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Body Horror: El cuerpo terrorífico en la literatura y el cine de horror

14 minutos de lectura

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Son deformes, reinventan su morfología a cada instante, reptan, expulsan fluidos corporales, repugnan y pervierten nuestro imaginario colectivo con sus espantosas mutaciones. El Body Horror es un ejercicio imaginativo y figurativo elaborado por una sucesión de excreciones corporales, defectos físicos impensados, rostros sin rasgos definidos y una psiquis desquiciada que atenta contra toda norma social.

Por César Arturo Humberto Heil

Todo ese horror, concentrado en la personificación de un cuerpo que se degrada y que se subvierte ante la amenaza externa o interna, hacen de ese organismo indeseable, un objeto calamitoso, desmembrado de toda armonía y belleza, pero a la vez, atrapado en la dualidad de su significación frente al espectador, que transforma esa observación de lo grotesco en un acto de regocijo y placer culposo.

Frankenstein y los mitos de Cthulhu

Pero los orígenes del Body Horror se pueden encontrar en el 1° de enero de 1818 cuando Mary Godwin, más conocida como Mary Shelly (1797-1851) escribía su obra cumbre Frankenstein o el moderno Prometeo. Allí la esposa del poeta Percy Shelly describe al monstruo como un cuerpo sin mente que genera inquietud y rechazo porque muestra el extrañamiento hacia su propio cuerpo inerte. La criatura creada mediante restos de cadáveres representa el retorno del cuerpo reprimido; y la unión de todos esos restos humanos nos habla de la universalidad de la criatura, siendo todos esos despojos de carne muerta, la metáfora de un mundo cruel, horrible y repugnante.

En un fragmento de la novela, la autora expresa lo siguiente: “¡Ay!, ningún mortal podría soportar el horror que inspiraba aquel rostro. Ni una momia reanimada podría ser tan espantosa como aquel engendro. Lo había observado cuando aún estaba incompleto, y ya entonces era repugnante; pero cuando sus músculos y articulaciones tuvieron movimiento, se convirtió en algo que ni siquiera Dante hubiera podido concebir.”

Como vemos, lo monstruoso en Frankenstein está en esa corporalidad fragmentada, en ese rostro deforme, en esa aberración científica que regresa de la muerte para espantar al mismísimo creador.

No hay dudas de que Mary Shelly fue una adelantada a su época y con Frankenstein sembró las mieses de la modificación corporal que inspiró luego a otros grandes autores del género, pero hubo un escritor que se atrevió a llevar las malformaciones corporales a otro nivel, uno muy superior y perteneciente a una orden divina y suprema. Estoy hablando de Howard Phillip Lovecraft (1809-1849), creador del horror cósmico.

En su literatura surgen una serie de monstruos y dioses que amenazan a la humanidad tan solo con mostrar sus colosales y horripilantes presencias, las cuales se muestran con rasgos corporales extremos, poblados de extensiones tentaculares, viscosas, con espeluznantes ojos y bocas inundadas de filosos dientes. Son criaturas que mezclan partes de cuerpos de animales con humanas y que siembran el horror mediante sus execrables formas.

Lovecraft pensaba que el verdadero terror que tenemos los seres humanos es descubrir que nuestro conocimiento del universo es una mera ilusión, mientras que develar la verdad puede llevarnos a la locura. Una de esas verdades es reconocer que somos insignificantes en comparación con grandes seres monstruosos que habitan otros mundos y dimensiones.

Es innegable que Howard Phillips Lovecraft es el gran maestro del terror cósmico y el creador de monstruosas criaturas como Cthulhu, uno de los seres más temibles y populares dentro del universo Lovecraftiano.

El Body Horror en el cine

En el cine de horror su utilización deviene en un objeto-cuerpo malvado y terrible, por lo cual, lo horrendo implica una disolución de lo socialmente aceptado. Es ahí donde el cine de terror saca mejor provecho, porque todo aquello que no responde a las rigurosas normas morales es visto como una amenaza a un orden establecido. Subvertir ese orden preanuncia el caos, y lo espantoso, lo desfigurado, lo indescifrable morfológicamente, no es otra cosa que la personificación de lo caótico.

