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Dejar el mundo atrás: Ataque cibernético y crítica social

5 minutos de lectura

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Si hay una película que ha generado marcadas diferencias entre los espectadores es Dejar el mundo atrás (2023), adaptación de la novela homónima de Rumaan Alam y del director y guionista Sam Esmail, conocido por ser el creador de la serie Mr. Robot (2015-2019) y uno de los directores de la interesante Homecoming (2018-2020).

Por César Arturo Humberto Heil

Por un lado, están los que les pareció una verdadera basura y por otro, los que les resultó una obra más que interesante que merece un mejor reconocimiento, entre los que me incluyo. Voy a intentar en esta breve reseña justificar mi postura, la cual se basa en las cualidades artísticas y filosóficas en las que se enmarca el filme.

La historia se centra en el matrimonio compuesto por Clay Sandford (Ethan Hawke), Amanda Sandford (Julia Roberts) y sus hijos Rose Sandford (Farrah Mackenzie) y Archie Sandford (Charlie Evans), quienes toman un fin de semana de descanso alquilando una lujosa casa en las afueras de la ciudad, propiedad de G. H. Scott (Mahershala Ali) y su hija Ruth Scott (Myha’la).

Al poco tiempo de llegar las cosas se empiezan a poner raras. La conexión a internet y la señal de cable se cortan y un enorme barco petrolero se acerca a la costa hasta encallar en la arena de la orilla. Pero todo da un giro inesperado cuando el dueño de la vivienda se presenta a mitad de la noche junto a su hija, diciendo que ha habido un enorme apagón en la ciudad de Nueva York y que decidió volver a su casa por seguridad. Esta imprevista situación genera un conflicto entre Amanda, quien desde el inicio sabemos que detesta a la gente, y su esposo Clay, quien se muestra más conciliador. Finalmente deciden que G.H. y su hija se queden hasta poder descubrir qué está sucediendo.

A medida que se desarrolla la historia, los personajes se enfrentan a una serie de sucesos inexplicables, que plantean interrogantes sobre la verdadera naturaleza de la crisis en la que se encuentran. Una serie de fenómenos fuera de lo común, como el comportamiento extraño de los animales, catástrofes aéreas, autos eléctricos que funcionan solos y extraños sonidos que desestabilizan a las personas. En ese contexto apocalíptico, a Rose lo único que le importa es poder ver el último capítulo de su serie favorita Friends y su preocupación está en recuperar la conexión a internet que le permita disfrutar de la serie.

El suspenso va aumentando a medida que los personajes se enfrentan a lo desconocido, mientras buscan encontrar respuesta a las causas de la crisis. G.H. insinúa una conspiración mayor, sugiriendo que el apagón forma parte de una triple estrategia diseñada para desestabilizar la nación. Todo es un verdadero caos y nadie sabe realmente qué está sucediendo.

Sam Esmail dividió el guion en cinco capítulos. Capítulo I: La casa, capítulo II: La curva, capítulo III: El ruido, capítulo IV: La inundación y capítulo V: El fin. Los dos primeros fragmentos funcionan a modo de prólogo, mientras que los restantes apuntan a marcar cómo se desarrolla el conflicto entre los personajes.

Esmail es muy inteligente y trabaja todo el filme con elementos que en una primera pasada pueden pasar desapercibidos. El ejemplo más claro son los cuadros de la casa que van cambiando según las fases y el estado emocional de los personajes. Esto se puede ver en el enorme cuadro de manchas que está en el living de la casa, el cuál cambia de formas y en donde en un principio predomina el color negro para finalizar casi en un color blanco. También está el enorme mural sobre la cabecera de la cama matrimonial cuya imagen del mar va subiendo de nivel a medida que aumenta la incertidumbre y la tensión.

La actitud de los animales de la zona como ciervos y flamencos es otro aspecto que Esmail utiliza para hablarnos sobre el poco cuidado hacia la naturaleza y expresar el dolor de un medio ambiente que clama a los gritos por soluciones a los problemas medioambientales.

También tenemos el diagrama de Bell, el cuál es mencionado por Ruth en una conversación con Amanda en donde intentan mejorar la difícil convivencia. El diagrama de Bell es parte de una ecuación matemática compleja y muestra como tres círculos superpuestos comparten un espacio en común. Esta idea del diagrama está planteada desde la perspectiva de la humanidad, y cómo los seres humanos pueden tener infinitas diferencias entre unos y otros, pero siempre va a existir una porción en la que habrá puntos en común.

La dirección de Esmail es sutil y aporta desde lo visual lo necesario para terminar de redondear la idea de una amenaza latente. Un claro ejemplo es el uso de innumerables tomas desde arriba, lo que nos da esa sensación de estar siempre vigilados y amenazados por un poder superior.

El controvertido final, el cual no voy a spoilear, es a mi entender, un excelente resumen de muchas de las actitudes egoístas que tenemos los seres humanos por lo que, si bien puede resultar incierto y algo chocante, es perfectamente entendible.

Conclusión

Con gran profundidad filosófica acerca de la condición humana, Dejar el mundo atrás es un filme con una fuerte crítica a la sociedad norteamericana, que nos interpela como actores sociales respecto a nuestra manera de actuar con relación al resto de las personas y los animales que habitan este planeta. Además, plantea un escenario de crisis global con varias hipótesis posibles.

En estos tiempos en donde la tecnología domina nuestras vidas y la información se ha vuelto vital, imaginar que alguien logre vulnerar los canales de comunicación puede generar tanta paranoia e incertidumbre que el daño generado puede ser más devastador que cualquier arma de destrucción masiva.

Calificación: Muy buena

Disponible en: Streaming

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