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Everything Everywhere All at Once.

5 minutos de lectura

Por Daniel López Pacha.

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio.

Everything Everywhere All at Once (Todo a la vez en todas partes), es una película estadounidense de comedia negra y ciencia ficción, escrita y dirigida por Dan Kwan y Daniel Scheinert (The Daniel ́s). Con música de Son Lux, con colaboración de Mitski, David Byrne, André 3000, Randy Newman y Moses Sumney, entre otros. La fotografía es de Larkin Seiple; la edición de Paul Rogers y fue producida por los hermano Russo, Dan Kwan y Daniel Scheinert. Filmada en Countrywide Home Loans Corporate Headquarters, Simi Valley, California, USA; San Fernando Majers Coin Laundry – 260 S Meyer St, San Fernando, California, USA; Font’s Point, Anza-Borrego State Park, California, USA. Distribuida por A24.

Protagonizada por Michelle Yeoh (Evelyn Wang), Ke Huy Quan (Waymond Wang), Stephanie Hsu (Joy Wang / Jobu Tupaki), James Hong (Gong Gong), Jamie Lee Curtis (Deirdre Beaubeirdra) y Daniel Scheinert (Gerente de Distrito).

Sinopsis: Cuando una ruptura interdimensional altera la realidad, Evelyn Wang, una inmigrante de china en Estados Unidos, se ve envuelta en una aventura salvaje en la que solo ella puede salvar al mundo. Perdida en los mundos infinitos del Multiverso, esta heroína inesperada debe canalizar sus nuevos poderes para luchar contra los extraños y desconcertantes peligros del Multiverso mientras el destino del mundo pende de un hilo.

A la industria cinematográfica llega un nuevo género, el Multiverso, por así llamarlo, y parece que ha provocado que otros cineastas se interesen en ese concepto. En esta oportunidad llegan The Daniels, el dúo de cineastas formado por Daniel Kwan y Daniel Scheinert, conocidos por haber realizado Swiss Army Man. ¿Quién no pensó y se preguntó en algún momento de sus vidas, qué sería de nosotros si hubiéramos tomado distintas decisiones? Imaginándonos en otras realidades o ir observando los caminos que quizá podríamos haber recorrido de haber sido más arriesgados y menos temerosos. Capaz que viviríamos en otra ciudad, tendríamos un trabajo totalmente diferente, o habríamos cumplido los sueños que buscábamos conquistar. Pero sería algo tan inherentemente humano el discutir nuestra propia existencia, que el problema se arraiga cuando nos olvidamos de vivir muy plenamente en el presente y nos desilusionamos por el futuro que está por venir, debido a las culpas y los reproches que arrastramos de un pasado invariable.

El desatino es lo más importante de la cinta, es un balance perfecto entre la seriedad de las relaciones interpersonales de la familia Wang y la excentricidad de los Multiversos con su lógica mordaz. También resulta interesante al momento de tocar la idea principal de la película, si nuestra vida no es importante porque el universo seguirá moviéndose a pesar de nuestros dolores. La respuesta de los Daniels es no, pero también es un sí. En el film, la comedia llega a resultar muy simple y eso no es algo para nada malo, pues las cosas más necias son aquellas que nos causan más risa. Es por eso que Everything Everywhere All at Once se vuelve una montaña rusa emocional y visual entre el escepticismo y la locura de los problemas personales de los personajes principales, que están representados por un elenco completamente virtuoso. Los personajes coexisten con sus trayectorias y evoluciones, resaltan entre las psicodélicas luces de la existencia y la irreverencia de cada uno.

La mezcla de las realidades a nivel visual que vemos en los personajes se complementa con el trabajo de edición de Paul Rogers, el cual se mueve de manera rítmica ante las necesidades de cada escena; la fotografía de Larkin Seiple es un camaleón de disposiciones autorales; sin dejar atrás el vestuario de Shirley Kurata y el diseño de producción de Jason Kisvarday, quienes se ajustan al ambiente en donde se encuentran los personajes, sin importar lo más simple o ridículo que pueda ser. En el juego visual, va cambiando de estilo un par de veces por segundo, representando lo impalpable de la historia, tanto en las emociones o cualidades de los personajes, que de una manera barroca, sobreexplota y muta, dando un enfoque particular a la esencia de cada personaje y el motor que los impulsa a seguir existiendo.

La combinación de la ciencia ficción, la comedia, la acción, la fantasía y la aventura que utilizan The Daniels rompen toda lógica posible para crear una cinta tan disparatada como un delirio febril, y es tan gloriosa como la primera vez que viste tu nueva película favorita. En los combates, los dolores, las risas y las reflexiones se juntan para coexistir en el mismo lugar de nuestra propia existencia, y cómo es que todo lo vivido nos ha puesto en este lugar exacto, en el momento exacto, para poder apreciar el porvenir de nuestras vidas.

Los directores encuentran la forma de como enlazar a Evelyn con sus dolores familiares con una misión extraordinaria, una que va mucho más allá de ser sólo un hilo conductor, el rostro visible de una colección de excéntricas historias, incluso, el poder detrás de la lucha entre el bien y el mal. El extraordinario trabajo de Yeoh se complementa a la perfección con un reparto igualmente comprometido y entregado con la visión de sus realizadores. El actor Ke Huy Quan, quien se había retirado de la actuación a principios de los años noventa, regresa en esta alocada aventura y nos ofrece una fantástica interpretación como el simpático Waymond. Otro momento que es un deleite es ver a Jamie Lee Curtis en un personaje que seguramente se convertirá en uno de los más memorables de su larga trayectoria.

Sintetizando, el film establece una trama sideral sobre un viaje interdimensional con la historia de una familia que se encuentra rota y hace todo lo posible por amarse. A la vez es conmovedora y, lo más divertido, son las escenas de lucha que involucran juguetes sexuales. Es un disfrute que te hace reír y llorar en igual medida. Es de lo más generosa con los espectadores, ya que se caracteriza por ofrecer un amplísimo abanico de experiencias, es ágil, romántica, sensible, ridícula, autoconsciente a tope y sobre todo imposible de prever en cada giro de guión.

Lo más llamativo es la mezcolanza de la banda sonora tan ecléctica con la puesta en escena, y todo termina llegando a buen puerto y resultando incluso emocionante. La certeza es que le hace honor a su título y te lo hace sentir, todo a la vez en todas partes.

¡Vayan derecho al cine que no se van a defraudar!

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