The Black Phone
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. The Black Phone, película estadounidense de terror sobrenatural dirigida por Scott Derrickson y producida por Jason Blum. Con un guion de Derrickson y C. Robert Cargill, se trata de una adaptación del cuento homónimo de Joe Hill del 2004, publicado como parte de su colección 20th Century Ghosts. La fotografia fue de Brett Jutkiewicz, la música de Mark Korven y el montaje corrió por cuenta de Frédéric Thoraval. Fue filmada en Wilmington, Carolina del Norte, EE. UU y distribuida por Universal Pictures.
Por Daniel López Pacha
Protagonizada por Ethan Hawke (The Grabber), Mason Thames (Finney Shaw), Madeleine McGraw (Gwen Shaw), Jeremy Davies (Sr. Shaw) y James Ransone (Max).
Sinopsis: Ciudad de Colorado, años ’70. Un enmascarado secuestra a Finney Shaw, un chico tímido e inteligente de 13 años, y lo encierra en un sótano insonorizado donde de nada sirven sus gritos. Cuando un teléfono roto y sin conexión empieza a sonar, Finney descubre que a través de él puede oír las voces de las anteriores víctimas, las cuales están decididas a impedir que Finney acabe igual que ellas.
The Black Phone es, por lejos, lo mejor que he visto hasta ahora basado en una obra del hijo de Stephen King. Es una película mucho más compacta, que te sumerge de lleno en la traumática experiencia que vive un niño que ha sido secuestrado. Además, se sabe perfectamente que no es la primera víctima, por lo que todo apunta a que nunca saldrá de allí con vida, potenciando la tensión y la incomodidad por encima de los sobresaltos.
A lo largo de su metraje, no encontraremos demasiados sustos, pero casi desde el primer momento hay un clima enrarecido. Resulta fundamental el siniestro personaje de Ethan Hawke, tanto por su escalofriante interpretación -ese monstruo a punto de explotar resulta siempre inquietante- como también por la acertada selección de máscaras utilizadas, creadas por Tom Savini.
La película no tarda en acotar al máximo sus inquietudes, reduciendo la mayor parte del metraje a un único escenario, impulsando ese componente sobrenatural que ya había dejado caer antes a través del excelente personaje de Madeleine McGraw. Ahí es donde el espectador tiene que aceptar ciertos apuntes algo convenientes por parte del guion, lo cual permite que la película nunca se estanque, pues hay un momento en el que llega a sobrevolar la idea de que el director podría deleitarse en exceso en la atmósfera sucia y opresiva de la que hace gala The Black Phone.

Por suerte, ese es un peligro que se esquiva con acierto, resultando clave para ello esos momentos en los que volvemos de forma temporal al exterior, pero también cómo se va dosificando la información sobre la estrategia del villano y qué ha de hacer el personaje encarnado por Mason Thames, para tener alguna oportunidad de salir de allí con vida.
Resulta importante el gran trabajo de casting para elegir a los jóvenes protagonistas, como el muy efectivo desarrollo de los mismos a través del guion. Acá no se encontrarán niños repelentes o que simplemente despierten nuestra antipatía, ya que de entrada se trabaja con esmero en la necesidad de conseguir la empatía del espectador, pero es que además tanto Thames como McGraw son fundamentales para lo que propone el director y eso hace que nunca se llegue a tambalear.
El propio trabajo del director resulta clave para esto, tanto por su habilidad para transportarnos a otra época, su manejo de la textura visual en determinadas situaciones para potenciar lo que busca en ese momento, su buen aprovechamiento de las limitadas locaciones o su capacidad para manejar el tempo pausado del relato sin perder en ningún momento el interés del público. Y, obviamente, por lo habilidoso que se muestra cuando da rienda suelta a la violencia y a la hora de saber dónde encajar los escasos golpes de efecto que incluye la película.

Derrickson le dijo a Empire con respeto a las máscaras que fabricó Savini: “Tom me dio un boceto que dibujé. Tan pronto como lo vi, pensé: Oh, bueno, eso es lo que estamos haciendo. Fue realmente genial”. Sin embargo, resultó ser un poco más difícil de lo esperado dar vida a los bocetos de las máscaras. Derrickson continuó diciendo: “Pasé dos meses simplemente rechazando lo que me enviaron. Tiene que verse exactamente como la obra de arte de Tom. Fue más difícil de lo que esperaba”.
También ha comentado que se inspiró en su propio pasado: “Crecí en una zona del norte de Denver que era bastante violenta, mucho acoso escolar, muchas peleas, muchos niños que sangraban todo el tiempo. También fue justo después de que Ted Bundy pasara por Colorado, matando gente. Y los asesinatos de Manson acababan de ocurrir”, dijo a news.com.au.
“Cuando tenía ocho años, mi amigo de al lado llamó a la puerta de mi casa y dijo: Alguien ha matado a mi madre. La madre de mi amigo de al lado fue asesinada. Y había mucha violencia doméstica, incluso en mi propia casa y en la de muchos de los niños que conocía. Los padres castigaban a los niños de forma mucho más agresiva, por lo que era un lugar muy violento y aterrador para crecer en muchos sentidos. Y traté de trasladar ese ambiente de forma realista a la película”.

A la hora de mezclar su pasado con la historia corta de Hill, resultó que escribir la película con C. Robert Cargill se convirtió en una salida para que el director se reconciliara con su pasado. “Sentí que tenía que trabajar mucho en el reconocimiento de aspectos de mi pasado y el impacto que tuvo en mi vida y en quién me estaba convirtiendo como persona. Fue gratificante tener un lugar en el que volver a poner los pies en la tierra. Muchos de los niños de la película están basados directamente en niños que conocí”, explicó.
Conclusión
The Black Phone es una película brillante que enlaza con equilibrio varios hilos narrativos y analiza la venganza desde nuevos lugares. Hay un recorrido hacia el miedo desde las sombras de la mente humana. La película presentó sus credenciales para el disputado título de película de terror del año. Aquí se apuesta por una atmósfera siniestra para ir alimentando poco a poco la tensión, hasta llegar al inevitable estallido final. No hay nada en ella que desentone y sí muchas cosas que celebrar, junto a una excelente actuación de Ethan Hawke como el villano de turno. No tiene desperdicio.