Moscas: Una mosca en la sopa
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Pensar que la adaptación cinematográfica de una novela exitosa garantizará el mismo resultado es, cuanto menos, una presunción pretenciosa. Este es el caso del filme Moscas (2023), una coproducción argentino-española dirigida por el español Aritz Moreno y basada en la aclamada novela argentina Que de lejos parecen moscas de Kike Ferrari.
Por César Arturo Humberto Heil
La película narra la historia de Luis Machi (Ernesto Alterio), un empresario exitoso y sin escrúpulos que, camino a una reunión, sufre un pinchazo en una rueda y descubre en el maletero de su auto el cadáver desfigurado de un desconocido. Esta premisa inicial resulta intrigante; sin embargo, lo que sigue es una sucesión de situaciones inverosímiles y decisiones narrativas desacertadas que perjudican el producto final.
Es probable que muchas de las acciones y situaciones presentadas funcionen de maravilla en la novela, pero no logran el mismo efecto en su traspaso al lenguaje cinematográfico. Las elecciones del propio autor y del guionista Javier Gullón de ser lo más fieles posible a la obra original terminan siendo contraproducentes para una historia que claramente se enmarca en el thriller de suspenso, género que en ningún momento logra consolidarse.
Humor absurdo e inverosimilitud
Está claro que el personaje de Luis Machi es despreciable. Sus acciones a lo largo de la película así lo demuestran. En lugar de buscar ayuda llamando a la policía, decide recorrer Buenos Aires con el cadáver en el maletero para intentar descubrir quién le ha tendido esta trampa. Como empresario inescrupuloso, son muchos los que podrían tener motivos para incriminarlo.
El problema de este enfoque es que, al partir de una situación inverosímil, todo lo que sigue es una sucesión de escenas cargadas de un humor absurdo y poco creíble que desmoronan abruptamente el interés. Ya no importa quién le tendió la trampa, sino intentar dilucidar cuál será la próxima estupidez que cometa.

Una escena que ejemplifica esto es cuando, en un intento de deshacerse del cadáver, llega a una zona portuaria casi abandonada. Mientras evalúa cómo arrojar el cuerpo al río, aparecen dos delincuentes gemelos que intentan robarle el auto y sus pertenencias. La negociación que sigue es tan absurda que provoca vergüenza ajena. Tenía la posibilidad de librarse del cuerpo entregando el auto a estos delincuentes y denunciar el robo, pasando así el problema a ellos. Sin embargo, prefiere escapar y seguir cargando con el cadáver.
Otra escena que raya en lo bizarro es cuando el personaje va a comprar una sierra a una ferretería para intentar cortar las esposas del cadáver. Se produce una absurda discusión con la vendedora sobre el tamaño de la sierra y su relación con la cadena que intenta cortar, resultando en un anticlímax total.
Una estructura narrativa equivocada
Lo que probablemente en la novela haya sido un juego mental del personaje intentando descubrir a los posibles enemigos detrás del “regalito” dejado en el maletero, aquí se presenta como un ir y venir en el tiempo, estructurado a modo de capítulos identificados con los nombres de los distintos personajes involucrados. Esta forma estructural, que en la novela seguramente es un recurso narrativo válido, aquí se presenta como un rompecabezas desacertado que atenta constantemente contra el ritmo y el clima del filme.
La dispersión dramática que esta decisión narrativa provoca en el espectador hace que rápidamente se pierda el interés en la trama central y todo se vuelva rutinario y sin el suspenso que todo thriller debe tener.

El simbolismo de las moscas
El título de la novela alude a cómo Luis Machi y su socio Miguel Garín (Claudio Rissi) ven a los demás seres humanos: como simples moscas u hormigas que no merecen el más mínimo respeto. Este concepto de superioridad, aunque esbozado en el filme, se aprecia de manera superficial, presente en frases hechas para la ocasión y no tanto como un concepto general de toda la película. Aquí, las moscas están más relacionadas con lo putrefacto que con lo conceptual y simbólico, algo que funciona pero que cambia completamente el enfoque.
Aspectos rescatables
Aunque son pocos los aspectos rescatables de Moscas, hay algunos que merecen mención. Primero, los decorados, que resultan completamente ajenos para alguien que conoce la ciudad de Buenos Aires. La mayoría son tan extraños y poco vistos que terminan siendo un atributo positivo en sí mismo. Espacios enormes y vacíos, lugares destruidos y abandonados que remiten a un mundo distópico, incluso la zona del puerto elegida es verdaderamente asombrosa, hacen de este apartado visual un verdadero disfrute.
Otro aspecto destacable son las actuaciones, que están muy bien a pesar de ciertas situaciones absurdas e inverosímiles. Ernesto Alterio tiene momentos memorables, al igual que Claudio Rissi. Incluso secundarios como Tomás Pozzi, quien interpreta a Cloaca, el violento jefe de seguridad de la empresa, están también muy bien.
Por último, es interesante la idea de jugar a las escondidas con la identidad del cadáver, algo que nunca se revela y que es también la constante pregunta que se hace Luis Machi: ¿Quién es el muerto? Este recurso funciona como un MacGuffin y es lo que más atrapa al espectador.

Conclusión
Moscas es un filme que se pierde en la nebulosa de una adaptación desacertada, que en lugar de apelar al thriller de suspenso prefiere transitar el camino de la introspección de un personaje intransigente pero desesperado en su búsqueda por encontrar al responsable y descubrir la verdad detrás de tan siniestro plan.
El humor absurdo y las situaciones inverosímiles son otros de los aspectos que hacen que la película no tenga la fuerza ni la tensión necesaria para mantener al espectador atrapado.
A pesar de ciertos logros visuales, buenas actuaciones y algunos recursos narrativos interesantes, Moscas termina siendo una película irregular, que no logra consolidar ni el clima de thriller ni el sarcasmo que probablemente funcionan mejor en la novela original. En definitiva, es un producto que deja la sensación de que podía haber sido mucho más, pero que se queda a mitad de camino entre lo grotesco, lo absurdo y lo inverosímil, provocando más desconcierto que suspenso.
Se podría decir que el filme Moscas es como una mosca en la sopa: molesta, incómoda y fuera de lugar.
Disponible: Prime Video