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Tu (cara) música me suena: Adiós a Vangelis.

5 minutos de lectura

Por Diego M. Bravo.

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.

El pasado 17 de mayo falleció, a consecuencia del Covid-19, el músico griego Evángelos Odysséas Papathanassíou, conocido mundialmente como Vangelis, un músico que dejó su huella perenne en el cine.

Páginas de vida:

Vangelis nació el 29 de marzo de 1943 en Volos, Grecia. Proveniente de una familia muy acomodada de su país, ya a sus 6 años sabía manejar instrumentos, especialmente el piano, aún sin conocer las partituras, dando a entender que ya era un superdotado a edad temprana.
A su vez, gracias a la posición de sus padres, fue uno de los primeros en tener un sintetizador electrónico en su país.

Esto, sumado a su innato talento, lo llevó a formar parte, en los ’60 de la banda The Forminx. Esto lo condujo a realizar una de sus primeras bandas sonoras, en el ignoto film griego: 5000 mentiras (5000 Psemmata, 1966) de Giorgos Kostandinou.

Los amigos del Sr. Cairo:

A partir de que se empieza a labrar un nombre en el mundo de la música, forma un trío junto a su primo (durante la década del ’70 y ’80 mundialmente famoso) Demis Roussos: Aphrodite ́s Child. Junto a ellos editó tres discos entre 1968 y 1971 y fueron reconocidos como pioneros del rock sinfónico. Luego de la disolución del grupo, se empezó a trasladar por Europa, en donde grabó discos solistas y musicalizó diversos documentales.

Pero su colaboración musical más celebrada es con Jon Anderson, el cantante del grupo inglés Yes. A fines de los setentas, empiezan a colaborar mutuamente, a partir de la propuesta del músico inglés para que Vangelis reemplace al legendario e histórico tecladista de la banda, Rick Wakeman, que dejó la banda en esa época. Esta admiración mutua derivó en cuatro álbumes que firmaron como el dúo Jon and Vangelis.

La conquista del Paraíso:

Pero lo más destacado y que lo volvió famoso a nivel mundial, fue su exquisito trabajo como compositor de bandas de sonido absolutamente inolvidables, las cuales inclusive tienen una excelencia superior al propio film que musicalizó, en ciertos casos.

Sus tempranas composiciones para el documental francés: El apocalipsis de los animales (L’apocalypse des animaux, 1973) de Frederic Rossif, sumado a que varios temas de sus obras solistas fueron utilizados en la famosísima y fascinante miniserie basada y conducida por su propio autor; Carl Sagan: Cosmos (1980), lo destacan y su nombre comenzó a tener trascendencia como compositor cinematográfico. Prueba de ello es el increíblemente inoxidable tema Pulstar, que formaría parte, de aquí en más, en el imaginario colectivo, de una unión indisoluble con esta miniserie brillante.

Pero la explosión mundial de su fama se inicia con la ganadora del Oscar a mejor película: Carrozas de fuego (Chariots of Fire, 1982) de Hugh Hudson, con la cual ganó merecidamente el Oscar a mejor banda sonora.

Y con su inolvidable partitura de Blade Runner (1982) de Ridley Scott, definitivamente se consagró como el compositor exquisito que es, haciendo pequeñas joyas musicales, en formas de temas y que fueron repetidas y usadas hasta el hartazgo. Por ejemplo, el tema End Titles de Blade Runner fue el tema principal por más de dos décadas, del programa Futbol de primera.

Más allá de este icónico tema, esa banda sonora tiene piezas inolvidablemente maravillosas como Tears in rain, Love Theme, Blade Runner Blues, Memories of Green, etc. Un deleite verlo dentro del contexto del film o escuchándolo aparte, confirmando el delicado talento compositivo de nuestro reseñado.

Como dijimos líneas arriba, la música de este excelente compositor rebosaba de su brillante talento, más allá de la calidad del film. Prueba de esto se puede encontrar en la olvidada superproducción de Dino De Laurentiis: El motín del Bounty (The Bounty, 1984) de Roger Donaldson, quinta versión del célebre enfrentamiento del Capitan Bligh y el oficial Fletcher Christian. A pesar de contar con un elencazo de la talla de Anthony Hopkins, Mel Gibson, Lawrence Olivier y los casi debutantes Daniel Day Lewis y Liam Neeson, el film es solamente recordado por la inolvidable música y partitura de nuestro amigo griego.

Caso similar se da en una de las peores películas de Ridley Scott: 1492: La conquista del paraíso (1492: Conquest of Paradise), una superproducción europea con Gerard Depardieu (como Colón), Sigourney Weaver, Angela Molina, Fernando Rey, Frank Langella y Armand Assante, todos absolutamente desperdiciados en este mamotreto con ínfulas de grandeza, pero el tema coral Conquista del Paraiso es espectacular.

Y en este apartado funesto resta mencionar su última banda de sonido compuesta para cine, la del fallido film de Oliver Stone: Alejandro Magno (Alexander, 2004) con otro elenco de campanillas: Colin Farrell, Angelina Jolie, Val Kilmer, Anthony Hopkins, Rosario Dawson, Jared Leto y muchos más, pifiándola durante casi tres largas horas. Pero el tema Roxane ́s Veil (con el aporte del violín de Vanessa Mae) es sencillamente perfecto.

Conexiones invisibles:

Pero, pero, pero, hubo otras bandas de sonido que, quizás no tan famosas, son muy buenos films, aunque algo subvalorados por el paso del tiempo. En este apartado podemos mencionar: Desaparecido (Missing; 1982) de Costa Gavras, excelente thriller político con Jack Lemmon y Sissy Spacek, denunciando la intervención yanqui en el golpe de estado a Allende en Chile, en 1973. Francesco (1988) film italiano de Liliana Cavani, sobre la vida de San Francisco de Asís, con Mickey Rourke y Helena Bonham Carter. Perversa luna de hiel (Bitter Moon, 1992) de Roman Polanski, intenso drama sobre una desquiciada historia de amor con Peter Coyote y Emmanuelle Seigner entre muchas más, además de documentales y cortos que se encargó de musicalizar en forma majestuosa.

End of the World:

Escuchar las maravillosas piezas de este brillante creador, que gozan de una exquisitez y absoluta firma de calidad propia, lo harán perdurar de forma intangible a pesar del paso del tiempo, y podremos decir que: “Tu música me suena”.

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