Vicious: un descenso íntimo al miedo
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Vicious (Regalo Maldito), película de terror 2025 estadounidense producida, escrita y dirigida por Bryan Bertino. Con fotografía de Tristan Nyby, música de Tom Schraeder, la edición de Tad Dennis. Filmada en Ottawa, Ontario, Canadá el 22 de marzo de 2024 al 10 de mayo de 2024.
Por Daniel López Pacha
Reparto
Dakota Fanning (Polly), Kathryn Hunter (la mujer anciana), Rachel Blanchard (Lainie), Bauston Camilleri (padre), Drew Moore (Mark), Michael Abbott Jr. (padre de Polly (voz)), Karen Cliche (lectora), Devyn Nekoda (Tara).
Sinopsis
Cuando Polly recibe una misteriosa caja de una visitante que irrumpe en la noche, sólo una instrucción la acompaña: debe colocar dentro tres objetos —uno que necesite, uno que odie y uno que ame—. Lo que parece un juego extraño pronto se convierte en una experiencia aterradora. Cada elección altera su entorno, distorsiona los recuerdos y desdibuja los límites entre lo real y lo imposible. Encerrada en un laberinto donde el tiempo se fragmenta y su mente comienza a traicionarla, Polly se ve forzada a enfrentar aquello que más teme: la oscuridad que lleva dentro. A medida que el misterio de la caja se revela, comprenderá que algunos secretos no buscan ser descubiertos… sino devueltos.
El regreso inquietante de Bryan Bertino
Bryan Bertino irrumpió en la escena del terror con The Strangers (2008), una película que redefinió el miedo cotidiano con su crudeza emocional y su realismo asfixiante. Desde entonces, el director se ha mantenido fiel a una sensibilidad muy particular: su inclinación por retratar a mujeres en estados límite, enfrentadas a sus propios demonios internos. En Vicious, su más reciente obra, esa obsesión vuelve a cobrar vida con una intensidad perturbadora.
La historia nos presenta a Polly, una joven atrapada entre la depresión y la realidad, acosada por alucinaciones que desdibujan la frontera entre lo tangible y lo imaginario. Bertino no busca excusas ni explicaciones para su sufrimiento; simplemente la coloca frente al abismo, dejando que el espectador decida si lo que presencia pertenece al mundo físico o al terreno del trauma.
Un horror íntimo y sin adornos
A diferencia del terror efectista, Vicious se construye desde la austeridad. No hay giros grandilocuentes ni un exceso de trucos visuales: todo se apoya en la interpretación de Dakota Fanning, quien logra un retrato visceral de una mente al borde del colapso. La primera secuencia, bañada en una luz roja inquietante, establece un tono emocionalmente devastador. Ese color, más que un artificio, es una advertencia: el fuego interior de Polly está a punto de consumirla.

La película avanza con el ritmo de una pesadilla sostenida. En medio de la calma, la protagonista intenta mantener una fachada de normalidad mientras conversa con su madre o se prepara para una entrevista laboral. Pero el silencio de su casa se vuelve tan denso que parece respirar. En ese vacío, el miedo se vuelve omnipresente, como una presencia invisible que todo lo observa.
Ecos de Polanski y una casa que respira
Resulta imposible no pensar en los clásicos de Polanski —Repulsión o El bebé de Rosemary— al ver cómo Bertino encierra a su heroína en un espacio doméstico que se convierte en su enemigo. Sin embargo, el director prefiere no seguir la senda de la locura progresiva: en Vicious, el horror irrumpe sin previo aviso, y la realidad se descompone en cuestión de minutos.
La casa de Polly no es una mansión gótica ni un cliché del género. Es amplia, sí, pero desoladora, una metáfora visual del aislamiento emocional. Cada habitación es un eco del pasado, cada sombra parece contener una amenaza. Cuando una misteriosa anciana le entrega una caja con instrucciones tan simbólicas como crueles, es donde la historia se adentra en el territorio del sacrificio personal y el castigo psicológico.

El dolor como ofrenda
Esa caja se convierte en el centro ritual de la película, obligando a Polly a enfrentar lo que más teme: su propia vulnerabilidad. Los desafíos que le impone el objeto son un viaje al interior de su culpa, donde el terror deja de ser externo y se vuelve emocional. Bertino utiliza este recurso para descomponer lentamente la cordura de su protagonista, pero también para explorar un tema que atraviesa toda su filmografía: el peso del dolor no resuelto.
A medida que la historia avanza, el guion juega con las expectativas del público. Cada aparición, cada figura difusa o llamada distorsionada, parece poner a prueba la resistencia emocional de Polly. En una de las escenas más inquietantes, la voz de su madre se transforma en un tono deshumanizado y cruel, como si el teléfono fuera un portal entre la realidad y el delirio. Es en esos momentos cuando Vicious alcanza su mayor potencia simbólica.
Entre el desconcierto y la fascinación
No todo funciona con precisión quirúrgica. La película padece cierta falta de cohesión narrativa: salta de un sobresalto a otro sin un crescendo claro, como si el miedo mismo se fragmentara junto con la mente de su protagonista. Algunos sustos se sienten repetitivos y la tensión, por momentos, se diluye en una deriva que resta fuerza al clímax.
Lo que Vicious pierde en estructura, lo compensa con atmósfera. Bertino sabe cómo hacer que el silencio pese y que el espectador sienta el frío de esa casa infinita. Fanning sostiene la película con una entrega total, oscilando entre el terror, la melancolía y una tristeza que nunca se convierte en debilidad.

Conclusión
Vicious no es una película perfecta, pero sí profundamente honesta. Bryan Bertino vuelve a demostrar que el verdadero horror no siempre necesita monstruos ni efectos; basta con mirar dentro de uno mismo. Su visión del miedo es introspectiva, casi espiritual, y encuentra en Polly una víctima y a la vez una cómplice de su propio tormento.
Aunque el relato se extravía por momentos, deja una sensación persistente: la de haber atravesado una experiencia emocional antes que un simple relato de terror. Vicious confirma que, para Bertino, el miedo más brutal es el que nace del silencio, del recuerdo y de todo aquello que no sabemos —o no queremos— dejar ir.
Disponible: Paramount+