El suplente: al maestro con cariño
4 minutos de lecturaPor Daniel López Pacha.
Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.
El suplente, película dirigida por Diego Lerman. Con guion de Diego Lerman, María Meira, Luciana De Mello. Fotografía de Wojciech Starón, edición de Alejandro Brodersohn. Filmada en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Es una coproducción latinoamericana y europea entre empresas de Argentina, España, Italia, México y Francia. Premio en el Festival de San Sebastián: Mejor interpretación de reparto (Renata Lerman).
Protagonizada por Juan Minujín (Lucio), Alfredo Castro (El Chileno), Bárbara Lennie (Mariela), Rita Cortese (Amalia), María Merlino (Clara), Renana Lerman (Sol).
Sinopsis: En la Universidad de Buenos Aires se encuentra Lucio que es profesor en la carrera de Letras, donde la vida académica ya no lo motiva. Y está decidido a llevar su conocimiento en donde pueda hacer una diferencia, por ejemplo, enseñar literatura en un barrio de la periferia de una zona marginal del conurbano bonaerense. Una vez en el lugar Lucio deberá apelar a todo su ingenio para sacar adelante sus clases y al mismo tiempo, se cruzará con todo tipo de límites morales y prejuicios sociales para intentar salvar a Dylan, que es su alumno favorito, quien es perseguido por un grupo narco en busca de venganza.
Una aventura de enseñanza
Este nuevo largometraje de Diego Lerman, muestra un ida y vuelta en el cual el adulto a cargo de la enseñanza de un grupo de alumnos termina aprendiendo algo, bastante e incluso mucho de ellos. El suplente me recordó al film Semilla de maldad o a Mentes peligrosas, pero con algunas diferencias culturales, ya que la historia transcurre en el secundario de Dock Sud.
Con una gran capacidad elocuente, Juan Minujín se transforma en Lucio, un docente universitario que en el pasado publicó una novela, el acepta un cargo como profesor suplente de literatura en una escuela de un barrio de bajos recursos.
Lerman supo construir un estilo arraigado en el naturalismo social, lo más evidente es como en los relatos de La mirada invisible o en Refugiado. El film no cabe en duda que no es la excepción, como el seguimiento de Lucio con la cámara bien de cercana, o el uso notable de las locaciones, esto le aportan al film un aire definidamente realista, que no es otra cosa que una construcción cinematográfica.
Hay un corte neoclásico dentro del film, donde el camino del héroe se incluye en la relación con uno de los alumnos, a pesar de las dificultades del entorno que demuestra poseer potencial y humanidad, junto al enfrentamiento indirecto con uno de los narco de la zona, cuyas aspiraciones políticas amenazan con destruir la pequeña comunidad. El guion de Lerman, Meira y de Mello parece que por momentos se deslizara por el terreno del voluntarismo, pero es inteligente como para no caer en esa trampa, gracias a la construcción de subtramas y a la interacción de Lucio con los personajes secundarios, donde hay una hija en estado de rebeldía, tenemos un padre enfermo, o a una alumna con capacidades y disposición para los estudios terciarios que es frenada por las circunstancias.
Dentro del mundo de la enseñanza siempre resuenan los temas sociales y educativos, donde la realidad es como un prisma perfecto para el análisis. El director esquiva esos mandatos y consigue una película libre en su búsqueda, el cual aprovecha en el camino de descubrir de sus personajes una sintonía con la evolución de la mirada del espectador, y nunca nos conduce a sus conclusiones previas.
El director expone las tensiones y sobre todo las contradicciones éticas propias de este viaje interior y exterior que tendrá un fuerte impacto emocional y cambiará por siempre sus perspectivas, en definitiva, los caminos de la vida de Lucio.
Junto al gran trabajo de Minujín, está el de María Merlino, el de Alfredo Castro y Rita Cortese en un papel excluyente. Al tiempo, de las y los jóvenes no-actores, que juegan los roles del alumnado de la escuela aportando algo verosímil.
Aquí se muestra la realidad que rodea a una comunidad que vive con el narcotráfico, la pobreza, la falta de atención estatal y que encuentra en el colegio un lugar de refugio con profesores que realizan trabajos de los que no le son asignados. Las escenas del aula se sienten orgánicas y transmiten los comportamientos juveniles, no solo de los jóvenes actuales, sino también muestra características genéricas de los personajes que hay en cada grupo de alumnos.
En síntesis, las interpretaciones ayudan a construir las distintas realidades sociales que hay en Buenos Aries y cómo va impactando en los distintos ámbitos educativos. También, enseña la emoción e intimidad de dichas personas dentro y fuera del establecimiento, y logra darle un sentido al personaje de Minujín, que ayuda a empatizar con cada maestro, que a diario tiene experiencias similares a las del film.