El Body Horror le viene ganando terreno a otros subgéneros y cada vez son más los directores que buscan en lo desagradable y vomitivo, llevar al espectador al extremo de su reacción ante aquellas imágenes que no puede definir, catalogar o siquiera imaginar.

Pero ya en los años 30 películas como Frankenstein (1931) de James Whale, La novia de Frankenstein (1935) también de Whale, Freaks (1932) de Tod Browning y La momia (1932) de Karl Freund, se animaban a horrorizar a los incautos espectadores con malformaciones corporales de todo tipo.

Cuerpos invadidos

Uno de esos directores y quizá pionero en esto de horrorizar los cuerpos, es el canadiense David Cronenberg, quien a lo largo de su filmografía ha avanzado en una sistematización de cuerpos ultrajados, lo que le ha generado una distinción por sobre otros directores, haciendo de este estilo su sello tan característico.

Con filmes como La mosca (1986), remake del filme de 1958 del director Kurt Neumann, Cronenberg llevó al extremo la degradación corporal al ir transformando lentamente al científico Seth Brundle (Jeff Goldblum) en una horrenda criatura entre humana e insecto. Sus cambios corporales fueron tan explícitos e impactantes que llevaron al cuerpo de un ser humano a la mayor deshumanización jamás mostrada hasta ese momento en una película.

El filme dejó planteado los horrores que puede provocar la ciencia cuando se intenta violar algunas leyes de la naturaleza humana y sirvió de legado para que su hijo Brandon siguiera sus pasos en filmes como Antiviral (2012), Possessor (2020) y la reciente y aún sin fecha de estreno Infinity Pool (2023)

Si bien La mosca fue el filme que lo pondría como uno de los maestros del Body Horror, no fue esa película en la que el director incursionó por primera vez. Anteriormente ya había asomado al subgénero con filmes como Stereo (1969), Shivers (1975), Rabia (1977), Cromosoma 3 (1979), Scanners (1981) y Videodrome (1983). Posteriormente seguiría en esa línea con filmes como Existenz (1999) y la reciente Crimes of the Future (2022).

Y si hablamos de ciencia y experimentos que no salen nada bien, no podemos dejar de mencionar al siguiente director.

“Love” Lovecraft

Otro de los directores que incursionó en el subgénero del Body Horror fue Stuart Gordon (1947-2020), quien enamorado del escritor de Providence llevó algunas de sus historias a la pantalla grande. Así surgen Re – Animator (1985), inspirada libremente en la novela serial Herbert West: reanimador, From beyond (1986) basada en el cuento corto del mismo nombre y Dagon, la secta del mar (2001) adaptación de La sombra sobre Innsmouth.

El cine de Gordon destaca por su humor negro, su gusto por el Grand Guignol y los efectos prácticos más grotescos, su gran conocimiento del género de terror y su capacidad para reinterpretar en clave moderna los textos clásicos de Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft.

Sin dudas, Re- Animator fue una de las películas de terror más influyentes de su carrera, tanto estética como temáticamente, verdadera obra maestra que reformuló con éxito el universo de Lovecraft.

El filme narra la historia del doctor Herbert West (Jeffrey Combs) quien estudia en Europa métodos regenerativos junto a un conocido científico que muere de manera extraña. Herbert viaja a Estados Unidos donde ingresa en la Universidad Miskatonic. Allí continúa con sus experimentos, con la intención de alcanzar la fórmula que permita reanimar a los muertos. A medida que avanza en su investigación los resultados son cada vez más inesperados e incontrolables, y la película ingresa en una espiral de muertes y reanimaciones, brindándonos un “dantesco” espectáculo de cuerpos retorcidos, vísceras y sangre.

