Ensalada César | Hoy: Emilia Pérez
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Ensalada woke
Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Si hay una película que desde su lanzamiento por los festivales internacionales ha generado una acalorada polémica es el filme Emilia Pérez (2024) del director francés Jacques Audiard.
Por César Arturo Humberto Heil
Por un lado, están quienes la consideran una obra de arte y una de las mejores películas del año 2024, y por otro están los que piensan que es una verdadera basura y un insulto al cine y a México, país donde sucede la historia.
Música, narcotráfico, agenda woke, perspectiva de género y redención
Voy a intentar ser lo más sincero posible y a atenerme a las cuestiones estrictamente analizables desde el punto de vista cinematográfico.
El filme es de los considerados incalificable, de esos que se nos pone bien difícil a la hora de intentar catalogar. Eso coloca a Emilia Pérez en una situación complicada desde el inicio porque predispone mal al espectador que no sabe que está viendo.
Al margen de su imposibilidad de ser catalogada, Emilia Pérez adolece de innumerables problemas, tanto narrativos como artísticos, algunos tan pero tan burdos que terminan provocando la risa cuando no debieran.
El primero de los problemas está en su historia, la cual es de por sí tan inverosímil que hace que uno, que ya venía medio perdido por no saber bien que estaba viendo, no pueda conectar con la trama.
El segundo problema es que la película se presenta como un “musical”, pero todo lo que se muestra con relación al género es casi la antítesis de cualquier musical. Es decir que, Emilia Pérez se vende como musical, pero toda la cuestión artística referida al canto y las coreografías provocan rechazo en vez de conexión.
Ni la música ni las actuaciones se salvan
La música no es pegadiza, las letras menos. De hecho, no son canciones sino diálogos con música. Las intérpretes directamente no cantan, sino que lo hacen como yo cuando canto en la ducha, desafinando en todo momento, incluso después de haber usado el Auto tune.

El tercer problema son sus actuaciones, las cuales parecen estar en sintonía con esta idea, a esta altura ya creo que exprofeso, de generar distanciamiento, de no lograr que el espectador empatice. Esto se da mayormente por la manera en que hablan los personajes, los cuales se suponen que son mejicanos, pero al oído suenan por momentos inentendibles como en una “Babel latina”, pero sin Méjico.
Zoe Saldaña como Rita, Karla Sofía Gascón como “Manitas” del monte / Emilia Pérez y Selena Gómez como Jessi, hacen lo que pueden para remontar un conjunto de lugares comunes y estereotipos pocas veces visto en el cine del director Audiard. En este sentido tampoco colaboran los diálogos, los cuales son realmente muy pero muy malos. Y qué decir de los personajes, los cuales bordean el ridículo y sus caracterizaciones apuntan al estereotipo de lo peor de la identidad mejicana.
Una visión poco comprometida
Hay un cuarto problema y este está relacionado con la visión que el director Audiard y sus guionistas Thomas Bidegain, Léa Mysius y Nicolas Livecchi tienen acerca de la cultura mejicana y especialmente sobre el narcotráfico, al cual banalizan desde los primeros minutos. No solo lo hacen al presentar a un capo narco que quiere cambiar de sexo, sino que también lo ponen de manifiesto en el tratamiento frívolo, casi irrespetuoso, que se les da a las víctimas del flagelo que es el narcotráfico.

Para Audiard y compañía los desaparecidos a manos del crimen narco solo sirven como un elemento para justificar la redención de “Manitas” del monte una vez que transicionó a mujer y se convirtió en Emilia Pérez, y nunca son tratados con la profundidad que realmente merecen.
Algunos dirán que es parte de esa típica mirada etnocéntrica de los europeos, algo con lo que no estoy tan de acuerdo. Más bien creo que es parte de una idea de hacer una película disruptiva desde todo punto de vista, sin importarle absolutamente nada, algo que hay que reconocer lo hace muy bien.
La liviandad con la que la película aborda el tema del narcotráfico se ve también reflejada en el tratamiento que se le da al cambio de sexo. De acuerdo con lo que muestra la película, cambiar de sexo es tan fácil como elegir un peinado nuevo, y no solo es así de simple, sino que, además pasar a ser una mujer te convierte en una persona buena, elimina toda tu vida como criminal narco y te da la posibilidad de redimirte de tus actos. “Voilá”.

