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El terror japonés: Orígenes del género y su cine

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El terror japonés

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. El terror japonés o J-horror, como se lo conoce popularmente, surgió explorando temas relacionados con la cultura y la historia del folklore del país asiático. Estas representaciones suelen centrarse en aspectos psicológicos y espirituales y han tenido una influencia notable en el género de terror a nivel global. Se distingue por su habilidad para generar una sensación constante de inquietud.

Por César Arturo Humberto Heil

Desde sus inicios, el género ha girado en torno a los Yurei, que son espíritus vengativos y a los Yokais, que son los demonios. Estas historias se centraban en los entornos tradicionales y hacían foco en el impacto y las consecuencias de la llegada de la era moderna.

Películas como Kaidan (1964) dirigida por Masaki Kobayashi, demuestran como el cine japonés ha abordado el terror a través de una estética única. Esta película marcó un hito en la forma en la que el cine japonés ha retratado los cuentos tradicionales de fantasmas y espíritus.

El terror japonés
Yurei

Contexto histórico

La historia de El terror japonés tiene siglos de antigüedad y abarca los periodos Edo y Meiji. Durante el periodo Meiji en Japón se produjo un quiebre histórico ya que la influencia de la tradición occidental imperialista fue tan profunda que transformó radicalmente la administración interna del país. La mayoría de las historias de terror surgieron durante una época en la que los valores y las ideas tradicionales estaban siendo fuertemente cuestionadas. Estas narrativas se convirtieron en advertencias y estaban diseñadas para contener a la sociedad y frenar sus ganas de querer alterar la cultura, estableciendo lo que hoy conocemos como las bases del cine de terror japonés. Es en este convulsionado período cuando se difundió una serie de relatos sobre naturales conocidos como Kaidan.

Japón ha sido durante mucho tiempo venerado por su capacidad para crear películas de terror, las cuales resultan únicas y efectivas. Con un estilo de filmación versátil y novedosas técnicas de edición, el cine de horror japonés permite una amplia interpretación del público, al tiempo que crea cuidadosamente un mundo ajeno al nuestro. Es habitual que El terror japonés esté plasmado de mensajes sutiles, simbolismos y anomalías culturales.

Las primeras películas sobre los Yurei eran adaptaciones de las famosas obras Kaidan del teatro kabuki. Kai significa aparición extraña, misteriosa, rara o hechizante y Dan significa conversación o narración recitada. Sin embargo, fue en los años 1990 cuando el horror japonés experimentó un renacimiento que trascendió las fronteras de Japón llevando la imagen del Yurei a la cultura popular de los países occidentales.

El terror japonés
Teatro Kabuki

Mitología y orígenes

En la tradición japonesa, cada persona es poseedora de un alma denominada Reiko. En el caso de que se produzca una muerte inesperada y violenta, esa alma queda con una carga emocional tan intensa que termina provocando que el Reiko se convierta en un Yurei

Los Yurei son espíritus vengativos que generalmente se caracterizan por tener algún tipo de asunto pendiente en el plano terrenal.  Muchas de las particularidades de los Yurei tienen sus raíces en los ritos funerarios del periodo Edo. Por esta razón, es común que los Yurei sean representados con prendas de color blancas y con un pañuelo o papel triangular en la frente, una tradición que aún se mantiene en algunas regiones de China,

A partir del siglo XVII los Yurei comenzaron a ser representados sin pies. En el teatro los actores que interpretaban a estos espíritus solían vestir quimonos largos que cubrían sus piernas con los brazos extendidos y los dedos colgando.

Uno de los ejemplos más fascinantes de representación de Yurei la podemos encontrar en una antigua leyenda popular que narra la trágica historia de una sirvienta llamada Okiku. En ella se relata como Okiku, una humilde criada de la residencia del Samurai Tesan Oyama, rechaza las insinuaciones románticas de su amo. Enfurecido por su rechazo, Oyama arrebata la vida de Okiku y la arroja al fondo de un pozo. Desde entonces, cada noche el espíritu vengativo de la joven regresa como un Yurei para atormentar a Oyama hasta llevarlo al borde de la locura.

El teatro japonés
El fantasma de Yotsuya

Otra historia sobre Yurei es la de El fantasma de Yotsuya. Allí, Tamilla Lemon, un samurái empobrecido, envenena a su esposa Oiwa y a su bebé recién nacido. El propósito de este aberrante acto es casarse con la nieta de su vecino rico. Lo que Lemon desconoce es que el espíritu vengativo de Oiwa, desfigurada por los efectos del veneno, regresará del más allá para vengarse.

El folclore en las películas

Es notable ver como las sagas de películas Ringu y Ju-On reflejan esta influencia. La imagen de Sadako vestida con un camisón blanco y con el cabello cubriéndole la cara, resulta similar a lo que hacía Oiwa para ocultar su desfigurado rostro, mientras que el pozo donde Sadako es arrojada evoca la historia de Okiku.

Para hablar del cine de terror japonés, es necesario mencionar que Hideo Nakata dirigió el filme Ringu en 1998. Esta película no solo es una de las más conocidas en la historia del cine japonés, sino que también se establece como un verdadero clásico que dio inicio al fenómeno del J-horror.

