vale la pena verla, sea cual sea la circunstancia en la que se encuentren.

Calificación: Buena

Disponible: Internet

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