Dos en uno

Dadas las similitudes entre uno y otro, tanto Brian Yuzna como Frank Henenlotter merecen estar en un mismo apartado. Sus películas presentan temáticas similares y ambos han explorado el Body Horror con historias en donde la trasformación corporal alcanza niveles de ridiculez extrema. El más conocido de los dos es Brian Yuzna, quien a finales de los años ’80 y principios de los ’90, nos sorprendió con filmes como Society (1989)

La historia de Society se centra en Billy (Billy Warlock), un joven de familia adinerada que lleva una vida perfecta hasta que empieza a sospechar que su familia no es del todo normal. A medida que investiga descubre una sociedad de elite secreta que realiza orgías con prácticas sexuales extremas, antropófagas y que, además, tienen la habilidad de trasformar sus cuerpos en espantosas criaturas deformes.

La escena más recordada sea quizá la de ese ser amorfo que tiene la cara en el “trasero” y le habla a Billy mientras se tira pedos con la boca. La escena fue tan impactante que muchos años después el director James Gunn incluiría una similar y a modo de homenaje en su filme Slither (2006).

Yuzna ha seguido los pasos de Stuart Gordon dirigiendo algunas continuaciones de Re -Animator, como Bride of Re-Animator (1990) y Beyond Re-Animator (2003). En ambos filmes retoma el personaje de Herbert West y utiliza al emblemático actor Jeffrey Combs.

Junto con Stuart Gordon, quien colaboró en el guion, Yuzna continuó con el espíritu de los relatos de H. P. Lovecraft en Progeny (1998), película que cuenta la historia de una joven pareja que espera su primer hijo y que descubre que aquello que están esperando no es para nada humano.

También ha sido creador de la saga El dentista (1996), esa terrorífica película que nos hizo no querer sentarnos en el sillón de un dentista durante mucho tiempo y que tiene su secuela dos años después con El dentista 2 (1998)

Por su parte, Frank Henenlotter es una importante figura del cine de horror más visceral y desprejuiciado, y se podría considerar como un cineasta al margen de cualquier estructura de producción.

Henenlotter es un realizador que ama lo que hace sin que le importen las críticas detractoras que consideran a su filmografía como “basura”. Esta postura frente a quienes lo critican le confiere cierta nobleza que lo pone en un lugar destacado dentro del cine de horror, lo que le valió ser considerado un director de culto desde hace muchos años y le permitió que sus películas sean revisitadas en retrospectivas, las cuales facilitaron un acercamiento a toda su filmografía, en especial para aquellos que no conocían su obra.

Al igual que Yuzna, ha incursionado en el subgénero del Body Horror con filmes como Basket Case (1982) y sus dos continuaciones Basket Case 2 (1990) y Basket Case 3. La prole (1991).

Basket Case es una película que se rodó con un presupuesto casi inexistente y fue el inicio de una trilogía demencial protagonizada por el deforme Belial, un siamés violentamente extirpado del cuerpo de su hermano Duane (Kevin Van Hentenryck), quien lo lleva escondido en el interior de una canasta y con el que mantiene una conexión telepática.

La cirugía fue llevada a cabo años atrás por decisión de su padre, horrorizado ante la espantosa criatura que ocasionó la muerte de su esposa durante el parto. Tras la brutal operación, los hermanos deciden dar muerte a su padre, y Duane emprende el viaje a Nueva York junto con Belial para buscar a los tres médicos involucrados en la traumática separación y así consumar una horrible venganza.

Antes de filmar la segunda película de la saga de Basket Case, Henenlotter filma Brain damage (1988), un filme desprejuiciado y con toques de humor negro, en donde un adolescente mantiene una extraña relación con un parásito de varios siglos de antigüedad, que crece en su cerebro y que parece dominarlo.

No hay dudas, que tanto Yuzna como Henenlotter, son dos directores que han hecho gran parte de su carrera incursionando en el cine de horror corporal y sus películas son hoy objeto de culto para muchos espectadores amantes del género, y es por eso que merecen estar entre los destacados.

Made in Japan

A mediados de los años ’80, desde Japón surge la figura del director Shin’ya Tsukamoto, quien también abordó el subgénero del Body Horror. En esa época se empezaba a hablar de la presencia y ocupación militar de Estados Unidos en territorio japonés, del ataque nuclear a Hiroshima y Nagasaki y sus nefastas consecuencias en los descendientes de esa generación.

