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Gold.

4 minutos de lectura

Por César Arturo Humberto Heil.

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.

Codicia.

Gold, del actor y director Anthony Hayes, es un film brutal, duro, de esos que te secan el alma, te carcomen por dentro y te dejan reflexionando sobre uno de los peores pecados del ser humano, la codicia

Ambientada en el desierto y en un futuro no tan lejano, en donde algo sucede en las grandes ciudades de Australia y las personas escapan hacia los lugares más inhóspitos del continente, Gold es un imponente western mezclado con tragedia y filmado soberbiamente por el director Hayes, quien expone a través del lente de la cámara, la suciedad y la decadencia de la zona con una pasmosa crueldad, reforzando así una pintura de personajes patéticos que viven en un lugar olvidado y despreciable. 

Un extraño, interpretado por un increíble Zac Efron, llega en tren a un mísero paraje en medio del desierto australiano. Allí lo espera un contacto que lo llevará a El recinto, un alejado lugar en medio de la nada, donde la gente va con la intención de hacerse millonario buscando oro. El hombre, rol a cargo del director Anthony Hayes, es un viejo zorro conocedor del camino que lo llevará a destino, pero también es un ser ambicioso y manipulador. Por su parte, el extraño se muestra como un hombre curtido, de pocas palabras y castigado por una vida dura, lo cual queda demostrado por la enorme cicatriz que le atraviesa todo el rostro.

El viaje es largo, casi infinito. Kilómetros y kilómetros de aridez, en donde no se ve ninguna vegetación, ningún otro ser humano y donde los dingos, perros salvajes de la zona, los acechan constantemente. En un momento del recorrido, la camioneta se detiene por una falla causada por un exceso en el uso del aire acondicionado. Los dos hombres han quedado varados en medio de la nada y expuestos a un inclemente sol. 

Mientras el conductor repara la camioneta, el extraño se aleja unos metros y descubre una piedra enterrada que le llama la atención. Es oro, y es enorme. Entre los dos intentan desenterrarla, pero es tan grande que todos los esfuerzos realizados son infructuosos. La única solución es conseguir una excavadora, pero alguien debe ir por ella y otro debe quedarse resguardando la enorme roca. El viejo, un perfecto manipulador, hace que el extraño desee quedarse allí cuidando el tesoro y él vaya por la excavadora. 

El viaje de ida y vuelta podrá llevarle unos cinco días, por lo que el extraño quedará solo enfrentándose a sí mismo, al hostil clima, a las serpientes y escorpiones, a los perros salvajes, a la locura y a un personaje que lo llevará al límite de sus acciones.

A partir de aquí, Gold es un verdadero ejercicio de puro cine, en donde las referencias al film Codicia (1924) de Erich Von Stroheim son inevitables. El escenario, los personajes, los encuadres y algunas situaciones de la trama nos remiten ineludiblemente a esa joya del cine mudo. También existen importantes referencias a westerns norteamericanos como Lust of gold (1949) de S. Sylvan Simon y George Marshall y al clásico del cine australiano Mad Max (1979) de George Miller.

Un párrafo aparte merece la actuación de Zac Efron, quien compone un personaje complejo de manera soberbia, en donde lo físico cumple un rol muy importante llevándose, para mi gusto, una calificación sobresaliente. 

También es destacable la excelente fotografía de Ross Giardina, quien logra capturar hermosos atardeceres en el desierto de una manera sublime, en donde destaca el contraluz.  

Los efectos de maquillaje son perfectos y acompañan de forma muy realista la degradación del personaje, al que se le va secando la piel producto del impiadoso sol, la falta de agua y el extremo calor. 

No es arbitrario que Hayes y su coguionista Polly Smyth no les hayan puesto nombre a los personajes, dándole una universalidad a esos seres codiciosos. En este caso, la codicia de estas personas anónimas, malvadas y sin nada que perder, los lleva al extremo de hacer cualquier cosa por quedarse con ese gigantesco pedazo del vil metal, incluso matar.

Gold es una dura película, filmada con maestría, llena de referencias a clásicos del cine, con unos planos generales que obnubilan por su belleza estética, ajustándose perfectamente al relato y al entorno, lo que demuestra el talento de Hayes como un gran director. También tiene una tormenta de arena verdadera que es de las más espectaculares que se han visto en una película. Su sórdida trama nos hace pensar sobre el valor verdadero de las cosas, y hasta qué punto vale la pena arriesgarlo todo por un bien material. 

Para ver y reflexionar. 

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