La historia de Nekromantik
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Caso extraño el del cine de terror alemán. Podría decirse que desde el famoso expresionismo alemán de la década del ’20, que dio obras maestras como El gabinete del doctor Caligari, Nosferatu y algunas otras excepciones, no hubo una fuerte industria dedicada al género fantástico, sobre todo si lo comparamos con sus vecinos europeos que compitieron con la industria americana desde la década del ’50 hasta principios de los ’80, cuando Hollywood comenzó a imponer sus películas y a limitar el estreno de obras extranjeras en su país.
Por Santiago González
Tal vez como respuesta a la falta de interés en el género, es que a finales de los ochenta un grupo de realizadores rompieron los esquemas del cine alemán. Lo hicieron desde las sombras de manera independiente y luchando contra lo establecido. Se trató de un breve movimiento con no muchas películas que se denominó ultragore alemán y que tuvo como cabeza a Jorg Buttgereit, Andreas Schnass y Olaff Itenbauch como sus máximos representantes. Vale aclarar que fue Jorg Buttgereit quien pateó la mesa para que se comenzara a prestar atención al género en Alemania y esto lo logró con la perversa Nekromantik (1987).
La historia es sencilla. Una pareja roba un cadáver para tener relaciones, pero pronto una de las partes abandona a la otra con su nuevo amante. Buttgereit, con un presupuesto muy escaso y un equipo técnico chico, realizó una obra que respira podredumbre por todos sus poros. Desde el pobre aspecto visual, en donde se nota la escasez del presupuesto, hasta algunas decisiones torpes como aquel final que hay que ver para creer.
Uno podría encontrarle mil defectos a esta película, pero curiosamente el efecto que genera es el contrario. Se trata de un tema taboo tratado de la manera más explotativa posible, y en esa desfachatez termina impactando. ¿A quién diablos se le ocurriría hacer una historia tan enferma como esta? Nekromantik también triunfa en mostrar a aquella Alemania pobre y golpeada por la historia. Sin proponérselo, Buttgereit terminó mostrando la realidad de su país.
Una película de este estilo no iba a pasar desapercibida. Si bien hoy hay cosas peores, había que estar en ese momento para encontrarse con Nekromantik, la cual su reputación la antecedía. Se sentía como realizar un acto criminal, aunque irónicamente la crítica alemana la alaba justamente por atreverse a meterse con un tema tan escabroso. Y aunque no fue un éxito de taquilla, sí tuvo la posibilidad de verse en otros países, por supuesto que en VHS y en videoclubs especializados.

El éxito llevó a Buttgereit a realizar una secuela que es todo lo contrario. No solo el punto de vista cambia, siendo la protagonista una mujer, sino que visualmente el tono cambia. Se trata de una película más colorida, con colores más chillones, en donde se nota una producción más cuidada y un presupuesto un poco, pero tampoco tanto, mayor. Esto se ve reflejado en la duración de la película, más extensa, en la mejora de los efectos especiales y en el cuidado de la puesta en escena. A diferencia de la primera película, esta secuela está más anclada en ser una historia romántica más convencional, aunque con una vuelta de tuerca inolvidable.
A diferencia de la anterior película, Nekromantik 2 se encontró con varios problemas relacionados con la glorificación de la violencia, lo cual hizo que la policía buscara a Buttgereit para enjuiciarlo. Lo que más molestó a las autoridades alemanas es que la película no juzgaba a su protagonista, por el contrario, la seguía en su día a día. Al igual que la anterior, fue prohibida en varios países y solo se la podía conseguir en VHS. Buttgereit haría una película más hasta desaparecer durante años, solo para filmar ocasionalmente y proponer una continuación en forma de cómic de Nekromantik.