El amor es un viaje en trineo al infierno: Fumada total

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Si hay algo que a los hermanos Coen le sienta bien son las comedias irreverentes, alocadas y disruptivas. En su vasta carrera cinematográfica han demostrado habilidad para incursionar en diversos géneros, pero ha sido la comedia ácida, la que mejor les ha funcionado. En El amor es un viaje en trineo al infierno (Drive-Away Dolls 2024) el director Ethan Coen, esta vez en solitario y sin la intervención de su hermano Joel, se embarca en una comedia tan bizarra como incómoda.

Por César Arturo Humberto Heil

Después de verla uno se queda con la sensación de que, junto a su coguionista Tricia Cooke, se fumaron todo lo que tenían a mano para escribir el guion, el cual se va de mambo en muchos momentos.

Jamie (Margaret Qualley) es una lesbiana ordinaria, mal hablada, verborrágica y extrovertida que acaba de romper por una infidelidad con su novia policía Sukie (Beanie Feldstein).

Su compañera de departamento Marian (Geraldine Viswanathan) también lesbiana, pero con una personalidad completamente opuesta, le comenta que piensa irse a vivir a la capital de Florida Tallahassee, ya que allí tiene una tía. Jamie ve una oportunidad de cambiar de aire y decide acompañarla.

Para hacer el largo viaje resuelven rentar un automóvil. Lo que no saben es que escondido en el baúl hay un maletín cuyo contenido es pretendido por dos ineptos matones y que harán lo imposible para recuperarlo.

Desenfreno en las rutas

Ambientada en los años 90, El amor es un viaje en trineo al infierno es una road movie queer con toques de western moderno que hace foco en las relaciones sentimentales de las dos protagonistas.

Las rutas, bares alejados y moteles son los principales escenarios que recorrerán las amigas. En el camino tendrán algunos escarceos amorosos con un grupo de jugadoras de hockey y descubrirán el verdadero contenido del maletín, el cual dejará sorprendidos a más de un espectador.

En ese desenfrenado viaje, las diferencias de personalidad se verán expuestas. Jamie vive su lesbianismo sin ningún tipo de problemas, es abierta al disfrute sexual y no tiene problemas en probar sensaciones nuevas. Por su lado Marian es extremadamente recatada. Su vestimenta y su forma racional de pensar la han llevado al punto de no tener una relación sexual con otra mujer hace años.

El viaje será una aventura que rompa con la monotonía de ambas mujeres, pero especialmente la de Marian, quien encontrará un espacio para el autoconocimiento, la reflexión sobre el amor, el sexo sin tabúes, y la liberación femenina. Hay un claro empoderamiento femenino de Jamie y Marian. Esto queda demostrado en el contrapunto que se genera entre dos mujeres dispuestas a todo y en la ineptitud de los dos matones, a quienes nada le sale bien.

Las situaciones más cómicas se dan gracias a estos dos personajes, interpretados por Joey Slotnick y C.J. Wilson. Sus incompetencias, sus acciones disparatadas y ridículas son verdaderamente desopilantes y se destacan como lo mejor del filme.

Referencias, excesos y buenas actuaciones

El amor es un viaje en trineo al infierno es una película plagada de referencias cinéfilas a películas de los años 90, época en la que se desarrolla la trama. Desde Pulp Fiction (1994) de Quentin Tarantino, pasando por Mi Pobre Angelito (1990) de Chris Columbus hasta Thelma y Louise (1991) de Ridley Scott.

El filme aprovecha para bajar línea sobre la doble moral y el ocultamiento de las orientaciones sexuales ante la sociedad, algo típico de la década en la que se inscribe esta historia.

La puesta en escena está caracterizada por una combinación de estilos en donde el kitsch se destaca por sobre otros con planos extraños, movimientos rápidos y un montaje rabioso. Esta mixtura termina desembocando en situaciones por momentos inentendibles. Un claro ejemplo son las escenas lisérgicas en las que aparece la cantante y actriz Mili Cyrus.

Estas escenas están puestas al azar, fuera de contexto y sin ninguna ligazón dramática ni narrativa que las una a la trama. Otro ejemplo son los primeros planos de unos galgos corriendo una carrera, así de la nada. Su descontextualización hace que dichas escenas no se terminen de interpretar correctamente y desorienten al espectador.

El elenco, encabezado por Margaret Qualley y Geraldine Viswanathan, ofrece interpretaciones sólidas, con matices que como ya mencioné, destacan la diversidad de personalidades. Ambas están muy bien, pero si tengo que destacar una, la actuación de Geraldine Viswanathan es perfecta. Completan el elenco con roles muy menores Pedro Pascal, Matt Damon y el veterano Bill Camp.

Conclusión

A pesar del encanto que producen estas dos heroínas y algunos buenos momentos de diversión y acción, El amor es un viaje en trineo al infierno no termina de alcanzar todo el potencial que ofrecía en su idea central. Esto se debe a una notable falta de conexión entre las distintas escenas, las cuales muchas veces se ven como situaciones aisladas e innecesarias.

Otro aspecto es la carencia de un desarrollo de algunos personajes secundarios, los cuales son completamente planos y solo están para cumplir su rol dentro de la historia. Todo esto impide que la película alcance el vuelo que uno esperaba ver en una comedia dirigida por Ethan Coen.

A pesar de que no logra mantener un ritmo constante y coherente a lo largo de toda su narrativa, El amor es un viaje en trineo al infierno es una road movie queer que puede ser vista por su audacia en temas como la diversidad de género, el sexo y la autocensura.

Calificación: Regular

Disponible: Streaming