Fue la mano de Dios.
2 minutos de lecturaPor César Arturo Humberto Heil.
Belleza italiana.
Fue la mano de Dios, último film de Paolo Sorrentino, es uno de los trabajos más logrados y más bellos del director italiano, hacedor de grandes películas como La gran belleza (2013) y Juventud (2015) y que debería tener su lugar en la competencia oficial al Oscar para Mejor Película extranjera de este año.
La historia, cuya inspiración en el cine italiano de los años setenta y ochenta es evidente, en especial aquel que hicieron Federico Fellini, Mario Monicelli y la recientemente fallecida Lina Wertmüller, parte de una tragedia familiar, sucedida al joven Fabietto Schisa (Filippo Scotti) para contarnos cómo esa “mano divina” que menciona el título, y la mitología surgida alrededor de la figura de Diego Armando Maradona, marcaron su futuro como cineasta.
Con Fue la mano de Dios, Sorrentino logra la madurez necesaria para desarrollar un film personal, emotivo y divertido a la vez, que revive el espíritu del tradicional cine italiano de la mejor manera. La familia, el futbol, los amores, las amistades, el despertar del sexo, la muerte, la ira y el deseo constante de una búsqueda de identidad son el motor que movilizan a esta maravillosa película.
Sorrentino sabe perfectamente qué es lo que quiere contar y por eso se toma algunas licencias para fortalecer la historia. Un ejemplo claro es el encuentro de Fabietto con el director Alberto Capuano, que a finales de los años ochenta, época en la que transcurre la trama, todavía no había dirigido nada, su primera película fue Vito e gli altri y es de 1991. Claro que a nadie le importa si Capuano todavía no era un director consagrado, lo que importa aquí es el amor al cine y el despertar al mundo adulto de un adolescente atravesado por la tragedia que busca ser alguien a pesar de lo vivido.
Con escenas y personajes que recuerdan a Fellini, como el de la tía Patrizia (Luisa Ranieri) una hermosa mujer que tiene enamorado a Fabietto, tomando sol completamente desnuda y que no está muy bien de la cabeza, al punto de terminar recluida en un hospicio psiquiátrico, Fue la mano de Dios nos transporta a una época dorada del cine italiano y nos sumerge en un entrañable viaje, el que emprende Fabietto, y del cual somos anónimos acompañantes de sus aventuras y también de sus desgracias.
Celebro que el cine italiano hable de sí mismo y de sus referentes, y aplaudo a Paolo Sorrentino por hacer de una historia personal y dolorosa, una verdadera obra de arte. La pueden ver en Netflix.