Puente en llamas: : Justicia a toda máquina
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Puente en llamas (Aftermath), película de acción estadounidense de 2024 dirigida por Patrick Lussier y producida por Voltage Pictures. Con guion de Nathan Graham Davis, fotografía de Shelly Johnson, música de Michael Wandmacher, edición de Tommy Aagaard. La filmación se realizó en Boston, Massachusetts, EE.UU. El puente Tobin Memorial de Boston aparece al principio y al final del film.
Por Daniel López Pacha
Reparto
Dylan Sprouse (Eric Daniels), Mason Gooding (Jimmy), Dichen Lachman (Doc), Megan Stott (Madeline Daniels), Kevin Chapman (inspector Grimes), Will Lyman (Joe), Shahjehan Khan (Ozzie), Derek K. Moore (Echo), Jason Armani Martinez (Foxtrot), Ashley Pynn (Sierra), Daniel Ríos Jr. (Kilo), Nick Apostolides (Galotti).
Sinopsis
En medio del caos
Puente en llamas no busca complejidades narrativas. En su estructura, la historia se concentra en un conflicto clásico entre el bien y el mal, sin demasiados rodeos. Eric, un exmilitar que regresa de Medio Oriente cargando cicatrices invisibles, se enfrenta a un grupo extremista desencantado con el sistema. A pesar de su trastorno de estrés postraumático, el protagonista actúa con precisión casi sobrehumana, como si sus demonios internos no afectaran en lo más mínimo su desempeño en combate.
El grupo terrorista, por su parte, es presentado sin matices: son brutales, despiadados y dispuestos a destruir vidas inocentes sin dudar. Desde el primer momento, la película construye un relato en el que el espectador no tiene dudas de a quién apoyar. Eric y Doc, su inesperado aliado, cargan con la misión heroica de frenar la masacre y restaurar el orden. No hay grises, solo una carrera por la supervivencia que termina, como era de esperarse, con un sabor a justicia servida.
Personajes funcionales, roles decorativos
Junto a los protagonistas, aparecen otros actores secundarios que no logran despegarse del fondo. Rehenes, policías y civiles están allí para dar textura a la escena, pero no generan vínculo ni desarrollo. Su participación no interfiere en el eje central, ni aporta tensión emocional o giros sorpresivos. Son parte del decorado narrativo, útiles para generar contraste o aumentar el dramatismo del momento, pero sin peso real en el devenir del conflicto.

La película no exige grandes esfuerzos para seguirle el ritmo. Todo se desarrolla con una linealidad práctica: Eric y su hermana cruzan un puente sin saber que se toparán con una emboscada. Doc, en traslado como prisionero, también está allí. La tensión escala rápidamente cuando estalla la violencia, y Eric se ve obligado a defender a su hermana a toda costa, desatando una cadena de enfrentamientos viscerales.
Breves pausas para reflexionar… pero no mucho
En medio de la acción sin respiro, Puente en llamas introduce breves momentos de introspección. Eric revive escenas de combate pasadas, cuestiona decisiones, y los terroristas lanzan discursos que buscan justificar sus actos con críticas al sistema político y económico. Sin embargo, estos matices son superficiales. Nunca llegan a interferir con la línea principal de la historia, que permanece sencilla y enfocada hasta el final.
La propuesta visual también sigue una fórmula conocida. Predominan los primeros planos que capturan expresiones intensas, especialmente en escenas de disparos, explosiones o enfrentamientos cuerpo a cuerpo. La cinematografía no busca reinventar nada: quiere que el espectador entienda rápido lo que ocurre y se deje llevar por la adrenalina.

Sonido reconocible, emoción contenida
La banda sonora no arriesga: baterías, cuerdas y piano construyen una atmósfera sonora familiar para los fanáticos del género. Los picos de tensión son acompañados por crescendos orquestales clásicos, sin espacio para otras emociones. Aquí no hay lugar para la melancolía ni el miedo. Todo está diseñado para mantenerte al borde de la butaca, no para hacerte pensar o llorar.
Sin embargo, hay un problema evidente con la actuación. Las interpretaciones carecen de profundidad emocional, lo que debilita el impacto de los diálogos. A pesar de algunos intentos de revelar vulnerabilidades, el guion no ayuda. La narrativa se arrastra hasta que las piezas encajan de manera predecible. Solo hacia el final se perciben destellos de una historia más emocional, que habla sobre arrepentimientos, pérdidas y vínculos afectivos.
Acción sin excesos gore, con un trasfondo social
Una de las virtudes de Puente en llamas es que no cae en el exhibicionismo violento. Si bien la acción ocupa más de la mitad del metraje, no hay escenas explícitamente sangrientas. Esto la hace accesible para un público más amplio que disfruta del género, pero no necesariamente del gore. Aun así, la intensidad se mantiene gracias a la coreografía de las peleas y el diseño de sonido.

La trama incluye también un subtexto social, abordando temas económicos actuales y la creciente desconfianza hacia el Estado. Aunque los antagonistas cometen actos atroces, hay momentos en los que su causa genera cierta empatía. La ambigüedad moral está sugerida, no desarrollada, pero alcanza para que algunos espectadores se cuestionen de qué lado están.
Producción cuidada, espectáculo garantizado
La gran diferencia de Puente en llamas está en su apartado técnico. El diseño de producción se nota trabajado: escenarios, utilería y efectos especiales funcionan en sintonía para ofrecer un espectáculo visual potente. Aunque recurre a algunos efectos visuales, la película apuesta mayormente por efectos prácticos, lo que otorga realismo a las escenas de combate.
La dirección busca que todo luzca más grande de lo que realmente es. El enfoque está puesto en que cada explosión, cada caída y cada plano contribuya al vértigo narrativo. No hay pausas largas ni distracciones: la cámara se mueve al ritmo de la acción, y eso hace que incluso los momentos más simples se sientan cargados de intensidad.

Conclusión
Puente en llamas no pretende reinventar el género de acción, pero sí entregar un producto sólido, directo y efectivo. Su historia, aunque básica, cumple con entretener sin desbordes innecesarios. La película apuesta a una intensidad constante, apoyada en una estética cuidada y una estructura narrativa fácil de seguir. Puede que no deje una huella profunda, pero sí garantiza una experiencia cinematográfica con el sello de la justicia inmediata y el espectáculo garantizado.
Disponible: En cines