The Sadness.
5 minutos de lecturaPor Daniel López Pacha.
Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.
The Sadness (La Tristeza), es una película de terror taiwanesa, escrita y dirigida por el canadiense Rob Jabbaz, siendo este su debut como director de largometrajes. Está fuertemente inspirada en la serie de cómics Crossed. Fue filmada en la ciudad de Taipei, Taiwan.
Con fotografía de Jie Li Bai, editada por Rob Jabbaz, música de TZECHAR y producida por los Estudios Machi Xcelsior. Protagonizada por Berant Zhu (Jim), Regina Lei (Kat), y Tzu-Chiang Wang (hombre de negocios).
Sinopsis.
Una joven pareja es llevada al límite de la cordura mientras trata de reunirse en medio del caos de un brote pandémico. Las calles se convierten en violencia y depravación, a medida que los infectados se ven empujados a realizar las cosas más crueles y horribles que uno se pueda imaginar. Asesinato, tortura, violación y mutilación son solo el comienzo. Ya pasó la era de la civilidad y el orden.
Advertencia: “The Sadness” contiene numerosas escenas de violencia sexual, incluyendo violación. Proceda con precaución.
La premisa es básica. El mundo vive asolado por una extraña pandemia, llevando a los seres humanos a sacar sus costados más primitivos. Acá no salen a los balcones a aplaudir, ni salen reforzados y mejores de esa situación. Los infectados se convierten en psicópatas asesinos, y sin ningún tipo de escrúpulo arremeten contra cualquier persona que se cruce en su camino. Y lo que es aún peor, es algo terriblemente contagioso.
La película es brutal. Pone en pantalla un despliegue de crueldad humana sin ceder clemencia alguna. Es una visceral prueba de resistencia en donde uno verá actos depravados e inhumanos. La historia se desarrolla en Taiwán bajo una trastienda pandémica y hay similitudes con lo que es nuestra realidad. Se dice que solo es una gripe, hay youTubers que proponen teorías de conspiración, el gobierno se rehúsa a volver al aislamiento por miedo a una recesión económica y toda la población desconfía de la palabra de los doctores, en parte debido a la politización de la pandemia. Pero el virus comienza a mutar y sus víctimas se transforman en sádicos asesinos hambrientos por destazar, mutilar y violar todo a su paso.
Se verán mutilaciones, suicidios, apuñalamientos, fuentes de sangre, montañas de cuerpos, canibalismo, violaciones e incluso orgías de sangre. Hay rostros víctimas de aceite hirviendo y cuencas de ojo siendo penetradas. Los infectados no distinguen género o edad y cometen todas estas atrocidades con una sonrisa en el rostro. Estas personas no son zombis como los conocemos, tienen raciocinio, hablan y comprenden lo que están haciendo; simplemente no pueden resistir sus impulsos de ultraviolencia y la mutación se ha transformado en sed de deseo sexual.
Lo más elocuente es el personaje del hombre de negocios, quien de manera perturbadora y efectiva persigue a Kat por toda la ciudad y no se detendrá hasta tenerla en sus manos. El director lo muestra como un ser imponente y monstruoso cuando aparece en cuadro, y es ahí cuando hay que empezar a temblar.
También el director juega con el concepto de películas de zombis y lo lleva al máximo, utilizando la crueldad como arma principal. Las sangrientas ocurrencias no son baratas o aleatorias y utiliza el ritmo con precisión para generar suspenso. Por cada cinco minutos de respiro, hay diez de terror y gore. Y prudentemente, el director se aleja de la carnicería durante los momentos de violencia sexual. El terror en el film es altamente efectivo porque parte de la crueldad humana. El director simplemente lo representa de manera extrema, donde los infectados surgen después de ser víctimas de violencia, lo que se sugiere que el detonante es parte de algo emocional, cuando alguien ha probado ya el sadismo.
Para continuar, otro gran acierto es el uso de la incertidumbre para generar suspenso, ya que nunca queda en claro cómo es que alguien se infecta. Tal vez el comportamiento de algunos no-infectados carezca de violencia física, pero igual esconde intenciones deshumanizadas. Sobre este film no se puede dejar de mencionar el gran trabajo artístico de la compañía IF SFX Art Maker, quienes exprimieron al máximo las intensas y muy auténticas escenas de gore.
Es un film totalmente desvergonzado, misógino y sangriento, y es sin lugar a dudas una de las películas más salvajes y brutales, con gore a mansalva y mucho humor negro sin limitaciones, convirtiendo a Braindead (1992) de Peter Jackson en una película de Disney.
Este film taiwanés es pura adrenalina sin descanso y cada escena de violencia macabra es sucedida por otra de igual contenido o peor. No hay respuestas ni motivos para explicar lo que sucede y la verdad es que nos importa bien poco. El director se muestra como un cineasta que sabe manejar el tempo y el espacio en una combinación visual que recoge lo mejor del thriller y del terror coreano, pero agregándole sin pudor una buena dosis de gore.
Para ir concluyendo, si buscan una experiencia extrema, impúdica y sanguinolenta, es este film. Al resto de los espectadores les recomiendo que mejor se abstengan de verla, para no correr el riesgo de quedar trastornados para el resto de su vida ante tal cantidad de depravación libidinosa.
Está dirigida con oficio y repleta de momentos siniestros. Es un ejercicio dentro del subgénero impecable, que cumple con todas las reglas a rajatabla y que trata a la violencia extrema como un elemento de agobio para el espectador. The Sadness es una buena historia de horror y supervivencia. A mi parecer, la primera verdadera película de la tradición zombi de la nueva época pandémica.