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Sangre poseída: infancia, monstruos y cicatrices ocultas

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Sangre poseída

Bienvenidxs a una nueva nota de Revista Sincericidio. Revisando los estrenos de HBO MAX me encontré con el filme Espíritu en la sangre —o por su traducción al español Sangre poseída (2024)—, que de entrada parecía ser una propuesta interesante. La película es una producción independiente de Carly May Borgstrom, una joven actriz y realizadora canadiense con escasa trayectoria en el medio. De hecho, este es su primer largometraje como directora; solo se le conoce el cortometraje Una luz blanca y brillante (2016) y una participación como actriz en el filme La bicicleta (2015) de Arne Körner.

Por César Arturo Humberto Heil

La sensación que me dejó el filme es extraña. Por un lado, considero que es muy sólido en los temas que plantea y en la forma en que los presenta; por otro, siento que le faltó mayor desarrollo para redondear lo que podría haber sido una pequeña joya del cine independiente.

De qué va la historia

En un pueblo del interior de Canadá, cuya comunidad se aferra a la única iglesia liderada por el pastor Carl (Michael Wittenborn), un hecho trágico sacude la calma: la muerte violenta de una adolescente. El principal sospechoso es un animal salvaje que habita en lo profundo del bosque, lo que lleva a los habitantes a organizarse para darle caza y extremar medidas de seguridad.

Emerson Grimm (Summer H. Howell) llega al pueblo con su padre Julian (Greg Bryk) y su madre embarazada, Anna (Michelle Monteith). Una tarde, en el bosque, se topa con la criatura, que no parece tener forma animal. Desde entonces, Emerson la denomina “el monstruo”.

En la escuela conoce a Delilah Soleil (Sarah-Maxine Racicot), una adolescente mayor que ella con la que entabla una fuerte amistad. Juntas deciden que deben enfrentar al monstruo para destruirlo. Para lograrlo, realizan un pacto con el fin de liberar a los espíritus oscuros que, según creen, habitan en su sangre. En esta aventura reclutan a Baby (Ariadne Deibert), Abby (Sarah Abbott) y Rachel (Lyla Elliott), tres compañeras de la escuela.

Sangre poseída

Con el espíritu de Stephen King

Sangre poseída remite inmediatamente a la narrativa de Stephen King, especialmente a esas historias donde la amistad infantil o adolescente es la protagonista, como ocurre en Cuenta conmigo (Stand by me, 1986) de Rob Reiner o en Eso (It, 2017) de Andy Muschietti.

La huella de King no solo está presente en la amistad entre niños, sino también en la atmósfera oscura que se desprende del bosque y de aquello maligno que se oculta en sus sombras, amenazando a toda una comunidad. La aventura de enfrentarse a lo desconocido, pese a los riesgos, recuerda a los grupos de jóvenes de sus clásicos relatos.

Las temáticas adolescentes son otro aspecto que remite al autor, aunque en este caso se actualizan y se centran exclusivamente en un universo femenino.

Sangre poseída

Inocencia robada

Lo más interesante de Sangre poseída es cómo la directora y guionista construye ese universo femenino a través de las niñas protagonistas, para hablar de rabia contenida, sexualidad, libertad y, sobre todo, de la relación con un mundo adulto presentado como cruel e implacable.

La monstruosidad que acecha en el bosque se erige como metáfora del abuso infantil: Delilah es víctima del novio de su madre, un hecho que nunca se muestra de manera explícita, pero que se intuye con claridad.

La salvación a través de la religión es otro punto clave del filme. Esto se evidencia cuando Baby es asesinada por “el monstruo” y las niñas deben rendir cuentas ante el pastor Carl. Para él, redimirse implica sumisión, pero lo último que estas niñas desean es someterse. Buscan que sus voces sean escuchadas y liberarse de la opresión adulta.

Sangre poseída

Interpretaciones de lujo

A pesar de su juventud, Summer H. Howell y Sarah-Maxine Racicot ofrecen interpretaciones notables, llenas de solvencia y precisión. La química entre ambas es uno de los grandes aciertos del filme. Este resultado se debe tanto a la dirección de Borgstrom como al talento de las actrices, que logran transmitir con fuerza la relación de sus personajes.

Lo que no fue

El mayor problema de Sangre poseída es su desarrollo irregular: por momentos excesivamente lento y con una ambigüedad narrativa que, aunque interesante como concepto, termina por ahogar al espectador en una sucesión de supuestos que afectan el ritmo general de la película.

Pese a estos altibajos, la obra tiene méritos de sobra para recibir una valoración más generosa de la crítica. De ahí que mi sensación final tras el visionado fuera la de no saber si había presenciado una gran película o simplemente un producto más de los tantos que vemos a diario.

Conclusión

Sangre poseída es una ópera prima prometedora, con una fuerte impronta autoral y una lectura simbólica poderosa sobre la infancia, la violencia y la opresión adulta. Aunque sus irregularidades le impiden alcanzar la contundencia de las mejores piezas del cine independiente, Carly May Borgstrom demuestra una mirada singular que merece ser seguida de cerca. Estamos ante una película imperfecta, pero con un espíritu rebelde y honesto que la convierte en una propuesta inquietante y, en muchos sentidos, necesaria.

Disponible: HBO Max

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