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Yo estuve aquí.

3 minutos de lectura

Por César Arturo Humberto Heil.

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.

Yo estuve aquí (2022) del director iraní Babak Anvari, reconocido por sus filmes Under the shadows (2016) y Wounds (2019), es un thriller recientemente estrenado en la plataforma de streaming Netflix y que cuenta entre sus actores principales a Hugh Bonneville, George MacKay, Kelly Macdonald y Percelle Ascott entre otros.

Todo comienza cuando Toby (MacKay) y Jameel (Ascott), quienes se dedican a ingresar en las casas de los ricos para dejar grafitis en las paredes como un acto de rebeldía social y en contra de las clases más pudientes de Inglaterra, ven la posibilidad de ingresar en la mansión del juez retirado Héctor Blake (Bonneville) para dejarles su mensaje. Las cosas no salen como esperaban y deben escapar antes de poder dejar registro de su arte.

Toby, quien tiene problemas de convivencia con su madre Lizzy (Macdonald) se ha quedado con las ganas de regresar, pero Jameel, quien está a punto de ser padre, ya no quiere participar más de este tipo de actividades ilegales por miedo a regresar a prisión. Ante la negativa de Jameel Toby decide ir solo. Esa noche, y luego de discutir con su madre, Toby ingresa a la propiedad del juez para descubrir en el sótano un oscuro y siniestro secreto.

Es a partir de aquí donde la trama, que se presentaba interesante y con buenas dosis de suspenso, se empieza a derrumbar, ya que la historia deriva hacia la búsqueda desesperada de su madre por saber que le pasó a su hijo. Este cambio tan radical en el narrador hace que la acción se desvíe del personaje central, siendo este accionar narrativo de una complejidad monumental y que si no está bien construido puede ser catastrófico.  

En cualquier narrativa clásica, el personaje protagonista es quien debe llevar adelante la historia, y cambiarlo a la mitad es un hecho narrativo que realmente desconcierta al espectador, quien ya está acostumbrado a esta manera de interpretar las tramas.  Y por si esto fuera poco, la osadía de los guionista Babak Anvari y Namsi Khan, casi tan rebelde como el accionar de Toby y Jameel, se supera hacia el final, porque todo vuelve a cambiar y es Jameel quien toma la posta en el rol protagónico para entregarnos uno de los finales más desesperanzadores y deprimentes que he visto en una película.

Alfred Hitchcock solía usar este tipo de estructuras en sus guiones. Un perfecto ejemplo es su filme Psicosis, donde el personaje principal muere en la mitad de la película para dar paso a otro personaje, pero claro, estamos hablando del maestro del suspenso.

Realmente no se entiende que quisieron hacer Anvari y Khan al salirse de las reglas que impone la narrativa clásica, en especial cuando todo hacía suponer que se iba en esa línea. Quizá pensaron que podían emular al genio de Hitchcock, no lo sé.

No estoy en contra de los guiones que rompen moldes, al contrario, cuando aparece alguno y están bien escritos lo celebro, pero para que eso funcione la ruptura debe ser total y no a medias como sucede en este filme.

Yo estuve aquí podía haber sido un interesante thriller de suspenso psicológico, pero debido a esos giros de guion desacertados termina siendo un producto fallido e intrascendente. Si quieren experimentar en carne propia y ver como algunas malas decisiones argumentales terminan arruinando una película, pueden desperdiciar dos horas de sus vidas ingresando en la plataforma de Netflix.

Calificación: Regular.

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