Guerra Civil: Asalto al poder

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Cada año, el cine nos sorprende con nuevas narraciones distópicas que desafían nuestra percepción de la realidad, y Guerra Civil, la última obra del visionario Alex Garland, no es una excepción. En esta película, el cineasta nos sumerge en un Estados Unidos al borde del abismo, donde la violencia y el caos son moneda corriente, y la línea entre la ficción y la realidad se desdibuja de manera intensa.

Por Gastón Dufour

En un país sumido en una enfrentamiento interno sin precedentes, un grupo de valientes periodistas y fotógrafos se embarcan en una peligrosa misión desde las revolucionadas calles de Nueva York hasta el mismísimo Despacho Oval. Bajo la dirección de un presidente autoproclamado (en un buen trabajo de Nick Offerman) que se aferra desesperadamente al poder, se desata un conflicto sin cuartel que amenaza con destruir todo a su paso.

La película nos presenta a Lee (Kirsten Dunst), una reconocida fotoperiodista de guerra, y Jessie (Cailee Spaeny), una joven talentosa ansiosa por seguir sus pasos. Juntas capturan con crudeza la brutalidad de la guerra: ejecuciones públicas, edificios reducidos a escombros, calles teñidas de sangre y el desgarrador rostro de la desesperanza.

A partir de este punto pueden venir spoilers

Por medio de la observación del contexto interno, somos testigos de una reflexión profundamente perturbadora sobre la ética periodística en tiempos de conflicto. Mientras Joel (Wagner Moura) y Lee se adentran en el corazón del Capitolio, enfrentan no solo los peligros de la guerra, sino también sus propias dudas y convicciones.

Es cierto también que la rebelión abierta, la anarquía y los crímenes perpetrados por civiles son un miedo claro, y que el lugar común dice que eso puede pasar solamente en Estados Unidos. Sinceramente lo que se ve en pantalla es preocupante tanto como realista, y aún más. Al fin y al cabo la ficción de este tipo siempre está a un paso de fundirse con la más impactante materialidad de los hechos.

Si bien el trasfondo político es innegable, y visto que da pavor que las cuestiones que se presentan pueden pasar hoy, mañana, cualquier día (es decir, están al alcance de la realidad), la línea que se asoma por debajo del enfoque en el conflicto armado interno que sugiere el título se centra en las experiencias personales de sus protagonistas, y en la lucha por mantener la integridad en un mundo que se desmorona a su alrededor.

En resumen, Guerra Civil es una obra ambiciosa que desafía nuestra visión sobre la realidad y nos obliga a enfrentar las sombras de nuestra propia sociedad. Con su superlativo trabajo estético y su potente mensaje, Garland nos ofrece un relato pleno de intencionalidad y provocación, que resonará mucho más allá de la pantalla.