The Front Room: Un infierno doméstico disfrazado de comedia negra

Bienvenidxs a una nueva nota deRevista Sincericidio. The Front Room (2024) es la nueva comedia negra de A24 sobre una suegra manipuladora que convierte la vida de su nuera e hijastro en un verdadero infierno. ¿Provocación o simple mal gusto? Aquí, la crítica completa.

Por César Arturo Humberto Heil

La película marca el debut en la dirección de largometrajes de Sam y Max Eggers, hermanos del talentoso Robert Eggers (La bruja, El faro, Nosferatu). Sin embargo, el apellido no alcanza para garantizar calidad. Mientras Robert se mueve con sutileza y densidad, sus hermanos optan por una propuesta accesible, casi vulgar, que desentona con la impronta artística familiar.

Esta “versión absurda” de El bebé de Rosemary convierte lo siniestro en caricatura y confunde provocación con mal gusto.

Una secta extraña y una suegra perversa

El concepto «suegra del infierno» alcanza un nuevo nivel en The Front Room, comedia negra con tintes de terror donde la convivencia se transforma en una pesadilla para una joven embarazada.

La trama se centra en Solange (Kathryn Hunter), una anciana religiosa y conservadora que, tras la muerte de su esposo, se instala en la casa de su atribulado hijastro con el único propósito de arruinarle la vida a su nuera. La premisa promete humor incómodo y tensión familiar, pero el resultado se inclina hacia lo grotesco, siendo más irritante que aterrador.

El relato sigue a Belinda (Brandy), embarazada después de haber perdido un hijo, y Norman (Andrew Burnap), su esposo. La muerte del padre de Norman los obliga a recibir en casa a Solange, la madrastra devota y manipuladora que les propone un pacto: quedarse a vivir con ellos a cambio de heredarles todo su dinero. Tentados por las deudas, aceptan sin saber que este será un error fatal.

Lo que sigue es un festival de humillaciones, rezos compulsivos, agresiones veladas y un recurso narrativo tan escatológico como literal: Hunter se defeca y orina encima de forma recurrente y obliga a Belinda y Norman a limpiarla. Sí, así de grotesco.

La referencia al filme de Roman Polanski, si bien es clara, nunca termina de justificarse. Todo se maneja en una dualidad incómoda e incomprensible entre el bien y el mal, y nunca se define el verdadero trasfondo de la anciana ni el rol de su grupo, con tintes sectarios, en el destino del bebé de Belinda.

Entre lo irritante y lo insoportable

Durante 90 minutos, The Front Room se regodea en la incomodidad: gritos, llantos, discursos fanáticos, escenas escatológicas y giros que coquetean con lo místico y lo absurdo. El objetivo parece claro: incomodar. Pero lo que podría haber sido una sátira corrosiva se convierte en un ejercicio agotador que provoca más fastidio que reflexión.

Brandy cumple con su rol de víctima abrumada, mientras Burnap se diluye en un personaje que termina comportándose como un caprichoso “nene de mamá”. Por su parte, Hunter ofrece una actuación teatralizada y extrema, tan excesiva que termina siendo tan irritante como el personaje que encarna.

Conclusión

The Front Room quiere ser irreverente e incomodar al espectador, pero la incomodidad por sí sola no alcanza. Sam y Max Eggers apuestan a la exageración y al mal gusto con la esperanza de provocar risa o terror, pero lo único que logran es una experiencia que bordea la caricatura y el asco. Su tono, entre sarcástico y dramático, termina siendo uno de sus mayores desaciertos.

A24 sigue intentando desafiar al público con propuestas arriesgadas, pero esta vez el tiro sale por la culata: lo que comienza como sátira termina como un grotesco desfile sin rumbo ni gracia. Mal debut en la dirección de los hermanos Eggers.

Disponible: HBO Max