Escasez de Documentación, Ética y Estrategia: Las Críticas de Adorni al Cine Argentino
4 minutos de lecturaEl portavoz presidencial citó varias películas de bajo presupuesto como ejemplos de un supuesto mal uso de los recursos del INCAA. Estas afirmaciones, falsas y engañosas, buscan infundir temor y desmantelar cualquier tipo de política sensata para el sector.
Según Fabián Duek (Productor y director de cine) dijo lo siguiente para Tiempo Argentino:
Totalmente falso, inexacto y opuesto a la verdad. Todo fraudulento y engañoso. En su monólogo del lunes pasado, Manuel Adorni mencionó mi película Cocanis, camino al carnaval, entre otras, como ejemplo de la mala gestión de recursos del INCAA, argumentando que se financian películas que venden pocas entradas para justificar recortes presupuestarios y cambios arbitrarios en la administración, reflejados en el decreto que anunció ese día.
Por Redacción Revista Sincericidio
Para empezar, su declaración es falsa y engañosa. El INCAA otorga distintos tipos de subsidios. Mi película recibió una Vía Digital, destinada a pequeños proyectos documentales de bajo costo. Estos documentales casi nunca se proyectan en cines porque no cumplen con el estándar de producción necesario para la distribución en salas y no tienen la obligación de estrenarse en cines, según el reglamento del concurso, ni reciben el apoyo económico para el estreno que sí se da a películas con mayores subsidios.
Seleccionar de una planilla de bordereaux las películas que menos entradas vendieron no es una auditoría adecuada. Los documentales digitales se exhiben por otros medios. Mi película se proyectó en Espacios INCAA en dos ciudades del interior, además de en el Centro Cultural San Martín, donde se estrenó. Estos datos no aparecieron en la “auditoría” de Adorni. También se emitió dos veces en Canal Encuentro, llegando a un estimado de 300.000 espectadores. Además, participó en festivales en Uruguay, Chile, Bolivia, Corrientes y Córdoba.
Por lo tanto, su argumento es FALSO, ya que no está basado en datos relevantes. Además, los realizadores también invertimos nuestro propio dinero y, cuando la película no funciona, también lo perdemos. La mayor parte del presupuesto se destina a trabajo y servicios, reintegrándose a la sociedad de manera beneficiosa. Todos los gastos son rigurosamente rendidos y auditados.
Hacer una película es un trabajo enorme que genera capital simbólico. Realizamos documentales que no interesan al “mercado”, y lo que no se cuenta no existe. Se utiliza a películas y realizadores como chivos expiatorios, señalándolos públicamente para que sean atacados con insultos y acusaciones. Somos, para ellos, el enemigo.
Parece que generar miedo es útil. Nos hace pensarlo dos veces antes de hablar. ¿Pero para qué crear ese miedo? Hoy permite ejecutar una peculiar “venganza” contra uno de sus enemigos escogidos, el Cine Nacional. Supongo que por eso insisten con discursos moralizantes. Si nosotros somos culpables y, por ende, malos, ellos se sienten justificados y buenos, sin importar lo que hagan. Todo esto ocurre bajo el silencio cómplice de republicanos prolijos que antes se indignaban por cualquier motivo y ahora callan ante el atropello público y los señalamientos fascistas.
La ética del funcionario “brilla por su ausencia”. Los datos, las auditorías, los planes a futuro también están ausentes. Y si los datos fueran ciertos, ¿qué? ¿Qué es lo que proponen? ¿Cuáles son sus fundamentos? ¿Cuál es el plan, cómo lo diseñaron, con quién? ¿Estaría justificado atacar una obra, señalar a las personas que la realizaron?
El Gobierno, a través del interventor y del actual presidente del INCAA, en solo seis meses ha desmantelado el INCAA y los planes de fomento, despidiendo trabajadores con eufemismos, sin auditorías ni planes explicativos. Actúan en contra de lo que establece la propia Ley de Cine. Llegan al extremo de suspender procesos iniciados, eliminando apoyos otorgados, deteniendo concursos, no pagando cuotas o pagándolas tardíamente, asfixiando a las películas en ejecución al no actualizar los presupuestos e incumpliendo las obligaciones que el Estado asumió al otorgar ese fomento.
¿Y la Justicia? ¿Y la comunidad del cine? ¿Cuánto más soportará? ¿Cuántas divisiones más tendremos? ¿Tendremos miedo de perder algún beneficio? Y las figuras del medio, los que tienen una voz audible, ¿se conformarán con la seguridad que brinda el trabajo concentrado? El decreto anunciado establece que solo se podrá acceder a un fomento por año. ¿Las grandes productoras, muchas de ellas asociadas a los grupos multimedia, abandonarán el negocio? La Ley de Cine, tal como estaba, ya las beneficiaba grandemente. Hablar como si esto fuera importante puede parecer fuera de lugar. Hablar del dinero para el cine cuando el 55% de nuestros compatriotas está en la pobreza también parece fuera de lugar.
Entonces, ¿qué? Quizás, cuando eligen un enemigo y machacan con lugares comunes apoyados por la maquinaria de las empresas de comunicación, validados por el silencio de los “amigables”, fomentando una caza de brujas, deshumanizando a quienes piensan diferente, sometiendo de manera real y simbólica, abren la ansiada posibilidad de actuar. Si la Patria es una Empresa y el Presidente es un gerente que garantiza la ganancia de los poderosos, donde las mayorías son ignoradas y los jubilados son considerados una casta, ¿buscará la gente (antes llamada pueblo) recuperar lo que le pertenece?