Gente codiciosa: Café gratis, homicidio involuntario y una cesta con un millón de dólares
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Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Gente codiciosa (2024), dirigida por Potsy Ponciroli, se erige a la sombra del cine de los hermanos Coen, pero se queda a mitad de camino. Posee el espíritu característico: humor negro, crimen torpe y personajes moralmente deshilachados. El guionista Mike Vukadinovich ensambla todos estos ingredientes con cierto oficio: un crimen mal ejecutado, costumbrismo que se corrompe, chispazos de sátira y personajes atrapados en espirales de malas decisiones.
Por César Arturo Humberto Heil
La historia transcurre en Providence, una anodina zona pesquera de Carolina del Sur donde nunca pasa nada. Will (Joseph Gordon-Levitt), policía veterano y moralmente extraviado, recibe como compañero a Terry (Himesh Patel), un novato idealista e ingenuo que se acaba de mudar con su esposa embarazada, Paige (Lily James), y de carácter fácilmente moldeable.
El primer día de Terry es una clase exprés sobre cómo deformar la ley desde adentro: café gratis por ser policía, desvíos amorosos entre rondas y, para coronar, un crimen involuntario por parte de Terry tras una llamada de emergencia. En el centro del caos, un millón de dólares escondido en una cesta. ¿Qué hacer con eso? Lo obvio: ocultarlo, repartirlo y confiar en que nadie lo note. Pero también se pone en juego la propia confianza entre Terry y Will para mantener la boca cerrada. Así arranca esta buddy movie con aspiraciones de thriller ético, que empieza con ligereza, coquetea con la sátira y termina, irónicamente, en un verdadero drama.
Arranca el efecto dominó
Gente codiciosa se presenta con una estructura circular y trágica, con efecto de destino sellado. Resulta que Wallace (Tim Blake Nelson), un magnate de la venta de camarones y esposo de Virginia (Traci Lords), la mujer muerta accidentalmente al pelear con Terry tiene una amante (Nina Arianda) y ha contratado a El Colombiano (José María Yazpik), un sicario, para que mate a su esposa.
El dinero en la cesta, que Will y Terry han escondido en un contenedor del puerto, era el pago por el trabajo. Este desencuentro inicial, donde reina la confusión, inicia una serie de hechos violentos al mejor estilo efecto dominó, en donde la violencia y la ambición por el dinero son los principales ingredientes. A pesar de tener cierto efecto sorpresa interesante, las situaciones se desarrollan de una manera tan extrema que hace que todo se descontrole.

La falta de ritmo, la duración excesiva y la repetición de ciertos pasajes terminan por opacar lo mejor que tiene la película: las actuaciones y esta idea de lo inevitable. Sin embargo, ni el talento del elenco ni la solidez de las actuaciones logran compensar del todo los problemas estructurales.
Actuaciones que elevan el nivel
El reparto de Gente codiciosa es, sin duda, uno de sus puntos más altos. Cada actor encuentra momentos para brillar —o caer— con gracia, en sintonía con los matices morales que propone el guion. Joseph Gordon-Levitt se entrega por completo a su personaje: desbordado, excesivo y, por eso mismo, creíble. Himesh Patel aporta una vulnerabilidad medida, mientras que Lily James y Tim Blake Nelson suman oficio y presencia con pocos recursos, pero mucha precisión. Ponciroli sabe trabajar con actores y construir atmósferas: hay escenas que funcionan solo por el peso interpretativo. Su experiencia como productor y director se hace visible en esos momentos de control escénico.
Los Coen son únicos
Gente codiciosa sabe lo que quiere ser: una comedia criminal con guiños al universo de los Coen, personajes rotos por dentro y una atmósfera de absurdo con tinte moral. El crimen cotidiano, el costumbrismo que se tuerce, los dilemas éticos disfrazados de decisiones prácticas. Su mayor virtud es el tono logrado en ciertas escenas, donde la sátira y el sinsentido se conjugan con destreza. Pero su mayor defecto es el ritmo errático. La historia avanza a los tumbos y se alarga demasiado. Y cuando debería llegar el clímax trágico, solo queda un eco apagado. Está claro que toda esta mezcolanza a los hermanos Coen les cae de maravilla, pero a Ponciroli y su guionista Vukadinovich no parece sentarles tan bien. Lo intentan, pero con resultado irregular.

Conclusión
Gente codiciosa es como una orquesta bien afinada, pero sin un buen director. Hay talento, hay intención, hay destellos. Pero falta brújula narrativa, falta nervio. La película inicia con una premisa intrigante y un elenco sólido que promete una experiencia cinematográfica memorable. Sin embargo, a medida que avanza, la falta de cohesión en la narrativa y un ritmo desigual hacen que la trama pierda fuerza. Las decisiones estilísticas que buscan emular a los hermanos Coen terminan sintiéndose forzadas y no logran capturar la esencia que hizo famosas a sus películas.
En definitiva, Gente codiciosa es una experiencia que arranca bien, pero se diluye en su excesiva duración y falta de dirección clara. A pesar de sus fallas, puede resultar entretenida para aquellos interesados en historias de crimen con toques de humor negro, siempre y cuando ajusten sus expectativas.
Disponible: HBO Max