Villegas
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Bienvenidos a otra nota de Revista Sincericidio. La selección argentina ya está en la final del mundial de fútbol Qatar 2022 y qué mejor momento para hablar de una película argentina. En esta ocasión les voy a recomendar Villegas (2013), ópera prima del director argentino Gonzalo Tobal, una película que en la superficie parece no decir nada, pero que en el sustrato, en lo profundo del entramado narrativo, dice mucho.
Historias mínimas
Todo comienza con una anécdota nimia, incluso hasta podría decirse ya vista, dos primos que hace tiempo no se ven deben viajar al pueblo de General Villegas en la provincia de Buenos Aires para asistir al entierro de su abuelo. A partir de ese punto de partida, todo es un devenir de situaciones que por momentos resultan en una especie de espejo de la vida misma.
El viaje, los diálogos de los primos, pintados desde la cosmovisión de una realidad tan posible como creíble, van armando una trama intimista que deja ver algunas diferencias entre ambos. Pipa (Esteban Bigliardi), el bohemio, el músico de rock, el que no tiene una relación estable, se ve enfrentado a Esteban (Esteban Lamothe), una especie de joven perfecto que goza de trabajo fijo, que le va bien en la vida y que está a punto de casarse. Son dos mundos opuestos, unidos por la sangre, esa misma que los convoca a regresar a su pueblo natal tras muchos años de ausencia. Y así transcurre el filme, en ese medio tono entre lo urbano que dejaron atrás y la vida rural y familiar que les espera por unos días.
En el camino surgirán peleas, amores posibles y recuerdos de la infancia. En el pueblo, descubrirán quiénes son y por qué se marcharon de esa vida tranquila y acomodada. El reencuentro con familiares, teñidos de un sutil distanciamiento y solemnidad, hace que uno empiece a armar la historia de ambos.
Un viaje interior
El filme no da demasiados datos, todo es rutinario, moroso y cotidiano, es el espectador quien tiene que intuir, entre el entierro, los asados, los amigos, las fiestas, las vacas y las largas extensiones de campo quién es cada uno y hacia dónde quieren ir. Por eso dije que Villegas parece no decir nada, pero termina diciendo mucho.
Ver Villegas es un placentero viaje que uno hace al corazón de la Provincia de Buenos Aires, pero también al interior de estos dos seres, imposibilitados de reconstruir una historia familiar truncada por el abandono temprano, algo que buscan reparar para alivianar así las cargas que llevan consigo, pero que en definitiva no puedan hacerlo por sus propias limitaciones afectivas. Quizá sea Pipa quien más sufra esa enorme mochila, no es arbitrario que sea él quien lleve además del bolso con ropa, su guitarra y su equipo de música. La metáfora está más que clara.
Conclusión
Con una puesta de cámara armoniosa, sin estridencias, actuaciones más que logradas, largos silencios en los momentos justos y una música impecable que termina de hilvanar esa escueta anécdota, Villegas se transforma en un pequeño gran filme, en donde lo que importa no son las acciones dramáticas, sino las emociones, las sensaciones de unos personajes que están debatiéndose entre lo urbano y lo rural, pero también en las próximas decisiones que tomarán sus vidas.
Calificación: Muy buena
Disponible en Mubi