Es en ese contexto que irrumpe la película de Tsukamoto, Tetsuo The Iron Man (1989). El filme, que se destacó por su osadía narrativa, sus alucinantes imágenes en blanco y negro que remiten a David Lynch y su bajo presupuesto, nos cuenta la historia de un hombre conocido como “el fetichista de metales”, que tiene la costumbre de clavarse pedazos de metal en todo el cuerpo y sueña con un mundo de metal en el que todas las personas tengan alguna mutación corporal.

Posteriormente, continuaría la historia de este personaje de características similares a un Cyborg, con Tetsuo 2: El cuerpo del martillo (1992) y Tetsuo: The Bullet Man (2009).
Las películas de Tsukamoto son hoy consideradas de culto y solo son revisionadas por fanáticos del director y del Body Horror.

El horror está ahí afuera

El cine de John Carpenter no escapa al Body Horror. Si bien es un director ecléctico que ha abordado distintos géneros como el terror, la ciencia ficción, las aventuras y la acción, en 1982 iba a sorprender a todos con una nueva adaptación de la novela de John W. Campbell Jr. ¿Who Goes There?, que ya había tenido una primera versión en 1951 con el filme El enigma de otro mundo, del director Christian Nyby.

En este remake, Carpenter hizo gala de los efectos prácticos de la época, para mostrarnos cómo una criatura extraterrestre que infecta una base científica de la Antártida, va mutando en los cuerpos de los infectados en distintas formas, entre humanas y animales, cada una de ellas más deformes y horripilantes.

El filme es un claro homenaje al horror cósmico de H. P. Lovecraft, y abrió la puerta a una serie de películas de mutaciones y malformaciones corporales que le seguirían posteriormente.

Siguiendo en esta línea de seres del espacio exterior, no me quiero olvidar de Alien (1979), de Ridley Scott, quien unos años antes junto al artista plástico Hans Rudolf Giger, traían un nuevo concepto del horror cósmico con el Xenomorfo más extraño y perturbador que ha dado el séptimo arte. Su combinación entre animal y maquina fue verdaderamente revolucionario para la época, y provocó rápidamente la adoración incondicional en los espectadores, lo que derivó en una franquicia millonaria que hasta el día de hoy sigue dando excelentes dividendos económicos.

Popurrí de Body Horror

Son muchas las películas que han incursionado en el Body Horror, y la verdad que no me daría el tiempo ni las páginas para poner a todas, pero a modo de cierre voy a presentar un listado de las más conocidas.

The Toxic Avenger (1984), de Lloyd Kaufman y Michael Herz

Un joven inepto y delgaducho que trabaja como limpiador en un gimnasio donde los clientes lo atormentan, termina en un sitio de desperdicios tóxicos y se transforma en un monstruo benevolente.

Hellraiser (1987)

Sadomasoquismo, la relación entre el dolor corporal y el placer son los ingredientes de esta franquicia millonaria que nos presentó a los aterradores Cenobitas.

Street Trash (1987), de James Muro

Un grupo de indigentes compra una extraña bebida y al beberla sufren horribles mutaciones que los llevan a la muerte.

Prophecy (1979), de John Frankenheimer

Un médico que trabaja para el Gobierno y su esposa embarazada son enviados a Maine para intermediar en el conflicto entre una tribu de nativos estadounidenses y una compañía maderera acusada de causar la mutación de los animales salvajes locales.

Combustión espontánea (1990), de Tobbe Hooper

El hijo de una pareja que recibió una vacuna anti radioactiva desarrolla la habilidad de incinerar a otras personas.

Body parts (1991), de Eric Red

Un hombre teme ser poseído por el espíritu de un asesino en serie cuyo brazo recibió en un trasplante experimental.

Body melt (1993), de Philip Brophy

Varias personas encuentran la muerte cuando el gerente de un centro de salud saca al mercado una nueva y fatal vitamina.

Boxing Helena (1993), de Jennifer Lynch

Un cirujano obsesionado toma medidas drásticas para asegurar que la mujer que ama permanezca con él.