Adaptada de la novela de Koji Suzuki, Ringu sigue la historia de Reiko Sakawa, una reportera interpretada por Nanako Matsushima, que tras la súbita y misteriosa muerte de su sobrina se ve obligada a investigar una perturbadora cinta de video. En su búsqueda, Reiko descubre un aterrador pasado detrás de la joven Sadako.

Posteriormente, Nakata realizaría Honogurai mizu no soko kara (2002) filme conocido como Agua turbia. En la película, Hitomi Kuroki, una madre que se muda con su hija a un complejo de apartamentos, son acosadas por el espíritu Yurei de una niña que busca, a través de una conexión con la niña, llegar a quienes le dieron muerte. El filme también tuvo su remake en 2005 de la mano del director brasilero Walter Salles y con Jennifer Conelly en el rol de la madre.

El aro

El éxito de Ringu fue tan masivo que 4 años después de su lanzamiento inspiró la versión estadounidense El aro (2002) dirigida por Gore Verbinski. Esta adaptación intentó capturar la esencia de la original lográndolo a medias, lo que derivó en un filme mucho más mainstream, pero sin renunciar al terror de la original. Las dos versiones tienen sus méritos. Pero sin dudas es Ringu la obra que revolucionó el género y que dejó una marca indeleble en el cine de terror mundial.

En 1998 el director Takashi Shimizu volvió a el cine de terror con el filme Ju-On (2000) una nueva saga que comenzó con los inquietantes cortometrajes Katsumi (1998) y 44444 (1998). Estos dos primeros trabajos establecieron las bases para lo que pronto se convertiría en un nuevo y rotundo éxito del cine de terror japonés.

Esta idea se continuó con Ju-On la maldición (2000). Desde su estreno en video, el filme dejó una muy buena impresión en el público gracias a su narrativa no cronológica y su atmósfera escalofriante. Sin embargo, el verdadero salto a la fama llegó con Ju-On el rencor (2002). La película se convirtió en la más famosa de la franquicia manteniendo el estilo innovador de su predecesora y mostrando la evolución de Shimizu como director. Su impacto internacional puede ser comparable al de su antecesora Ringu.

Kairo

Kairo (2001) del director Kyoshi Kurosawa es otro clásico de El terror japonés. Su innovadora y perturbadora exploración de la soledad logra crear una experiencia cinematográfica única. La trama de la película se basa en como internet puede convertirse en un medio que en vez de conectarnos nos aísla, acrecentando así nuestra dependencia hacia esta tecnología emergente por esos años.

El innovador enfoque sobre el miedo a través de la tecnología y la soledad que el director Kurosawa le imprimió, añade una capa de profundidad emocional, lo que hace que la película sea particularmente inquietante. Además, aprovecha para plantear una aguda reflexión sobre el aislamiento humano y la creciente preocupación por la llegada de esta nueva tecnología, todo dentro un contexto paranormal.

El filme tuvo también un remake con Pulso (2006) del director Jim Sonzero. El mismo no estuvo a la altura del original y decepcionó bastante a los fans del género de terror japonés.

Noroi

Noroi (2005) de Kôji Shiraishi es otro de los filmes de terror japonés más inquietantes. Su idea de presentarse como un documental de investigación paranormal es un verdadero acierto. La trama gira en torno a Masafumi Kobayashi, interpretado de manera impecable por Jin Muraki, quien investiga una serie de eventos que parecen estar conectados a un demonio conocido como Kagutaba, lo que lo lleva a conocer una serie de personajes enigmáticos y aterradoras historias del folclore local.

La verdadera fortaleza de Noroi está en su capacidad para provocar una sensación de incomodidad desde el primer minuto. A medida que avanza el metraje se va generando una tensión constante y perturbadora gracias a la acumulación de diferentes eventos, en apariencia inofensivos, que terminan por desatar un verdadero pandemónium en sus últimos 15 minutos.

Esta habilidad narrativa de creciente tensión termina convirtiendo al espectador en cómplice involuntario de lo que vive el protagonista, quien quedará atrapado en una espiral de angustia constante. La transformación de lo mundano en caos es lo que hace que la película sea una experiencia oscura muy efectiva.

Conclusión

El J-horror ofrece un reflejo distorsionado de la sociedad cuestionando nuestras dependencias tecnológicas en una era cada vez más digitalizada. Las tramas del cine japonés se sumergen en lo inexplicable creando una atmósfera de misterio y desasosiego que mantiene a los espectadores en vilo.  

Este enfoque deliberado crea una tensión que contrasta fuertemente con la claridad que a menudo caracteriza las versiones occidentales. Esta diferencia es evidente al comparar Ringu con su adaptación estadounidense. En la versión de Verbinski se busca proporcionar explicaciones y resolver las ambigüedades. Y en Ringu lo que se busca es sumergir al espectador en un enigma inquietante sin la necesidad de dar mayores certezas de esos eventos.

La evolución de El terror japonés ha sido una travesía fascinante desde sus comienzos en el folclore local hasta su traslación al mundo occidental. Su capacidad para innovar, desafiar convenciones y ofrecer una experiencia única, ha dejado una indiscutible influencia en el cine de terror mundial.

El J-horror no solo ha cambiado la forma en que entendemos el miedo. También ha demostrado que el terror en sus múltiples formas sigue siendo una poderosa herramienta para explorar las profundidades de la condición humana.

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