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Proyecto OVNI: I Want To Believe

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Proyecto OVNI

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Proyecto OVNI, serie de comedia-dramática polaca de cuatro capítulos de 2025 para Netflix. Con dirección y guion de Kasper Bajon, producida por Anna Kepinska, fotografía Jakub Kijowski, música Piotr Emade Waglewski, edición Leszek Starzynski.

Por Daniel López Pacha

Reparto

Piotr Adamczyk (Dr. Yannick Polgar), Mateusz Kosciukiewicz (Zbigniew Sokolik), Julia Kijowska (Julia Borewicz), Maja Ostaszewska (Wera Wierusz), Adam Woronowicz (Henryk Wierusz), Marianna Zydek (Lenta Polgar), Stanisław Pąk (Jan Kunik), Janusz Chabior (General).

Sinopsis

A principios de la década de 1980, después del supuesto aterrizaje de un OVNI en Truskasy, Warmia, dos hombres, uno estrella de televisión en declive y el otro un entusiasta investigador de extraterrestres, se embarcan en una misión intelectual para determinar el origen de los seres alienígenas, mientras involucran a todos en su órbita de discusión. Cuando los dos protagonistas intentan convencer al mundo de sus teorías, un poderoso político intenta utilizar los fenómenos paranormales para apoderarse del país.

Entre conspiraciones, silencios y abducciones imaginadas

Inspirada libremente en el célebre caso de Emilcin —la supuesta abducción del campesino polaco Jan Wolski en 1978—, Proyecto OVNI retuerce los hechos reales para construir una narrativa que roza lo onírico, lo paranoico y lo político. En aquella historia fundacional del mito ufológico en Europa del Este, Wolski aseguraba haber sido abordado por seres de aspecto verdoso mientras conducía su carro por el bosque. El encuentro terminó con él dentro de una nave flotante, en un claro del bosque. Hoy, en Emilcin, aún se conserva un monumento recordando aquel relato imposible.

La serie de Kasper Bajon toma esa historia como punto de partida, pero inmediatamente la transforma. El lugar cambia: ya no estamos en Emilcin, sino en la ficticia Truskasy. El protagonista tampoco se llama Jan, sino Josef, y lejos de apegarse a los detalles documentados del encuentro, la serie prefiere usar el suceso como catalizador para hablar de otra cosa: la manipulación mediática, el control ideológico y la tensión política de la Polonia comunista a finales de los setenta.

Una excusa para hablar de otra cosa

Lo más interesante de Proyecto OVNI es cómo se atreve a yuxtaponer dos planos que rara vez conviven con tanto peso narrativo: el fenómeno extraterrestre y el drama político. En lugar de centrarse en la clásica estructura de investigación o persecución alienígena, la serie opta por mezclar los sucesos paranormales con la represión del gobierno comunista, el surgimiento del sindicato Solidaridad y la posterior declaración de la ley marcial.

Proyecto OVNI

Esto no significa que los ovnis desaparezcan por completo, sino que son utilizados más como símbolo que como amenaza literal. Las discusiones entre científicos, militares y periodistas sobre OSNI (Objeto Sumergible No Identificado) funcionan como espejo de las tensiones políticas, sociales y existenciales de los personajes. El resultado es un discurso difuso, pero también más ambicioso que el de cualquier relato de abducciones convencional.

Un ritmo desafiante y una estética que atrapa

Desde el comienzo, Proyecto OVNI se advierte a sí misma como una experiencia poco convencional. Y cumple su palabra: no es una serie pensada para el entretenimiento rápido ni para los fanáticos del sci-fi clásico. Sus episodios avanzan con una cadencia deliberada, casi glacial, como si cada diálogo buscara más confundir que esclarecer. La estructura narrativa es fragmentada, plagada de escenas oníricas, silencios prolongados y reflexiones filosóficas.

Aun así, el componente visual eleva considerablemente la experiencia. La reconstrucción de la Polonia de los años 80 es impecable. Desde los vestuarios y peinados hasta las cámaras de televisión de tubo y los automóviles oxidados, todo parece haber sido extraído directamente de un archivo histórico. A esto se suma una fotografía fría, de tonos apagados, que refuerza la sensación de extrañamiento y paranoia.

Proyecto OVNI

Vínculos humanos y realidades inciertas

Uno de los momentos más potentes de la serie no tiene nada que ver con naves espaciales, sino con la relación íntima y tensa entre Julia, una oficial de policía local, y su hija adolescente. En sus interacciones se cuelan las verdaderas emociones: la frustración, el miedo, el amor desesperado por una verdad que parece escaparse siempre entre los dedos. Estas escenas aportan humanidad a un relato que, por momentos, corre el riesgo de volverse demasiado abstracto.

La ambigüedad también es clave. Desde el primer episodio, un mensaje afirma que los hechos representados “fueron reales… o podrían haberlo sido”. Esta frase, tan cargada como confusa, establece desde el inicio una narrativa de incertidumbre. La serie juega constantemente con la duda: ¿lo que vemos ocurrió o es fruto de una conspiración, de un delirio colectivo, de una manipulación orquestada? Las conversaciones entre Josef y su colega no hacen más que alimentar estas preguntas, llevando al espectador a un lugar de desconcierto productivo.

No es para todos, pero hay algo hipnótico en el caos

Proyecto OVNI es una serie que divide aguas. Quienes esperen luces en el cielo y persecuciones espectaculares probablemente se sientan decepcionados. Pero aquellos dispuestos a sumergirse en una ficción política, densa y sensorial, encontrarán en ella una propuesta desafiante. La tensión no está en el qué, sino en el cómo: en cómo se construye un relato, cómo se manipula la percepción pública, cómo se modelan los hechos hasta volverlos irreconocibles.

Proyecto OVNI

Las últimas escenas del final condensan este caos con una extraña precisión. A medida que se revelan las capas de una conspiración más humana que extraterrestre, también se desmantelan nuestras propias expectativas como espectadores. Bajon no busca respuestas, sino tensiones. No quiere mostrar alienígenas, sino provocar extrañamiento. Y lo logra.

Conclusión

En definitiva, Proyecto OVNI es menos una serie sobre seres de otros mundos y más una radiografía del nuestro. Usa la estética del misterio para hablar de control, poder y fe. No es fácil de ver, no se esfuerza en complacer, y exige paciencia. Pero en una época donde la mayoría de las ficciones siguen fórmulas seguras, esta propuesta desordenada, intelectual y profundamente inquietante merece atención. Como todo buen enigma, no se resuelve: se recuerda.

Disponible: Netflix

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