The Lost Daughter.
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Por César Arturo Humberto Heil.
Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.
La clave está en los detalles.
The Lost Daughter es el debut en la dirección de la actriz Maggie Gyllenhaal y debo decir que me sorprendió gratamente.
El film, estrenado en la señal de streaming Netflix, está basado en la novela del mismo nombre de la escritora italiana Anita Raja y cuyo seudónimo es Elena Ferrante, se presenta como un producto complejo desde el principio, en donde el espectador debe ir atando cabos sueltos y prestar mucha atención a los detalles, ya que la clave de poder saber qué le sucede a la protagonista está en esa necesaria doble lectura.

La historia nos habla de Leda Caruso, rol a cargo de la excelente Olivia Colman, una mujer inglesa de 48 años que decide pasar unas vacaciones en una playa de Grecia.
Leda no es una mujer común, es traductora de italiano y demuestra tener un carácter algo particular, ya que es bastante solitaria y no le agrada ser molestada mientras disfruta de la calma que le ofrece ese lugar paradisíaco.
Pero esa calma en la que se ve inmersa por unas horas, se empieza a disipar cuando el balneario es invadido por una numerosa familia de griegos residentes en Estados Unidos y que han copado la playa como si fueran sus dueños. Se apoderan de los mejores lugares, son ruidosos y muy molestos para el carácter reservado de Leda. A Leda no le queda otra que adaptarse y, en esa adaptación, empieza a prestarle atención a dos de las mujeres del grupo.

Primero recala su observación minuciosa, casi etnográfica, en Callie (Dogmara Dominczyk) una atractiva y madura mujer que está en avanzado estado de embarazo. Rápidamente sus agudos ojos de “voyeurista” reposan en Nina, personaje interpretado por una irreconocible Dakota Johnson, una hermosa y joven mujer que tiene a Elena, una hija de unos 6 años.
Elena es una niña inquieta, absorbente, que no deja a su madre disfrutar del lugar. Es a partir de aquí que la trama empieza a ponerse cada vez más compleja, al punto de generar una necesidad de querer saber qué esconde la particular Leda.
Lo que ve en aquella madre dispara en ella una serie de recuerdos, apenas fragmentos de su pasado, escasos flashes que van aumentando en cantidad y duración con el correr de la trama y son las únicas piezas con las que cuenta el espectador para ir armando esa historia paralela, hasta llegar al final y saber qué fue lo que realmente sucedió con una joven Leda, interpretada por una brillante Jessie Buckley.

The Lost Daughter es un sutil ejercicio narrativo en donde los tiempos se alternan para ir construyendo una personalidad compleja. Leda no es una mujer fácil de desentrañar y su pasado oscuro parece tener puntos de contacto con Nina y su vida.
El film, que demuestra que la actriz Maggie Gyllenhaal posee buenos dotes para dirigir, toca temas como el rol de ser madre cuando se es una estudiante universitaria, la infidelidad, el abandono, las obsesiones maniacas compulsivas, los mandatos familiares, la falta de responsabilidad y empatía ante los hijos y la perversidad humana en la toma de algunas decisiones.

The Lost Daughter no es un film perfecto, ya que algunos personajes como es el caso de Lyle, el casero del departamento en el que está parando Leda, papel interpretrdo por el siempre correcto Ed Harris, no aporta mucho a la trama y su inclusión podría no haber estado, que da lo mismo, o algunas situaciones algo forzadas y extrañas como el patoterismo del esposo de Nina Toni (Oliver Jackson Cohen) y algunos miembros de la familia hacia Leda, y la extraña sumisión que tiene Will (Paul Mescal) el cuidador del balneario también con Leda.

A pesar de esas cuestiones de personajes y trama que empañan apenas el resultado final, The Lost Daughter es un film muy disfrutable, de esos que no son fáciles de interpretar y que requiere de un esfuerzo extra del espectador, que como dije al principio, deberá estar atento a cada uno de los detalles, que muy sutilmente nos va entregando el guion y eso, en los tiempos que corren, ya es mucho.