Estragos: Solo violencia y nada más
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. El director Gareth Evans, responsable de las geniales La redada (2011), La redada 2 (2014) y la truculenta El apóstol (2018), acaba de estrenar directamente en plataforma el filme Estragos (2025), y realmente su regreso no es lo que uno esperaba. Veamos cómo le fue con esta producción protagonizada por Tom Hardy.
Por César Arturo Humberto Heil
Estragos parte de una historia que, desde el inicio, resulta bastante confusa, en la que se mezclan la corrupción policial, las mafias chinas y los intereses personales de un alcalde.
Walker (Tom Hardy) es un policía corrupto que, durante un allanamiento por drogas junto con sus compañeros, asesina a un agente que trabajaba encubierto. Este hecho lo obliga a recibir la ayuda del alcalde Lawrence Beaumont (Forest Whitaker) para evitar ir a prisión, a cambio de trabajar para él y encargarse de sus asuntos turbios.
Cuando el hijo del alcalde, Charlie (Justin Cornwell), y su novia Mia (Quelin Sepúlveda) se ven involucrados en una balacera por tráfico de drogas, en la que mueren varias personas —entre ellas Tsui (Jeremy Ang Jones), hijo de la jefa de un clan chino (Yann Yann Yeo)—, sus vidas corren peligro, y Walker debe encontrarlos antes de que la mafia china los atrape. Pero como si esto fuera poco, también son perseguidos por un grupo de policías corruptos al mando de Vincent (Timothy Olyphant), que quieren eliminarlos.
Balas, balas y más balas
Estragos nunca intenta ir más allá de la narrativa básica de un filme de acción. Su único interés radica en la inexplicable y exagerada decisión de mostrar, de manera gratuita, la violencia más extrema. Es en ese incesante discurrir de balas donde la película pierde completamente el rumbo, y todas las acciones vinculadas a la trama quedan diluidas en medio de las escenas de tiroteos. Priorizar la acción por sobre la historia vuelve todo inverosímil y convierte al filme en un mal refrito de varias películas del género.
Abuso del CGI
Otro de los puntos negativos es que las escenas de persecuciones callejeras con vehículos están realizadas completamente en CGI, y además con una calidad bastante deficiente. En lugar de presenciar una verdadera persecución —al estilo de Contacto en Francia (Friedkin, 1971)—, parece que estuviéramos viendo un videojuego como Call of Duty: Modern Warfare 3.

Esto llama la atención, viniendo de un director que se ha caracterizado por filmar escenas de violencia sin necesidad de recurrir a efectos digitales. Es evidente que la mano de la plataforma Netflix intervino para que todo se vea “livianito”, sin demasiada logística de producción ni gastos innecesarios en romper autos o cortar calles.
Conclusión
Estragos es otro de esos filmes a los que Netflix nos tiene acostumbrados: liviano, pasajero, sin pretensiones, que solo busca entretener y nada más. Uno de esos que nos hacen preguntarnos, una vez más, si realmente era necesario.
No esperen ver una película profunda en reflexiones sobre el poder, la corrupción policial o el narcotráfico. Todo eso podría haber sucedido si la plataforma no hubiera intervenido con sus ideas basadas más en métricas y estadísticas que en una construcción narrativa sólida.

El pobre Evans hace lo que puede, intentando al menos salvar el pellejo con alguna que otra escena de acción más o menos bien coreografiada, pero muere en el intento.
Solo recomendable para quienes disfrutan despachar enemigos en los videojuegos.
Disponible: Netflix