Thinner (1996), de Tom Holland

Un abogado con sobrepeso recibe una maldición gitana que lo hace adelgazar rápidamente, sin poder encontrar una cura.

Teenage Caveman (2002), de Larry Clark

Un grupo de adolescentes se encuentran con personas que, después de ser utilizadas como conejillos de indias para una prueba experimental de un virus, pueden vivir para siempre en un mundo pos apocalíptico.

Slither (2006), de James Gunn

En un pueblo tranquilo y boscoso un meteorito cae y trae consigo a un ser alienígena que toma a los cuerpos de los habitantes generándoles horribles mutaciones.

Black Sheep (2006), de Jonathan King

En una granja unas ovejas que son alteradas genéticamente atacan a los humanos transformándolos en inmortales y asesinos.

El ciempiés humano (2009), de Tom Six

Un cirujano demente une a dos chicas americanas y a un hombre japonés entre ellos a través de sus sistemas gástricos.

El ciempiés humano 2 (2011), de Tom Six

Un hombre se obsesiona sexualmente con un DVD y crea su propia cadena humana.

American Mary (2012), de Jen Soska y Sylvia Soska

Una feroz y espantosa crítica al mundo de las cirugías corporales.

Thanatomorphose (2012), de Éric Falardeau

Una mujer ve como su cuerpo se va pudriendo en vida.

Contracted (2013), de Eric England

Una joven mujer desarrolla síntomas horribles después de que tenga una aventura de una noche con un desconocido.

El ciempiés humano 3 (2015), de Tom Six

Cierre de la desagradable y escatológica trilogía.

Bite (2015), de Chad Archibald

Una mujer en unas vacaciones es picada por un insecto y a partir de allí comienza una horrible mutación corporal.

The void (2016), de Steven Kostanski y Jeremy Gillespie

Durante el turno de noche, un sheriff lleva a un hombre herido al hospital, sin sospechar que su presencia abre las puertas del infierno. Filme que retoma el horror cósmico de Lovecraft.

Rabia (2019), de Jen Soska y Sylvia Soska

Remake de la obra de David Cronenberg de 1977

Titane (2021), de Julia Ducournau

Es una mezcla de Cronenberg con Tsukamoto.

Gaia (2021), de Jaco Bouwer

Durante una misión de vigilancia en un bosque, una agente forestal encuentra a dos supervivientes viviendo en la naturaleza sin saber que una infección causada por un hongo está trasformando los cuerpos de las personas.

Conclusión

Seguramente me han quedado muchas películas sin reseñar, algunas las habré visto y no las recuerdo y otras seguramente no las pude ver. Lo que me interesa destacar de este artículo, es la importancia que ha tenido y tiene el subgénero del Body Horror en la literatura fantástica y en el cine de horror.

Cada vez son más los adeptos a este tipo de películas purulentas y viscosas, como así también la cantidad de realizadores que se animan a meterse de lleno en este tipo de espectáculo repugnante y desagradable.

Como amante del género, suelo disfrutar mucho de estas historias de cuerpos horrorizados, no solo por sus imágenes extremas y perturbadoras, sino porque muchas veces detrás de toda esa regurgitada de tripas, sangre, pústulas y malformaciones aberrantes, hay un mensaje que casi siempre es positivo.

La ciencia es la principal criticada por sus experimentos sin límites que derivan en monstruosas criaturas, pero también se pone en discusión la actitud del ser humano respecto a su accionar frente a la naturaleza y el medio ambiente, siendo la contaminación ambiental una causal de abominación corporal. Estos dos aspectos se pueden ver en filmes como La mosca, Re-Animator, The toxic avenger, Black sheep o Gaia, por citar algunos ejemplos.

Como vemos, el Body Horror tanto en el cine como en la literatura, no solo nos entretiene, asusta y nos las hace pasar mal, sino que, además, nos obliga a reflexionar sobre algunas actitudes del ser humano con relación a la naturaleza, los animales y la ciencia, actitudes que deberíamos empezar a cambiar si no queremos terminar convertidos en amorfas criaturas rastreras y repugnantes.

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