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Bad hair: la maldición del cabello perfecto

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Bad hair

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. No sé por qué razón el cine de terror insiste en darle vida a objetos inanimados manipulados por fuerzas demoníacas o sobrenaturales. Bad hair (2020), dirigida por Justin Simien, retoma esta línea temática, proponiendo una historia donde una joven aspirante a estrella televisiva debe enfrentarse a una extensión de cabello poseída por el espíritu de una bruja.

Por César Arturo Humberto Heil

Belleza, poder y horror capilar

En la película, Anna Bludso (Elle Lorraine) trabaja como asistente en un programa musical al estilo de MTV, muy típico de los años 90 —década en la que transcurre la acción—. Sus aspiraciones están puestas en ascender dentro de la empresa y convertirse en la nueva conductora del show. Pero hay un problema: su cabello natural, extremadamente enrulado y rebelde, no encaja con los estándares estéticos exigidos para aparecer frente a cámara.

Con la llegada de Zora (Vanessa Williams), la nueva gerente de programación surge una oportunidad. Zora ve potencial en Anna y le sugiere colocarse extensiones, recomendándole una exclusiva peluquería especializada. Con determinación, Anna decide invertir el dinero destinado al alquiler en esta transformación estética, sin sospechar que ese acto marcará un antes y un después en su vida: las extensiones están malditas y comienzan a poseer su cuerpo, obligándola a asesinar a quienes se cruzan en su camino.

Una crítica a los estándares de belleza

Los primeros minutos de Bad hair son lo más destacable del film. En ese inicio se insinúa una crítica al sistema televisivo, al culto a la belleza y a la discriminación estética. La idea de que «si no tenías buen pelo, no podías estar frente a cámara» resulta absurda hoy, pero en los años 90 era moneda corriente, especialmente para mujeres afrodescendientes.

La historia de Anna está atravesada por el trauma: un alisado fallido hecho por su hermana cuando era niña dejó su cabello en mal estado. Pero más allá de lo físico, la protagonista debe enfrentarse al peso de los estándares impuestos por una sociedad obsesionada con una imagen hegemónica, especialmente en los medios de comunicación.

Bad hair

Cuando el cine se enreda en sus propias ideas

Ahora bien, lo malo del film comienza a emerger pasada esa primera mitad. A pesar del planteo interesante, Bad hair se diluye en un relato previsible y repetitivo. La crítica social se debilita, el guion pierde fuerza, y en el tramo final todo se desborda hacia el absurdo. El relato cae en los peores clichés del cine de terror moderno, retomando la desgastada fórmula de los objetos malditos.

Esta idea de objetos poseídos fue efectiva en su momento gracias a autores como Stephen King, quien la popularizó en cuentos y novelas como The Mangler (una máquina planchadora que mata), The Lawnmower Man (una podadora asesina) o Trucks (camiones homicidas). Estos relatos fueron llevados al cine por directores como Tobe Hooper, Brett Leonard e incluso el propio King. Pero hoy, esa fórmula se siente agotada. Lo mismo ocurre con películas recientes como Slaxx (2020), sobre un pantalón asesino; Killer Sofa (2018), centrada en un sillón poseído; o In Fabric (2018), donde un vestido cobra vida.

Cabello maldito y folklore desaprovechado

Un punto débil del film es la falta de explicación sobre la peluquería que coloca extensiones embrujadas. ¿Por qué lo hacen? ¿Con qué propósito? Nada de eso se aclara. El guion sugiere una conexión con mitos ancestrales africanos sobre el cabello y la espiritualidad, pero esa línea narrativa nunca termina de integrarse al relato principal ni de generar un trasfondo sólido. Todo queda en menciones vagas y dispersas, aportando más confusión que contenido real.

Bad hair

Conclusión

Bad hair arranca con fuerza y plantea una premisa prometedora: explorar cómo la obsesión por la imagen y la discriminación estética puede adquirir formas monstruosas. Sin embargo, la película se enreda en su propio argumento y desperdicia el potencial crítico de su historia. Las extensiones demoníacas funcionan como metáfora, pero también como elemento de susto fácil que no aporta innovación ni tensión real.

En definitiva, Bad hair es un film que podría haber sido mucho más, pero termina siendo un entretenimiento menor, atrapado entre el horror liviano y un mensaje social que nunca logra desarrollar del todo.

Disponible: Disney +

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