Agradar a la industria para que te premien
Está más que claro que Emilia Pérez fue pensada para agradar a la industria cinematográfica, la cual actualmente está más interesada en que se cumpla, a como dé lugar con su agenda woke y LGTB, incluso renunciando los cánones artísticos que otrora eran tenidos en cuenta al momento de evaluar una película.
Esto queda reflejado en los recientes premios con los que se alzó el filme en los Globos de oro donde obtuvo mejor musical, mejor película de habla no inglesa, mejor actriz de reparto a Zoe Saldaña y mejor canción original.
Hay que sumarle, además los premios obtenidos en el festival de Cannes donde Adriana Paz, Zoe Saldana, Karla Sofía Gascón y Selena Gómez compartieron el premio a mejor actriz, además de ganar el premio del jurado. También hay que sumar los premios otorgados por el festival de cine europeo donde se llevó mejor película, mejor dirección, mejor actriz (Karla Sofía Gascón), mejor guion y montaje (Juliette Welfling).
Un marketing bien armado
¿Estos premios indican que la película es realmente tan buena? La verdad que no. Emilia Pérez no es para nada una película merecedora de tantos galardones. Es evidente que todos estos reconocimientos obedecen a lo mencionado anteriormente y que es parte del marketing armado alrededor del filme.

Está más que claro que Audiard y sus colaboradores pusieron el foco en el tema de agenda y apuntaron todos los cañones a los festivales internacionales, especialmente a los europeos y los Oscar, donde se rumorea puede ser candidata a alzarse con el premio a mejor película extranjera.
En este sentido, hay que reconocer y aplaudir que Emilia Pérez utiliza una estrategia efectiva para lograr los objetivos con los que se concibió. Ganar premios. Las críticas negativas, especialmente de colegas mejicanos, son casi una caricia para un producto que no necesita de opiniones buenas o malas para cosechar halagos de una industria que premia la obsecuencia por sobre la calidad artística.
El síndrome del rey desnudo
Todo esto deriva en que Emilia Pérez adolezca del síndrome del rey desnudo. Este síndrome hace referencia a un cuento escrito por Hans Christian Andersen sobre un emperador presumido que se preocupaba mucho por su vestuario. Unos sastres se quisieron aprovechar del rey y lo convencieron de que podían confeccionarle el traje más bonito del mundo y que, además, ese traje solo podía ser visto por las personas inteligentes, es decir que los estúpidos no podían verlo.
El rey cayó en la trampa de los picaros estafadores y les encargó su confección. Una vez terminado, se dispuso a vestir el traje y enseñarlo, primero en la corte y luego al pueblo. Evidentemente, nadie veía el traje, pero claro, como se decía que el traje solo lo podían ver las personas inteligentes, nadie quería pasar por estúpido. Todos afirmaban lo bonito que era el traje y lo elegante que lucía el rey.

Toda la farsa quedó al descubierto cuando un niño vio la realidad y gritó a viva voz ¡el rey está desnudo¡ En ese momento, todo el pueblo se dio cuenta del engaño y empezaron las burlas hacia el gobernante que huyó despavorido.
Alabado sea el cine
¿Qué nos dice esta historia? Que la mayoría de las veces confiamos más en la fuente y no tanto en lo que es realmente o pensamos sobre una película. Esto sucede porque nos da temor que los demás piensen que somos unos ignorantes o uno estúpidos.
Si todo el mundo del cine está alabando a Emilia Pérez por algo será, así que sigámosle la corriente y no quedemos como idiotas.
Conclusión
Emilia Pérez es un filme indescifrable, que mezcla diversos géneros sin ninguna coherencia narrativa. Que abunda en lugares comunes y que no se sonroja ante la banalidad en las que incurre al tratar temas tan delicados como el narcotráfico y el cambio de sexo.

Su mayor mérito está en haber aprovechado al máximo el Síndrome del rey desnudo y hacer de su caótico y provocador estilo artístico un producto vendible y multipremiado. ¡Chapeau!
Solo para inteligentes y no estúpidos como este redactor.
Disponible: En cines