Cuando el demonio llama: reinventando el found footage
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Cuando el demonio llama (Name the Demon 2024), película de terror found footage, dirigida, producida y escrita por Carmelo y Nicholas Chimera. Con fotografía y edición de Jason Potter.
Por Daniel López Pacha
Reparto
Jessie Nerud (Anna Scott), Danny Bohnen (David Scott), Scotty Bohnen (Padre Gabriel Lucas), Scott Moore (Padre Joshua Matthews), Jason Potter (Diacono John Andrews), Isabel Pastori (Grace), Nicholas Chimera (Simon), Joe Castro (Padre Noah Marcus).
Sinopsis
Basada en hechos reales, Cuando el Demonio Llama narra el caso extremo de posesión demoníaca vivido por Anna, una joven cuya salvación depende de una única cosa: descubrir el nombre del ente que la habita. Filmada como una única toma continua y sin cortes aparentes, la película se sumerge en el horror desde la primera escena, siguiendo en tiempo real el intento desesperado de su esposo David y un grupo de exorcistas por rescatarla.
Las heridas abiertas del metraje encontrado
El subgénero del found footage ha recorrido un sendero inestable, desde su estallido con The Blair Witch Project hasta el fenómeno de masas que fue Paranormal Activity. Durante años, intentó reinventarse sin perder su esencia de horror íntimo y perturbador. En ese contexto, Cuando el demonio llama, emerge como un intento sobrio y maduro de devolverle al formato su capacidad para estremecer sin artificios.
Lejos de pretender innovar en lo formal, la película apuesta por lo atmosférico y lo psicológico. Su narrativa se construye lentamente, como una presencia que se filtra por debajo de la piel. A diferencia de muchas otras entregas del subgénero, aquí no hay sobresaltos forzados ni ruidos estridentes que buscan provocar una reacción fácil. Lo que la película propone es una inmersión lenta en un abismo emocional, donde lo más espeluznante no es el demonio en sí, sino la progresiva pérdida de control de los personajes.

Jessie Nerud: carne, alma y sombra
La gran revelación del film es Jessie Nerud en el papel de Anna. Su evolución —de esposa afectuosa a figura espectral y amenazante— es tan sutil como aterradora. Nerud despliega una gama actoral que sorprende: su rostro parece transitar entre la fragilidad emocional y una oscuridad insondable sin necesidad de palabras. Sus momentos más inquietantes no vienen del maquillaje o los efectos visuales, sino de un dominio gestual que vuelve cada mirada, cada pausa, una amenaza latente.
Por su parte, Carmelo Chimera no sólo dirige sino que también actua. Su actuación es más contenida, un contrapunto necesario ante la intensidad progresiva de Anna. Chimera transmite una angustia reconocible, la de alguien que asiste impotente a la desintegración de la realidad familiar. Aunque en ciertos momentos su interpretación peca de rigidez, el balance emocional del dúo protagónico logra sostener la tensión narrativa hasta el final.
Verosimilitud fragmentada
Una de las mayores virtudes de del film es que logra justificar su forma. El formato de metraje encontrado no se siente accesorio ni gratuito: cada plano, cada corte abrupto y cada interferencia tienen sentido dentro del relato. La historia se compone de grabaciones caseras, cámaras de seguridad y material digital reunido por el propio David. Este enfoque otorga una capa extra de realismo y permite que el espectador sienta que está descubriendo algo que no debería estar viendo.

El elenco secundario, aunque breve en aparición, funciona como soporte de esa verosimilitud documental. Amigos, parientes y expertos paranormales aparecen a lo largo del metraje, aportando testimonios que enriquecen la textura del relato. Sin embargo, algunos de estos personajes carecen de profundidad, y sus intervenciones parecen diseñadas más para avanzar la historia que para expandirla emocionalmente.
Un terror que no necesita mostrarse
Lo más perturbador de Cuando el demonio llama no es lo que se ve, sino lo que se intuye. La figura demoníaca que da título al film rara vez aparece de forma explícita. Su presencia se manifiesta a través de detalles apenas perceptibles: un cambio en la voz de Anna, una sombra que cruza el encuadre, una figura deformada apenas visible en la distancia. La película elige sugerir antes que mostrar, y en esa decisión encuentra su mayor fortaleza.
El diseño de sonido es esencial para construir esa atmósfera de amenaza constante. Susurros apagados, voces distorsionadas y silencios prolongados se combinan con una narración visual sobria, carente de artificios digitales. El resultado es una obra contenida pero profundamente inquietante, que logra que incluso los movimientos más pequeños se carguen de un peso ominoso.

Más allá del horror literal
Aunque su fachada es la de una película de posesiones, el film esconde una exploración más amplia sobre el miedo a perder lo amado, la identidad y la razón. El demonio podría ser real o una metáfora de algo más íntimo: una enfermedad, una culpa o una memoria reprimida. En ese sentido, el film se emparenta más con la obra The Taking of Deborah Logan, donde lo sobrenatural es apenas una excusa para hablar de lo humano.
Ese subtexto le permite sostener su propuesta incluso cuando algunos recursos se tornan predecibles. La película no escapa del todo a ciertos lugares comunes del subgénero, pero los atraviesa con una mirada lo suficientemente personal como para que no se sientan repetitivos. A cada paso, se nota una intención de ir más allá del miedo superficial.
Conclusión
Cuando el demonio llama reinventa el found footage, lo hace demostrando que aún quedan relatos valiosos por contar en este formato. Lo hace abordando con honestidad y sensibilidad. Su mayor acierto no está en lo técnico, sino en su capacidad para generar incomodidad emocional sin recurrir al efectismo.

Con una actuación principal inolvidable y una atmósfera que se aferra como una niebla a la conciencia del espectador, esta película se gana su lugar entre las propuestas más interesantes del terror independiente reciente. No grita, no corre, no explica. Sólo observa… y espera. Porque hay cosas que es mejor no nombrar. Y una vez que lo haces, ya es demasiado tarde.
Disponible: En cines