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Película recomendada del mes | Hoy: Secuestro Profesional

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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. En este mes de noviembre te voy a contar todo sobre «Secuestro Profesional», una peli muy poco conocida, siendo la ópera prima de un guionista sumamente talentoso con un par de actores impecables y una trama que no da respiro. Todo eso lo desarrollo a continuación.

Por Diego M. Bravo

Centauros del desierto

Eric Red es un tipo que siempre sitúa sus relatos en rutas que cruzan el desierto, lugares aislados y con pocos personajes. Prueba de ello, son sus guiones para Robert Harmon: “Hitcher, el viajero” (The Hitcher; 1986) y Kathryn Bigelow, con su obra más conocida y clásico ochentero: “Cuando cae la oscuridad” (Near Dark, 1987). Entonces, cuando lleva a cabo su ópera prima, de la que vamos a hablar, todos esos tópicos van a estar presentes allí, quedando claro su sello personal.

En “Secuestro profesional” (Cohen & Tate, 1988), cuenta la historia del niño Travis Knight (un pequeño Harley Cross, de “La Mosca 2”), quien se encuentra junto a su familia en una cabaña perdida en el medio del desierto y custodiada por agentes del FBI, debido a que el padre es testigo y va a declarar contra la mafia. Pero uno de los agentes los entrega con moño de regalo y huye como el león Melquiades.

Allí aparecen los “sicarios profesionales” del título original del film: Cohen (un brillante Roy Scheider, en un rol a la medida de su inmenso talento) y Tate (un sobreactuado Adam Baldwin, recién salido de “Nacido para matar” de Kubrick). Son la típica pareja del profesional implacable y el joven violento y desbordado pero en formato de asesinos profesionales (quizás de ahí derive el título, con el que se estrenó directo a video, en nuestro país), que hacen una masacre en el lugar y se llevan al nene secuestrado, como un trofeo que pide la mafia que los contrató y se dirigen a la ciudad, escapando de la policía.

Pasión de los fuertes

A partir de allí el viaje se vuelve un verdadero infierno, para los tres ocupantes del auto, el chico secuestrado y Cohen y Tate, quienes precisamente no se llevan bien. El pequeño Travis observa esto inmediatamente y durante todo el viaje, por el desierto, empieza a hacerles la guerra psicológica para que esas diferencias sean cada vez peor y crezca el odio y la enemistad mutua, sumada a la persecución de casi todas las fuerzas de seguridad del país, haciendo que el aire de este viaje se corte con un cuchillo. Y además tiene una escena que posee un suspenso impresionante y absolutamente original por el planteo de la puesta de la misma, que es cuando el auto con los secuestradores y el niño, tiene que pasar un control de patrullero en una carretera, con un ejército de policías.

Eric Red ama estos lugares, el desierto, el sol abrazador y la noche fría y oscura, la carretera solitaria y recorrer todo esto a través de un auto, y con muy pocos personajes. Esto lo podemos ver en sus guiones de “Cuando cae la oscuridad”, “Hitcher, el viajero” entre otras. Pero esta especie de “Mi Pobre angelito” dramática y en el desierto, es un triunfo personal como pequeño film de suspenso que alcanza cuotas impresionantes y muy poco vistas, con un conflicto que a medida que avanza el metraje crece exponencialmente hasta tornarse insoportable y narrado en forma brillante.

Fuimos los sacrificados:

Por todo esto que mencionamos, la extrañamente muy poco conocida obra de ingeniería del suspenso, film muy personal del talentosísimo Eric Red, merece disfrutarse, ya que no pierde vigencia y su frescura y desparpajo la sostienen muy actual. Y asomarse a descubrirla, porque vale la pena. Por eso les recomendamos muy fervientemente que conozcan “Secuestro Profesional”.

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