Begotten: El viaje alucinante
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Begotten (Engendrado) de E. Elias Merhige, es un film que se podría encuadrar dentro del género experimental. Con el paso del tiempo se ha convertido en la obra de culto de este realizador neoyorkino, responsable de la magnífica “La sombra del vampiro“. El film, realizado en 1991, es el primer largometraje del director y deja al descubierto algunas de sus obsesiones más oscuras. Al ver la película, uno experimenta una fuerte sensación de repulsión, desagrado e incluso deseos de abandonar la visualización.
Por César Arturo Humberto Heil
Este efecto deliberado, que Merhige consigue desde el inicio, está cimentado en tres puntos sobre los cuales trabaja el realizador. El principal punto es la historia, muy débil, por cierto, pero suficiente para empezar creando en el espectador un distanciamiento involuntario. Imagínense contar la historia de la creación del mundo desde su engendramiento hasta su decadencia y muerte. Todo representado por actores que interpretan roles tan subjetivos como el de Dios, por ejemplo.

El segundo punto se manifiesta en los recursos narrativos con los que Elias Merhige elabora su discurso. Y aquí hay que hacer un punto y aparte, porque son esos recursos expresivos los que le dan al film ese carácter mítico y esa valoración simbólica del pensamiento onírico. Ver el film se acerca más a una experiencia pesadillesca, de esas en donde la razón se entremezcla con una realidad difusa y exacerbada. Para lograrlo, Merhige hace uso de un montaje extremadamente lento, fuerte factor de disociación y utiliza una banda de sonido hiper realista, sin música que acompañe las escenas. Este factor apunta a la estratificación de los sentidos. Es allí donde el realizador quiere bucear, en el campo fértil de las sensaciones. Por eso, prescinde de cualquier elemento que pueda romper ese clima de pesadilla.

Por último, está la fotografía, cuyo trabajo de laboratorio denota días enteros de minuciosa experimentación. A lo largo del film, uno se encuentra con imágenes muy contrastadas, en un blanco y negro rabioso altamente subexpuesto, para luego pasar a una serie de imágenes sobreexpuestas en donde el brillo del blanco es tan potente que lastima la vista, todo esto rodado a 20 cuadros por segundo, lo que genera una distorsión general de la imagen que hace muy difícil concentrase en lo que uno ve (otro efecto de disociación).

El tercer y último punto está en las imágenes, pero no ya desde un punto de vista estético sino desde un punto de vista diegético. Uno asiste asombrado a situaciones de extrema crudeza cuya representación icónica se acerca al cine “snuff”. Ver “Begotten” es sin duda una de las experiencias más sobrecogedoras del séptimo arte, es como si a uno lo enviaran directo al infierno, o al cielo, según sea la creencia, y le dicen solamente que mire, y uno observa aturdido, horrorizado, el derrotero de la creación humana expuesto de la manera más brutal posible.

El film, por su fuerte estética expresionista recuerda a “Eraserhead“ de David Lynch, pero si se comparan ambas películas, “Begotten” le saca unos cuantos cuerpos de ventaja.
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