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Especial Indiana Jones: Padre e hijo

3 minutos de lectura

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Llega la hora de repasar la tercera aventura de Indy. La más personal para mí, mi favorita, la inolvidable. La que siempre me une con mi propio padre.

Por Mario Luzuriaga

El joven Indiana Jones

Luego de conocer que este personaje tenía tres películas en su haber, quise entrar en esta última película. Un poco decepcionado, ya que mi héroe termina sus aventuras en ese film, pero a la vez emocionado por ver lo que sucedía.

Al principio estuve desconcertado al ver la historia de origen de Indy en su tercera entrega. Pero eso se pasó a los minutos de que avanza la trama, pero me vuelve a impactar otro hombre que vestía como Indy en una excavación. Pensé: “me robaron”, pero no fue así hasta que mi propio padre me dijo: “Indiana Jones es el chico”. Ahí entendí todo y me sumergí en esa aventura preciosa que hasta el día de hoy me emociona. Fue divertido ver cómo este chico se convierte en el arqueólogo y aventurero que es y, sobre todo, cuando este hombre misterioso le entrega su característico sombrero.

La búsqueda del Santo Grial

A la edad de 9 años ya asistía a mis clases de catecismo para mi primera comunión y siempre fui un apasionado por la historia. Que en “la última cruzada” se busque el Santo Grial sumaba un punto mayor a mi fanatismo por el personaje, y ya empezaba a asociar un montón de cuestiones acerca del catolicismo, y también mis críticas gracias a esta cinta. En fin, descubrimos que el profesor Henry Jones buscó toda su vida este objeto, y que fue interceptado por los Nazis en su búsqueda. Si ya me había encantado la premisa del artefacto, terminé de explotar cuando supe que los villanos eran los mismos de la primera película.

Mi padre veía mi cara de felicidad y me seguía explicando más cosas de los Nazis en el transcurso de la aventura, como por ejemplo, la mítica escena de la quema de libros y sobre un hombre con un bigote muy chistoso.

Relación de familia

En cierto punto sentía una conexión lejana con mi padre durante mi niñez, ya que pretendía que sea uno más de los chicos que se divertía jugando al fútbol o mirar con él los partidos. Eso no pasó, ya que me embarqué en mi propia aventura cinéfila que me definió a ser lo que soy. Pero si hay algo que me unió a él fue esta mítica aventura en la que nos vemos reflejados, tal como Indy y Henry. Un hombre crítico con su hijo, pero que a fin de cuentas se suma a esta mítica aventura. Durante más de dos horas, mi viejo Oscar y yo nos sentamos a vivir esta historia que nos unió muchísimo, al punto tal que entendió todo a lo que yo aspiraba, como Henry lo hizo al llamarlo “Indiana”.

Entendimos todo y cada vez que vemos “Indiana Jones y la última cruzada”, es un encuentro majestuoso entre padre e hijo, que ahora repetiré con mis dos hijas.

Perdón por este escrito tan personal, pero esta película me moviliza mucho. Más allá de toda emoción, la historia es impecable en sus actuaciones, búsqueda, música y la magistral forma narrativa del genial Steven Spielberg.

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