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¡Qué verde era mi valle!: En busca de los valores morales

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“Los hombres como mi padre no mueren. Siguen dentro de mí, tan reales en mi memoria, como lo fueron en vida, cariñosos y amados para siempre. Qué verde era entonces mi valle”

Bienvenidos a una nueva nota de Revista Sincericidio. Qué mejor manera de conmemorar el Día del Trabajador que con la película de 1941 ¡Qué verde era mi valle! (How Green Was My Valley), dirigida por John Ford. Basada en el libro de Richard Llewelyn, con guion de Philip Dunne, música de Alfred Newman y la producción de Darryl F. Zanuck. Obtuvo cinco premios Oscar: Mejor película, Mejor director: John Ford, Mejor actor de reparto: Donald Crisp, Mejor fotografía en blanco y negro: Arthur Miller y Mejor decoración en blanco y negro: Richard Day, Nathan Juran y Thomas Little.

Por Daniel López Pacha

Protagonizada por Walter Pidgeon (Pastor Gruffydd), Maureen O’Hara (Angharad Morgan), Donald Crisp (Gwilym Morgan), Sara Allgood (Beth Morgan), Richard Fraser (Davy Morgan), Evan S. Evans (Gwilym Morgan Jr.), James Monks (Owen Morgan), Roddy McDowall (Huw Morgan), John Loder (Lanto Morgan), Patric Knowles (Ivor Morgan) y Anna Lee (Bronwyn, esposa de Ivor).

Sinopsis

Los Morgan son una familia de mineros en un pueblo de Gales del siglo XlX. Aunque están orgullosos de su oficio y su unidad familiar, surgen conflictos cuando los salarios comienzan a bajar. Mientras que los hijos creen que la unión sindical es la solución para enfrentar a los patronos, el padre rechaza cualquier idea de sindicatos o socialismo.

La película comienza con una voz en off que nos introduce en su historia y nos sumerge en una montaña rusa emocional desde el principio. Durante las siguientes dos horas, somos testigos de una serie de episodios, imágenes y diálogos que buscan conmover nuestra sensibilidad, logrando que cada espectador se identifique con el niño que cuenta la historia de su familia en el valle del título. Este objetivo es tan extremo y radical que solo a través de la poesía de cada momento es posible evitar caer en el sentimentalismo excesivo.

La explotación laboral

Aquí se puede ver la explotación que hay en las minas, y lo que ocurre con la llegada de la mano de obra de otros lugares dispuestos a hacer el mismo trabajo por menos dinero. El nacimiento de los sindicatos y las primeras huelgas, los encuentros clandestinos de los trabajadores intentando fortalecerse para presionar a los empresarios y los enfrentamientos generacionales en el seno de las familias.

Los hijos que se ven obligados a emigrar (parecido a lo que sucede hoy en día) para ganarse la vida, la escoria y la polución que la Revolución Industrial esparció sobre las verdes campiñas británicas pintando de negro la vida y el verdor que refulgían en ellas, junto a los rumores y maledicencias en comunidades pequeñas que acababan con la reputación y la vida de muchas personas, buscando en la religión un nexo de unión entre todas las personas de esa comunidad. También la diferente educación que recibían niños y niñas (en donde sobresalía el maltrato de los maestros) y las diferentes cosas que se esperaban de ellos al llegar a su vida adulta.

Se puede observar un poderoso testimonio político sobre la lucha ideológica entre la religión y el socialismo, dos fuerzas que han mantenido históricamente una relación de conflicto, aunque en ocasiones también han buscado establecer alianzas en defensa de los intereses populares. También se describe las duras condiciones laborales de los mineros, quienes trabajan en condiciones precarias y reciben salarios cada vez más bajos, mientras que los propietarios capitalistas disfrutan de una vida lujosa en una mansión atendida por un servicio doméstico.

La mirada del director

Con respeto a la parte audiovisual, es la forma en la que el director concibe las tomas, en donde una ventana o una puerta hacen las veces de otro encuadre por el cual entra no solo una luz maravillosa sino que sirven de puente, de transición entre una situación y otra, entre una condición emocional de uno de los personajes y otra diferente. Puentes y ventanas son los otros focos a través de los cuales el director amplifica una decisión, un conflicto, un cambio de fortuna.

En ocasiones, la perspectiva desde la que filma una escena puede realzar un momento o situación particular de la vida. Por ejemplo, el uso de ángulos en contrapicado que enfatiza la imponencia de un edificio o monumento, mientras que por momentos coloca la cámara en un ángulo bajo para resaltar la importancia de una procesión de trabajadores en su camino hacia una mina siempre humeante y brumosa.

Sorprende la forma en que la cámara sitúa su perspectiva debajo de la horizontal para enfatizar la dramática subida del elevador, el cual trae heridos o muertos desde el fondo de la mina. Estas posiciones de la cámara aumentan el nivel de dramatismo y nos hacen sentir parte de la angustia que experimentan las familias afectadas o la expectativa angustiosa prolongada de toda una comunidad.

Conclusión

La película nos enseña que, a pesar de las dificultades y los desafíos de la vida, el amor y la unión son capaces de superar cualquier obstáculo. Esta conmovedora y emotiva historia deja una impresión duradera en los espectadores, ya que muestra cómo la fuerza del amor puede cambiar vidas y transformar situaciones aparentemente imposibles.

En definitiva, es una película que nos recuerda que nunca debemos subestimar el poder de la unión y el amor para enfrentar los obstáculos que se presentan en nuestro camino.

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